sábado, 21 de octubre de 2017

Blade Runner 2049

3*
Una de las características principales de la industria hollywoodiense de comienzos del siglo XXI es su recurrencia al remake. La falta de ideas, el conservadurismo narrativo o la cobardía financiera han explosionado en una cultura cinematográfica plagada de revisitaciones de clásicos o de cintas de culto de varias décadas, normalmente con más pena que gloria. En este caso, Denis Villeneuve y los guionistas originales del mítico film de Ridley Scott sobre la obra de Philip K. Dick han decidido situarse a medio camino entre el remake y la secuela pues, si bien es verdad que estamos ante una película que “continúa” la historia original, lo hace recreando tanto el mundo futuro de la original como sus principales elementos técnico-artísticos (con cientos de homenajes y guiños a la obra original, por cierto, aunque con unas curiosas y sorprendentes novedades, algunas de las cuales están bien pegaditas a la obra de Satoshi Kon, por cierto). Por eso, Blade Runner 2049 es un film replicante y replicado del ADN inicial y, por tanto, un film con fecha de caducidad. El actor con la cara de pena más rentable del cine actual, pone el físico a un nuevo caza robots que debe desenmascarar toda una conspiración milenarista revolucionaria, en plan Matrix. Si el clásico de ciencia ficción de Scott no se caracterizaba por su especial complejidad sino por su parsimonia y atmosférica ambigüedad, Villeneuve ha decidido abrir la puerta a una franquicia en la que se pueden esperar tantas sorpresas y tantos vacíos como en la saga Alien, otra franquicia descontrolada (aunque entretenida). El ritmo del visionado, eso sí, puede ayudar a buena parte de los espectadores a relajarse del ajetreado y típico timing urbanita del 2017.