viernes, 30 de septiembre de 2016

Mis 5 imprescindibles de Melanie Griffith:


-       Juventud rebelde (1977).
-       Armas de mujer (1985).
-       Algo salvaje (1986).
-       Resplandor en la oscuridad (1992).
-       Locos en Alabama (1999).

Dead of night

3*

Otra de las trilogías de terror rodadas por Dan Curtis para la televisión y, en este caso, con la ayuda inestimable del gran Richard Matheson, que escribe el guión de las tres historias aunque la primera de ellas sobre una novela de Jack Finney. Curtis demuestra que es un maestro en la planificación y en el montaje y rueda con la elegancia de un artesano cuyo ego está supeditado a las necesidades de cada historia. La primera parte trata sobre un coche de 1926 que permite viajar al pasado (en un retruécano maravilloso que parece adelantarse a Regreso al futuro). La segunda, la más floja de las tres, trata sobre un vampiro. Y, por último, el tercer capítulo del film gira en torno al obsesivo deseo de una madre por recuperar a su hijo muerto, lo que le llevará a realizar un rito satánico y, con él, a desencadenar un regreso realmente infernal. No falta quien afirma que de esta última historia, titulada “Bobby”, el gran John Carpenter podría haberse inspirado para su maravillosa La noche de Halloween. En definitiva, una curiosa oportunidad de ver en acción una forma efectiva y digna de hacer cine para la caja tonta.

jueves, 29 de septiembre de 2016

El próximo año a la misma hora

3*

Dos jóvenes cenan una noche en el restaurante de una hermosa posada en Mendocino, al Norte de California (algo así como en Nepenthe de Big Sur). Cruzan miradas, se sonríen, comparten una mesa y, al final, acaban acostándose y enamorándose. Pero ambos están casados. Cuando acaba el fin de semana, deciden volver a encontrarse en el mismo lugar al año que viene. La película, basada en una exitosa obra teatral, recrea varios de esos encuentros a lo largo de los años, desde la inseguridad de las primeras veces hasta la serenidad de la madurez y lo hace siguiendo algunas de las principales corrientes, tanto estéticas como morales, tanto políticas como sexuales, de la reciente historia de los EE.UU., hecho que transforma esta película en un retrato modelo de la evolución del USAmericano medio desde comienzos de los cincuenta hasta finales de los setenta. Bien mirado, también podría ser una metáfora de una realidad en peligro de extinción: el matrimonio que dura varias décadas. Ellen Burstyn arrasa con su emocionante y sutil personaje mientras que Alan Alda vuelve a demostrar su vena cómica y neurótica. El film consigue hacer sonreír al espectador pero también le hace sentir las penalidades de los personajes, a lo largo de los años, e, incluso, le puede hacer llorar, pulsando su tecla nostálgica. Algo a lo que la música echa una buena mano. Pero Mulligan no hace un drama de esta preciosa historia de amor. Ni tan siquiera un melodrama. Es, más bien, una comedia vital.

Matador

3*

Extraña mixtura entre los cánones del giallo, el thriller más convencional y el mundo del toreo, Matador supone una de las películas más estimulantes de toda la carrera del trasnochado Pedro Almodóvar, abandonando ya el amateurismo anterior. Por eso, ya se vislumbra profesionalidad en los siguientes apartados de producción: la planificación, el guión, la dirección de actores, los técnicos, la fotografía, etc. Jugando con la sexualidad, la muerte y las convenciones patrias, el manchego propone nada menos que una superposición de dos placas tectónicas nacionales: la atracción por la sangre y la obsesión por el sexo. Es decir, “Pédrooooooo” propone una reflexión visual y literaria sobre los extremos del placer, entre el estoque, la violación, el cilicio y otras perversiones de un pueblo reprimido y represor. La chabacanería, el puterío, el quinquismo de la movida, la charcutería y lo carnavalesco del cine de Almodóvar, todo ello se pone al servicio de una historia truculenta pero estetizada, a caballo entre el conservadurismo franquista, las convenciones de la religión y de la fiesta y la transgresión experimentadora, propia de la irredenta década de los setenta. Y, además, el film cuenta con tres aceptables interpretaciones, la de Chus Lampreave, la de Assumpta Serna y la del siempre titubeante Antonio Banderas, aquí poniendo los primeros ladrillos de su leyenda de casanova, de macho cabrío, entro lo cafre, lo rudo y lo “perrito abandonado”. Como curiosidad, el comienzo de la cinta, con la escena masturbatoria de créditos, despliega todo un homenaje a ese cine maldito y elaboradísimo que realizó el maestro Mario Bava (y, en menor medida, Jesús Franco). Todo un guiño al cine de género, justificadísimo. Años después, Almodóvar volvería a intentar el mismo truco pero, esta vez, respecto de la obra de Franjú. Y no le salió igual de bien.

Los aristócratas del crímen (Aka The Killer Elite)

2.5*

Una película menor de un director mayor. El argumento es el consabido para esta clase de producciones: un mercenario traicionado y herido que, al recuperarse, tiene la ocasión de vengarse y de hacer su último trabajo. Una especie de Daredevil de Frisco (James Caan) es el mercenario. Robert Duvall, el estibador, el traidor. Y los consabidos jefes sin escrúpulos. La misión: proteger a un político japonés de sus enemigos ninjas. La primera hora del film es estupenda, apunta maneras y crea un buen clima de tensión. Sin embargo, la segunda hora es un barco a la deriva y hace aguas por varios costados (agujeros de guión, diálogos caricaturescos, diversas situaciones humorísticas que rozan el ridículo, un montaje precipitado, etc.). En todo caso, Peckinpah acierta al importar al asesino japonés embozado al thiller USAmericano, años antes de las películas de ninjas de la Cannon, así como al fotografiar a un San Franciso setentero hermoso y luminoso. Por lo demás, ni siquiera el habitual compositor de la casa, Jerry Fielding, resulta especialmente inspirado en esta obra que parece haber sufrido las típicas amputaciones de la filmografía del director. 

Fellini, ocho y medio (8½) (Aka 8½ Otto e mezzo)

4*

Marcelo, ese periodista arquetípico de La dolce vita, es “ahora” un director de cine que, en plena crisis de inspiración, pone en marcha una nueva película. El productor, el guionista, los actores, las actrices, los técnicos, todos los implicados en la misma le acosan para que defina, cuanto antes, su nueva obra, una obra que tiene lazos fantásticos y de Ciencia Ficción, sobre un Holocausto termonuclear. Federico Fellini abandona definitivamente su previo neorrealismo en pos de un nuevo estilo, una mezcla de costumbrismo arrebatado, esperpento all'italiana, unas gotitas bien dosificadas de surrealismo simbólico, metaficción y esa especie de realismo ambiguo, de “realismo mágico”, que será la característica primordial del resto de su filmografía. En pantalla, y con la ayuda de un blanco y negro pulcro y prodigioso, se suceden una serie de situaciones y acontecimientos, aparentemente arbitrarios, pero que, poco a poco, van dibujando una historia que, desvaneciendo los límites entre la realidad y la ficción, habla de la creación, del pasado, de la identidad, de la memoria colectiva y del amor. Una historia que impresiona al espectador mediante una puesta en escena vanguardista que alterna entre la sobriedad, el plano secuencia (ese que tanto amó Berlanga), pequeños movimientos de cámara a contrapelo (que tanto gustan a Scorsese), una profundidad de campo apasionante (que seguro que Kubrick conocía muy bien) y el abigarramiento estético y moral puramente felliniano. En definitiva, el canto del cisne del cine de su autor, una película compleja y rica que logra vertebrar, como ninguna otra de su filmografía, casi todos los elementos y obsesiones de su autor. 10 años después, y frente a una tesitura parecida, Federico volvería a asombrar con la más popular Amarcord, igualmente poseedora de una BSO deliciosa del gran Nino Rota.

martes, 27 de septiembre de 2016

Cortinas (Aka Curtains)

2*

Para conseguir el papel de Audra, Samantha Eggar se hace pasar por loca y es ingresada en un manicomio con la ayuda de un director bastante especialito. Pero Striker, el director, la deja encerrada y convoca a 6 candidatas para que pasen un fin de semana en su mansión y así poder hacer una audición con todas ellas. Para complicar las cosas, Eggar se escapa y decide planear una venganza. Con esta historia tan rocambolesca, inspirada, quizás, en Corredor sin retorno, el desconocido Richard Ciupka cocina un slasher siguiendo el libro de recetas canadiense, sin muchas virtudes que destacar y con una historia y un desarrollo ciertamente deficitarios pero que, sin embargo, puede despertar cierto interés en el espectador más fiel al género. Primero, por la presencia de la Eggar. Segundo, por alguna escena bien pergeñada y ciertas gotas de erotismo malsano. Tercero, porque supone todo un homenaje al cine de terror, desde Suspiria, Prom Night y Viernes 13 hasta Trampa para turistas o 7 mujeres atrapadas, por ejemplo. Y, cuarto, por el típico y aparentemente inesperado final, que transforma al film en una especie de antecedente de la saga Scream. Pero, quinto, para enamorados del slasher, en todo caso.

La torre de los siete jorobados

3.5*

Clásico indiscutible del cine fantaterrorífico español de todos los tiempos, La torre de los siete jorobados es, además, una de las obras maestras de su director, el más Hollywoodiense de los cineastas españoles, el orondo Edgar Neville. Pero claro, con el texto de base no era difícil hacer una película tan interesante como la que hizo el autor de La vida en un hilo: escrita por Emilio Carrere (ese “sociólogo de la media tostada”, ese “antropólogo de campo, café, copa y puro”, que supo captar la bohemia madrileña con la precisión de un Sawa o de un Valle Inclán), la novela es una eficaz historia de suspense y misterio acerca de una sociedad secreta que vive en las catacumbas de ese Madrid gato tan querido por la bohemia decimonónica. La forma en que el protagonista accede a ese mundo así como el desenlace de esa intersección entre un mundo de pacotilla, que huele a bocadillo de calamares, y un mundo siniestro y furtivo descansa en una trama galante y cuasi melodramática, donde la influencia de la Radcliffe no parece muy lejana. En conclusión: una de las películas más sorprendentes de toda la filmografía española, repleta de aciertos y maravillosas sorpresas.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Mis 5 películas perturbadoras (e innecesarias) imprescindibles:


-       The Last House on the Left (1972).
-       Guinea Pig: Flowers of Flesh and Blood (1985).
-       Men Behind the Sun (1988).
-       Niku Daruma (1998).
-       À l'Intérieur (2007).

sábado, 24 de septiembre de 2016

Humongous

2*

1982 fue un año complicado para el slasher: ya habían aflorado algunas de las mejores muestras del género y, además, en Canadá (de donde es este film) también se estaban produciendo cintas admirables (como Cumpleaños mortal, San Valentín sangriento o 7 mujeres atrapadas). Por eso, el slasher debía dar un giro. O volver a los orígenes. Paul Lynch, que con Prom Night ya había aportado su granazo de arena al desarrollo del género, agarra una historia con ciertas resonancias pasadas: tras un prólogo histórico en el que aparece una extraña violación, la historias comienza como un viaje en barco por parte de un grupo de amigos, los cuales llegan a una isla en la que parece que van a ser masacrados, uno a uno, por un misterioso ser deforme. El origen, en este caso, sería la influencia de La matanza de Texas, una influencia que se palpa tanto en los decorados como en las atmósferas, tanto en la figura del asesino malformado como en la música. La película tiene su encanto, algunas escenas más gore de las que se pudieron ver en su momento y algunos buenos planos pero, en conjunto, solo embelesará a los incondicionales del género. Y ello pese a la buena labor de dirección, un buen par de solventes interpretaciones y el patético y entrañable final.

El ferroviario

3.5*

Si se hiciera una precuela para contar la vida de una típica familia italiana trabajadora, de una de esas que pueden estar detrás de tantas y tantas películas de gángsteres y de mafiosos ítaloamericanos, de una de esas familias que frente a las necesidades del país tuvo que emigrar al país de las oportunidades, este film podría ser perfectamente esa precuela. Es verdad que la intención del director, Pietro Germi, no fue esa, desde luego. Es verdad que por mediación de Carlo Ponti, la película acaba con final feliz y, además, resalta el elemento paternal y conservador de la institución familiar. También es verdad que no todas las familias que emigraron a los USA formaron parte de mafias familiares. Faltaría más. Pero igualmente es verdad que el neorrealismo italiano estaba muy cerca y que los sufrimientos y los padecimientos de todos los miembros de la familia se sienten cercanos y muy reales y que, por esta razón, un espectador sensible puede comprender con facilidad por qué fue tan habitual la necesidad de emigrar a los EE.UU. de América por parte de tantos y tantos italianos de la postguerra, especialmente de las partes más pobres del país. Por subrayar dos elementos admirables de la película, habría que destacar la aparición de la hermosa Sylva Koscina, en su segundo papel cinematográfico, así como el personaje de Sandrino (diminutivo de Alessandro), un personaje que se adelanta al de tantas otras películas que vendrían después (como el de Cinema Paradiso, por ejemplo). En definitiva, una película realista (casi naturalista), cercana al tipo de historias que se cuentan en esos típicos melodramas tele-fílmicos pero con muchísima más elegancia, maestría y buen gusto. Un clásico medio olvidado del cine italiano.

viernes, 23 de septiembre de 2016

Ciudadano Kane (Aka Citizen Kane)

5*

Obra maestra. Un poderoso ejercicio sobre la identidad y la memoria. Como decía su propio creador, una película solo es buena desde el momento en que la cámara se transforma en el ojo de un poeta. Por eso, solo por ver la exuberante y barroca fotografía de Gregg Toland ya merece la pena ver esta maravilla del séptimo arte. Históricamente, se trata del estreno en pantalla grande de su jovencísimo director, un Welles teatral muy pagado de sí mismo pero que fue capaz de contar una historia adulta y crítica, con tintes sociológicos, por un lado, y shakesperianos, por el otro, con una narración sofisticadamente adaptada a la profundidad de la trama y con un elenco de actores a la altura de la propuesta. Como no podía ser de otra manera, el propio Welles quedó insatisfecho con la obra. Por su parte, el mundo entero se quedó petrificado. Aunque hay todavía miles de millones de personas que no la han visto e, incluso, algunos que la detestan. ¡Maldita subjetividad!