sábado, 30 de abril de 2016

Mis 5 imprescindibles de Dustin Hoffman:


-       El graduado (1967).
-       Lenny (1974).
-       Tootsie (1982).
-       Muerte de un viajante (1985).
-       Agu Trot de Roald Dahl (2015).

Toda clase de extraños (Aka All the Kind Strangers)

2.5*

Telefilm USAmericano que se adelanta unos cuantos años a Los chicos del maíz y que coincide temáticamente con Donde florecen los lirios. El argumento gira en torno a un hombre que recoge a un chavalín, en medio de ninunga parte, y que va cargando un pesado paquete. Le lleva en coche hasta la casa de su familia, en medio de unos maizales, y, una vez allí, comprobará que los chavales no tienen progenitores y que su intención es que se queda para ejercer como “padre”. Pero, claro, lo intentarán por todos los medios, incluso a la fuerza. Fábulaca American Ghotic, que bordea la cultura redneck y que representa una buena metáfora de la familia conservadora y autoritaria USAmericana. La película despliega una buena dosis de tensión, aunque el guión tiene algunos pequeños agujeros. Sin embargo, el final es totalmente decepcionante. Correctas interpretaciones, salvo la de John Savage y Samantha Eggar, que se muestran por encima de la media. ¡Ay si esta muchachada se hubiera encontrado con Pa y Ma, el Steiger y la De Carlo de John Hough!

viernes, 29 de abril de 2016

Carretera asfaltada en dos direcciones (Aka Two-Lane Blacktop)

3.5*

Sin lugar a dudas, una de las más fascinantes road movies del cine USAmericano contemporáneo, un puro y desgarrado canto al motor de explosión, a Detroit y a la vida en la carretera. El mismo director, Monte Hellman, monta con precisión mecánica esta historia mínima pero que, en pantalla, funciona como uno de esos anuncios de Marlboro o Coca-Cola de la avenida Madison. Es decir, como un commercial sobre la libertad. Pero la película tiene otra lectura. Si el progreso de un país se mide por la relación que ha creado entre su capacidad tecnológica y sus costumbres morales, Two-Lane Blacktop funciona como una terrible metáfora del vacío existencial que asola a esa “pesadilla con aire acondicionado” de la que hablaba Henry Miller. En todo caso, de forma hipnótica y con una intriga creciente, el espectador seguirá a varios locos de las carreras, al conductor (James Taylor), al GTO (Warren “muscle car” Oates), a la chica (Laurie Bird) y al mecánico (Dennis Wilson, ex Beach Boys y poseedor de uno de los mejores discos de Pop de finales de los setenta, el Pacific Ocean Blue). Como instantánea espiritual de una época gloriosa de nuestra historia reciente, este film de 1971 se revela, con toda su fidelidad y profundidad, como un canto arquetípico a ese nihilismo desencantado que puede ser visto como el rasgo más importante de la década de los setenta (de forma similar a lo que hizo Punto límite: cero).

jueves, 28 de abril de 2016

El síndrome de China (Aka The China Syndrome)

3.5*

Después del éxito del cine de catástrofes, propio de una época (la irredenta década de los setenta) ávida de experiencias cinematográficas morbosas, más o menos increíbles, había que contar las amenazas reales a las que está expuesta “la sociedad del espectáculo”. Por eso proliferaron, a finales de la década, varios disaster films, digamos, “reales” y críticos, es decir, sobre situaciones que pueden asolar perfectamente nuestra forma de vida y que, de hecho, en muchos casos, están en la base de la misma (especialmente con empresas sin escrúpulos de por medio). Por ejemplo, el riesgo de la energía nuclear, en varias de sus formas, no solamente como Holocausto Nuclear. Con el compromiso y la producción del propio Michael Douglas, un desconocido James Bridges rueda una muy bien narrada y muy tensa historia sobre una central nuclear que está a punto de ocasionar un auténtico estropicio en el idílico territorio de California. En este sentido, es modélico el final elegido. Jane Fonda y Jack Lemon regalan dos personajes admirablemente interpretados, al igual que el propio Douglas, o los veteranos Scott Brady, James Hampton, James Karen, Peter Donat, Richard Herd o el carpenteriano Wilford Brimley. Con una factura cuasi televisiva, The China Syndrome (y, luego, películas como Silkwood, Plutonium o Alerta atómica) puso en contacto a la población USAmericana con los riesgos de la energía atómica, luego confirmados por variados accidentes, como el que ocurrió solo unos pocos días después en Pensilvania. Pero está visto que los seres humanos no tenemos memoria. Y así nos va.

lunes, 25 de abril de 2016

Revolver

3*

Se ha dicho muchas veces que, por el amor de una mujer, uno puede hacer cualquier cosa. Como decía sardónicamente, Oscar Wilde, “no hay nada como el amor de una mujer casada”. Especialmente si tu mujer es tan hermosa como Agostina Belli. El “tercer Sergio”, Sergio Sollima, abandona el terreno del Euro Western para rodar un poliziesco en coproducción italo-franco-alemana, en la línea de Ciudad violenta. Unos mafiosos sicilianos secuestran a la esposa del subdirector de una cárcel con la intención de que éste permita la fuga de un peligroso recluta. El subdirector, por su parte, cederá al chantaje pero se intentará tomar la justicia por su mano, aunque lo que descubrirá no encaja con lo que había estado pensando. Sollima monta un film complejo, con elementos del thriller y del cine carcelario y en el que destaca la corpulencia bruta de Oliver Reed (que, por entonces, tenía serios problemas con el alcohol, como su compatriota Michael Caine) así como el espigamiento varonil de Fabio Testi, en un papel que consigue sacar buena parte de su paleta gestual y corporal. En todo caso, Sollima sigue escarbando en su lectura del comportamiento humano y urde una trama sofisticada por sus múltiples lecturas políticas y morales, a semejanza de su obra maestra Cara a cara. Por su parte, y curiosamente, Morricone desarrolla una partitura gris, sin garra ni personalidad, a partir de la melodía original del Für Elise de Beethoven. Es, con probabilidad, el precio que el compositor romano hubo de pagar por su sobrecarga de trabajo en la época. En 1972 (es decir, un año antes), Morricone llegó a firmar más de 28 bandas sonoras, por ejemplo.

sábado, 23 de abril de 2016

Emmanuelle

2*

En el Bangkok de comienzos de la década de la irredenta década de los setenta, la joven Emmanuelle (una especie de Valentina à la Guido Crepax) vuelve a su casa  con su marido diplomático. Una vez allí, y con el consentimiento de su esposo, comenzará su educación erótica y sentimental, materializando todo tipo de sueños y fantasías sexuales, aunque sin llegar al nivel de La filosofía en el tocador, eso sí, que había que llenar los cines. Con esa delgadez y esa languidez típica de una época que no se ponía hasta arriba azuzada por el consumismo alimentario, la ansiedad y el estrés, Just Jaeckin aprovecha a una excelsa Sylvia Kristel, convertida en sex symbol para toda una generación, y le hace vibrar en un buen conjunto de situaciones, a cada cual más sugerente y excitante, aunque todas con un etéreo machismo flotando en el ambiente. Se habló mucho, por cierto, de la escena de los cigarrillos (que trae a la memoria del espectador esa otra de Carlos Trillo y Horacio Altuna en la que una prostituta se introducía bolas de billar por la vagina). Uno de los más conocidos intentos de convertir la liberación sexual en un “movimiento del alma”, en “la victoria de los sueños sobre la naturaleza”. Un clásico histórico del cine erótico.

jueves, 21 de abril de 2016

La dama roja mata siete veces (Aka La dama rossa uccide sette volte)

2.5*

Otra de esas producciones oportunistas que poblaron los programas dobles durante un buen puñado de años. Con una clara inspiración en 6 mujeres para el asesino, la obra de Mario Bava (el codificador del género), y en El pájaro de las plumas de cristal, de Dario Argento (su más perspicaz popularizador), Emilio Miraglia urde su segundo giallo (tras el éxito del primero), con algunos de sus más conspicuos elementos: un trauma juvenil, una tétrica leyenda, una herencia disputada, luchas de ambición empresarial y familiar, varios crímenes por descifrar, varios sospechosos, máscaras de por medio, truculentos asesinatos, etc. El guión es un tanto confuso pero se sigue con interés, en especial por un diseño de producción que roza lo gótico, algún que otro giro “inesperado”, un score de Bruno Nicolai a la altura así como, en último lugar, por la belleza de las actrices protagonistas, capitaneadas por una habitual del género, Barbara Bouchet, y con la siempre correosa presencia de Sybil Danning. El film disfruta de un cierto status (y de una cierta adamiración) dentro de su ámbito temático, ese thriller amarillento que hizo furor entre mediados de la ingenua década de los sesenta y mediados de la irredenta década de los setenta. De hecho, se vende un diorama de la asesina, la dama roja, nada menos. Hasta estos límites llega la cultomanía respecto de determinados productos culturales de serie B o Z. Por cierto, la película cuenta con una buena edición en la colección española de Regia Films.

martes, 19 de abril de 2016

El amor del capitán Brando

3*

En 1974, en pleno "destape cinematográfico", el protoadolescente Juan, de 13 años, asiste a una escuela rural en un pueblo de Segovia (Pedraza), en los últimos y agonizantes momentos del franquismo. Allí, se enamora de la hermosa profesora Aurora (Ana Belén). Por su parte, un viejo republicano adinerado (Fernando Fernán Gómez) decide volver al pueblo, tras su exilio de varias décadas. Entre los tres individuos, libres y desprejuiciados, comienzan a desarrollarse una serie de escenas que sugieren el amor imposible entre todos ellos, a la manera de la modernísima Academia Rushmore. Jaime de Armiñán se apunta al cine revisionista de los Saura, los Borau, los Camus, los García Sánchez o los Chávarri de la época, un cine necesario y valiente que recupera el debate sobre las consecuencias de la Guerra Civil española, por un lado, y sobre las aspiraciones democráticas de una pequeña (aunque significativa) parte de la población del país (la más meritoria), por la otra. La película tiene cierta rigidez interpretativa, varios diálogos forzados y algún que otro esquematismo en la composición de los personajes, que llega a rozar el arquetipo, lo cual no es una deficiencia en sí misma salvo porque choca con la intención naturalista del film. Aunque, bien mirado, flota sobre toda la trama una aureola simbólica que disimula gratamente todos estos defectos. A este tenor, la película es hermosa en sus intenciones y sugestiva en su desarrollo. Curiosa escena, por cierto, en que se homenajea a Bienvenido, Mister Marshall, con un Ferrandis imitando al gran José Isbert. Y es que el cine no solo imita a la realidad sino que también se alimenta del propio cine, fagocitándose a sí mismo.

viernes, 15 de abril de 2016

Mis 5 imprescindibles de Veronica Lake:


-       Los viajes de Sullivan (1941).
-       Me casé con una bruja (1942).
-       Contratado para matar (1942).
-       La dalia azul (1946).
-       La mujer de fuego (1947).

jueves, 14 de abril de 2016

Laberinto mortal (Aka Liens de sang Aka Blood Relatives)

3*

Un thriller canadiense del gran Claude Chabrol, con la estimable presencia de Donald Sutherland como investigador de la policía que trata de desentrañar un misterio tras el asesinato de una joven y las declaraciones de una superviviente (la bella del momento). La película comienza como un slasher (guiño al propio Donald Pleasance), continua como un policíaco y hace un par de paradas en el giallo (no por casualidad aparece David Hemmings). Es decir, algo así como un Don’t Look Now pero sin esa extraña aura de misterio y suspense que caracteriza a la obra maestra de Nicholas Roeg. Precisamente por esto mismo, estamos ante una de esas correctas adaptaciones que el director gabacho ha realizado de textos clásicos de la literatura negra USAmericana pero sin salirse mucho del género, salvo por los derroteros mencionados, totalmente coyunturales por otro lado (tanto por el slasher como por el giallo). Como dice Caparrós Lera, estamos ante un film de intriga policíaco-psicológica, “en la línea morbosa del último Hitchcock, pero sin la categoría artística de éste”.

lunes, 11 de abril de 2016

Tres mujeres (Aka Three Women)

3*
 
Tras rodar Un frío día en el parque y la extraordinaria Imágenes, Robert Altman encamina su trilogía de la mujer hacía otra de sus cotas y hacia una de sus más personales realizaciones. En esta ocasión, se sirve de un guión propio para dar forma a un argumento que roza el surrealismo pero que parece inspirado en el riquísimo mundo contracultural de Norman O. Brown o en las mitologías estudiadas por Joseph Campbell. De hecho, en Las extensiones interiores del espacio exterior, Campbell afirma que “si se examinan sin prejuicio las tradiciones religiosas de la humanidad, no tardan en encontrarse ciertos motivos míticos comunes a todas ellas”, como, por ejemplo, la vida después de la muerte, o la existencia de espíritus protectores o malévolos. Sobre estas cuestiones gira el argumento de la obra. Una joven de Texas (Sissy Spacek) entra a trabajar en un balneario de un pequeño pueblo al sur de California. Su instructora, Shelley Duvall, parece encarnar la mujer independiente y exitosa pero su vida amarillenta esconde la soledad y varias relaciones fracasadas y vacías. En el camino se cruza una extraña mujer embarazada que pinta figuras mitológicas y que es la pareja de uno de los amantes clandestinos de Duvall. Poco a poco, el argumento se va desarrollando, por las vías de la narrativa convencional aunque con un trasfondo simbólico y psicoanalítico que Altman prefiere no desvelar del todo al espectador. Esto constituye un acierto puesto que transforma el film en una misteriosa delicia visual, muy bien fotografiada y con ciertas resonancias místicas, destacadas en el epílogo final. Fascinante.


domingo, 10 de abril de 2016

El hombre de la medianoche (Aka The Midnight Man)

3*

1972 y 1973 fueron dos buenos años para el gran Burt Lancaster. Sin embargo, 1974 comenzaba con poco ímpetu debido al rodaje de un telefilm titulado El rey de Israel. Por eso no es de extrañar el interés y el compromiso con el que Lancaster se introdujo en este proyecto, hasta el punto de colaborar en el guión y en la dirección, junto a Roland Kibbee. El argumento es bastante sencillo: un ex policía sale de la cárcel en libertad condicional tras haber matado a su mujer. Un amigo suyo le consigue un trabajo como vigilante en una Universidad privada. Pero, un día, una estudiante es encontrada muerta y el vigilante sospecha que ha sido un asesinato y comienza a investigar el misterio por su cuenta. De esta forma, sobre una excusa argumental bastante sencilla, el desarrollo es un tanto más complejo puesto que, según va investigando el protagonista, cada vez más personas están implicadas en el caso, por uno u otro motivo. Uno de esos films desencantados, propios de la irredenta década de los setenta, donde la inteligencia y la honestidad personal y profesional salen mal paradas en un mundo copado por el egoísmo y la codicia, dos pilares básicos de este sistema podrido en el que vivimos. De hecho, es curioso el ambiento elegido por el guionista y el director para ambientar la historia (grabado en Carolina del Sur, como recoge Ed Andreychuk en Burt Lancaster: A Filmography and Biography): uno de esos Colleges USAmericanos con campus arbolado, residencias y demás comodidades, donde incluso los profesores, entre clase y clase, buscan satisfacer sus instintos más básicos. A la poco arriesgada dirección, Lancaster añade una interpretación un poco mecanizada y un desarrollo un tanto tedioso y confuso, todo lo cual jugó en contra del éxito de la película, hasta el punto de condicionar el resto de la filmografía del actor, tal y como describe Kate Buford en su biografía Burt Lancaster: An American Life.

viernes, 8 de abril de 2016

Holocausto caníbal (Aka Cannibal Holocaust)

1*

El padre y la madre de casi todo el cine reciente sobre found footage, este film de Ruggero Deodato explota sin rubor ni conmiseración ninguna el morbazo de una buena parte de los espectadores cinematográficos, a la vez que muestra el cruel espíritu que hay detrás del colonialismo Occidental (incluso de su acercamiento antropológico al mismo). De hecho, los documentalistas son una panda de cabrones en toda regla. Deodato, además, introduce escenas de sexo, sacrificios y desmembramientos reales de animales (una tortuga, varias serpientes, monos, un cerdo salvaje), todo tipo de secuencias desagradables, crueldades varias, etc., y todo ello acentuado por una BSO que dramatiza y subraya todo lo que las imágenes muestran. A la postre, lo que el espectador contempla no es plato de buen gusto ni educa de ninguna manera. ¿Cine de denuncia? ¿Cine auto complaciente sin valor? ¿Obscenidad? Es verdad que la obra juega a la ambigüedad y que, al incluir, varios puntos de vista sobre los hechos, se desliza hacia la metaficción, recalcada por ese “todos somos caníbales” final. Pero una cosa no se puede olvidar. Desde el punto de vista ético, cuando una película muestra (y se recrea en) la muerte gratuita de animales, traspasa el límite de lo razonable, pisoteando la dignidad animal, y, por tanto, transforma el resultado en un insulto a la razón y en una vergüenza para la empatía humana. Todas las demás consideraciones (estéticas, técnicas, interpretativas, etc.) no pueden estar por encima de la vida, por muy humilde que ésta sea. 

jueves, 7 de abril de 2016

Encuentros en la tercera fase (Aka Close Encounters of the Third Kind)

3*

Uno de los hitos históricos en el cine de ciencia ficción familiar (esos encuentros de “tercera clase”), creado y orquestado por la mano fílmica firme de Steven Spielberg (junto con E.T. El extraterrestre, Parque Jurásico, Inteligencia artificial y La guerra de los mundos). De hecho, estamos ante uno de los blockbusters que salpican la filmografía de su director, con una de las tramas más escuetas de la historia del cine y, por lo tanto, con un guión estirado hasta la saciedad a partir de decenas de pequeñas secuencias y planos, dadas de sí hasta el paroxismo, para crear un suspense y una atmosfera: la del misterio que esconde el avistamiento de varios fenómenos Ovnis. Eran otros tiempos, eran otros ritmos. Spielberg se tira a la piscina al introducir en la trama un par de familias disfuncionales, el poder comunicativo de la música y al elegir como científico protagonista a François Truffaut, que muestra ser tan mal actor como mítico director. Y acierta también al representar un contact (Sagan dixit) con otras tecnologías en son de paz. El film dura muchísimo y tiene varias imágenes extraordinarias (de más está reconocer el talento del director para crear una iconografía mítica) pero, también, tiene varios planos acartonados, que le restan credibilidad final al producto. El final, por cierto, también es un tanto decepcionante. Un producto que, como curiosidad, daría pié a otras creaciones neocapitalistas, como el suprafamoso e infrautilizado juego musical, Simon.