viernes, 29 de marzo de 2013

Mis 5 imprescindibles de Joseph L. Mankiewicz:

-       El mundo de George Apley (1947).
-       Eva al desnudo (1950).
-       Mujeres en Venecia (1967).
-       El día de los tramposos (1970).
-       La huella (1972).





jueves, 28 de marzo de 2013

El mago asesino

3*

Don Gallico, un destacado inventor de artilugios para espectáculos de magia, decide probar suerte como mago. Ross Ormond, el propietario de la empresa de Efectos Especiales donde trabaja (Illusion, Inc.), le recuerda que todo lo que construya no es de su propiedad sino de la empresa. A partir de ahí, el Gran Gallico provocará una espiral de terror en su intento por vengarse de quien le tiene subyugado. En su camino, se cruzarán también un mago aprovechado (el Gran Rinaldi), un detective empeñado en arraigar el uso de las huellas dactilares en la investigación policial, una escritora de novelas policíacas y la propia ayudante del mago. Una película dirigida por el autor de la sorprendente Concierto Macabro y sobre el mundo de la magia profesional, muchos años antes de El Ilusionista, El truco final y El último gran mago (concretamente, de 1954). Cuenta con el protagonismo de un Vincent Price pre Corman, ya bien especializado en personajes turbios y perturbados, con tintes de comedia y unos efectivos FX. Sin embargo, la historia desaprovecha varias de sus sugestivas premisas para transformase en un simple policial, con un final, además, decepcionante. Tob Browning dirigió una película de temática similar, la estupenda Milagros en venta.

Amor entre ruinas

3.5*

Nostálgica y, a la vez, ácida representación de las frustraciones que arrastra una vida de amores no correspondidos así como del poso que deja en la vejez. George Cukor se pone detrás de la cámara para rodar un intenso tour de force entre unos avejentados Laurence Olivier y Katherine Hepburn, en el primero de los dos largometrajes para televisión rodados por el gran director neoyorkino en el final de su magnífica carrera. Toda la función se sostiene sobre las poderosas interpretaciones de ambos divos así como sobre un magnífico guión, obra de James Costigan, pletórico de penetración, ingenio y sabiduría y que casa a la perfección con las múltiples y acertadas referencias literarias que salpican los diálogos (de Shakespeare a Dryden pasando por Browning y Stevenson). La radiante fotografía de Douglas Slocombe, la generosa producción, la BSO de John Barry y la ligera puesta en escena terminan de redondear este drama romántico aunque con final feliz, diseñado para recobrar la confianza en el amor. Como dirían los cronistas de la vida social del medio, que copan los mass media en lugar de los críticos honestos, Amor entre ruinas es, nada menos, a bitterswett nostalgic comedy.


martes, 26 de marzo de 2013

La vida privada de Sherlock Holmes

3.5*

En las antípodas de la reciente versión de Guy Ritchie, La vida privada de Sherlock Holmes es un cariñoso, sosegado y respetuoso homenaje a la gran creación de Arthur Conan Doyle, a través de una de esas historias que el Doctor Watson probablemente haya escamoteado alguna vez a los lectores del Strand Magazine: la historia de uno de los escasos momentos en que el consulting detective ha bajado la guardia frente a una mujer y, por tanto, ha fallado parcialmente en uno de sus casos. La historia envuelve convenientemente a un marido desaparecido, a un grupo de monjes, al Club Diógenes, a varios enanos, a una muy scottish leyenda acuática e, incluso, a la propia reina Victoria, a través de una narración relajada, con una dirección artística y una escenografía maravillosas (de Alexandre Trauner y Tony Ingles, respectivamente, que repetirían motivos en El hombre que pudo reinar), una partitura adaptada por Miklós Rózsa de uno de sus conciertos originales y unos sofisticados e irónicos diálogos (obra del propio director, Billy Wilder, y de su colaborador habitual, I.A.L. Diamond). Robert Stephens está correcto en el papel principal aunque no consigue imprimir el carácter que requiere el personaje, como sí lo hicieron Basil Rathbone, Peter Cushing o Jeremy Brett. Destaca, sin embargo, la excelente colaboración de Christopher Lee en el papel de Mycroft Holmes. La historia, por cierto, fue drásticamente amputada por la productora (United Artists), de las más de 3 horas del montaje original a la duración con la que fue distribuida comercialmente, 125’, y está basada en varios relatos de Conan Doyle, especialmente en Los planos del "Bruce-Partington".





lunes, 25 de marzo de 2013

Keoma

2.5*

Sucia, embarrada y arbitraria reactualización de varios clásicos del Spaghetti, especialmente de Por un puñado de dólares y, sobre todo, de Django, con el típico rambling man interpretado por Franco Nero aunque, esta vez, con más energía y vello que nunca. Enzo G. Castellari, dándose cuenta de que no se podía estirar más el Euro Western (hablamos de 1976), apostó por lo que Carlos Aguilar ha llamado la brutalización del género, añadiéndole un malsano nihilismo. Y, al mismo tiempo, apuesta por el sinsentido narrativo, de un argumento plagiado hasta la saciedad, pero que, en este caso, se mueve entre flashbacks y recuerdos alucinados. Sin embargo, aún habriamos de contar con otros epílogos de parecida ralea, como Mannaja (El valle de la muerte), de Sergio Martino. En el terreno cinematográfico, junto a constantes homenajes al estilo de Peckinpah, Castellari ofrece varios sofisticados pero gratuitos movimientos de cámara (como ese travelling interminable alrededor de una conversación), inusitados encuadres y un montaje abrupto. Y aquí está una de las pocas virtudes del film: la creatividad visual, patente en 2 o 3 escenas que sorprenden por su imaginativa bizarría (el ejemplo sería la escena en la que se identifican 4 balas con 4 dedos y éstos con 4 víctimas). La BSO, de los hermanos De Angelis, acierta en la letra pero no en el tono, ofreciendo una partitura que aunque no tropiece con la imagen, sí acaba rechinando por sus constantes efectos turbadores, como en el cuarto final, con los gritos de un parto de fondo. Por cierto, de tan bien que salió la jugada, el subgénero tuvo que ser enterrado.



jueves, 21 de marzo de 2013

Pretty Woman

1.5*

Epítome máximo del género chick flick y objeto de regocijo (e, incluso, de culto) para varias generaciones de mujeres a ambos lados del Atlántico. ¿La razón? Pues que Pretty Woman materializa una idea tan absurda como peligrosa: hasta una puta tiene derecho a vivir sin preocupaciones económicas y sin dar ni golpe. Solo tiene que casarse con un rico (sic). Vivian Ward (una mediocre Julia Roberts) ejerce como hooker en Beverly Hills. Edward Lewis (un mediocre Richard Gere) es un caballerete de tres al cuarto que gana muchísimo dinero subido a la ola del capitalismo más salvaje. En un momento dado, sus caminos se encuentran y comienzan a jugar al “yo soy rico pero tímido” – “yo soy pobre pero atrevida”. Y ahí está toda la sustancia de esta historia, una historia que parece una actualización naive de La Traviata, aunque en su origen parecía que se iba a centrar en un drama sobre la vida de las prostitutas californianas. El resto de elementos del film (técnica y artísticamente correctos) están al servicio de la sublimación de este falso cuento de hadas, comprensiblemente un éxito cinematográfico en toda regla. Y es que el machismo más inconsciente sigue campando a sus anchas porque, como diría Luce Irigaray, la presencia de una prostituta (algo que se puede "comprar") hace resaltar el hecho de que el tipo de sexualidad mostrada en la película está definido por el punto de vista masculino. Estupenda premisa, pues, para una película que ha triunfado entre las mujeres.


miércoles, 20 de marzo de 2013

La casa del diablo

2.5*

Samantha (Jocelin Donahue), una joven estudiante, responde a un anuncio en el que se solicita una babysitter para una noche muy especial debido a un eclipse total de luna. Una amiga suya le acompaña a la mansión de Connecticut donde tiene que pasar parte de la noche y, juntas, descubren a sus raros propietarios. La amiga promete que volverá a buscarla una vez acabado el eclipse, pasada la media noche. En las siguientes horas, Samantha vivirá una serie de extraños sucesos. Rodada en 16mm, como homenaje a la estética y a la narrativa típicas de buena parte del cine de terror de los ochenta, The House of the Devil es una película consciente de sus limitaciones y de su carácter mimético, un carácter que, no obstante, consigue parcialmente superar debido a la humildad de la propuesta y pese a su evidente artificiosidad y limitaciones. Al contrario que en Death Proof, un experimento similar, el homenaje a los clásicos satánicos y splatter de los setenta y de los ochenta (La semilla del diablo, Carrie y Navidades negras, especialmente) se muestra parcial pese a la presencia de Dee Wallace (Aullidos, Cujo) y de Tom Noonan, un oscuro actor especializado en tétricos papeles. Y ello porque Ti West ofrece una historia francamente endeble, especialmente su resolución, y porque tanto la fotografía como la música se sienten bastante actuales. En todo caso, un film curioso por alejarse de algunas de las principales corrientes del terror gore contemporáneo, llenas de hostales siniestros, pruebas intrincadas e incautos viajeros.



martes, 19 de marzo de 2013

La escopeta nacional

3.5*

Primera parte de una trilogía sobre las fuerzas vivas y la política española contemporánea y una certera e inteligentísima alegoría (paródica, dicho sea de paso) sobre los últimos años del franquismo. La excusa argumental consiste en que un empresario catalán (un soberbio Sazatornil) pretende hacer negocio con la élite política de la época mediante la introducción en España de los telefonillos automáticos. Para terminar de afilar el dardo, la historia se desarrolla en el marco de una cazería, el melting business point por antonomasia de la época. Argumento tan absurdo y carpetovetónico permite a Luís García Berlanga desarrollar la más explícita de sus comedias políticas de costumbres (junto con Todos a la cárcel). La película está rodada con el estilo habitual del director, un estilo muy influído por el el cine de Orson Welles o el de William Wyler: a base de constantes planos secuencia y ágiles travellings, donde la planificación y la improvisación se dan la mano en un éxtasis corrosivo orquestado por el magnífico guión de Berlanga y Rafael Azcona. De hecho, hay un plano secuencia que ocupa casi 10’ de un rollo. Como en todo el cine del director, el reparto coral y la frescura interpretativa perfeccionan el producto final con la clase y la profesionalidad de la casta cómica de la época. La crítica literaria, como la cinematográfica, nos debería hacer más conscientes tanto de nuestro goce como de las razones del mismo. De hecho, como diría Henry James, dicha consciencia nos estimula el intelecto y nos hace desear (y nos conmina a salir a buscar) nuevos pastos con el que alimentarlo. El cine de Berlanga y el de Buñuel, por ejemplo, forman parte de estos nuevos y exquisitos pastos.




viernes, 15 de marzo de 2013

Mis 5 imprescindibles de Maribel Verdú:

- Amantes (1988).
- La buena estrella (1997).
- Y tu mamá también (2001).
- La zona (2007).
- Blancanieves (2012).




Picnic en Hanging Rock

3.5*
Dedicada a Svetlana Radoulska
Durante la década de los setenta del siglo XX, una buena parte de las autoridades políticas australianas querían situar el cine del país a la altura artística e industrial del cine USAmericano y del europeo, para poder competir con ellos. En este sentido, esta película de Peter Weir constituyó un momento decisivo. Para lograrlo, Weir transformó en imágenes el relato casi gótico de Joan Lindsay, subrayando su componente antropológico. Picnic se convierte, así, en una parte significativa de la experiencia europea en tierras aborígenes. La historia está ambientada a comienzos de 1900 y narra la inexplicable desaparición de unas estudiantes durante una excursión por Hanging Rock, un lugar que parece desprender una extraña fuerza magnética. El resultado es una pausada y absorbente película, influenciada por el Poe más evocador (de ahí la cita del poema A Dream within a Dream), que se sostiene sobre una impecable puesta en escena y una fascinante fotografía de Russell Boyd (operador habitual del director), que utilizó lentes de gran apertura para conseguir transformar el paisaje en un personaje más. Todos estos elementos construyen una fascinadora atmósfera de irrealidad e inquietud, a la que la ausencia de explicación lógica para las desapariciones no hace sino beneficiar. Por eso se ha subrayado en los últimos años el carácter misterioso del film, más que su ambientación o sus componentes históricos. El detalle de los relojes que se paran sin razón alguna recalca esa alegórica atmósfera campestre que va dejando paso a un horror mucho más sutil, jamesiano. Y todo ello con un presupuesto más que ajustado. Muchas de las actrices que interpretan a las colegialas desaparecidas son noveles, lo que explica lo mínimo de sus diálogos. Dos años antes, en 1973 (el mismo año de Amenaza en la sombra), el extraño director inglés Robin Hardy estrenó su cult movie El hombre de mimbre, una película con la que comparte una personalísima concepción del fantastique.




martes, 12 de marzo de 2013

Caos calmo

3.5*

Pietro Paladini (Nanni Moretti) es un ejecutivo romano de mediana edad que pierde a su mujer en el mismo momento en que esta ayudando a su hermano a salvar la vida de dos mujeres que están a punto de ahogarse. A partir del entierro, decide acompañar a su hija al colegio y se queda a pasar el día a las puertas del mismo, un tanto culpable, un tanto descolocado. Esta situación se funde con el proceso de fusión por la que está pasando la gran empresa en la que trabaja Pietro. En todo caso, un día tras otro, Pietro pasa el día trabajando desde los alrededores del colegio de la pequeña Claudia, dando pie a situaciones tiernas y surrealistas así como a los más diversos encuentros y desencuentros. Estupenda, emocionante y sorprendente película italiana, dirigida por Antonello Grimaldi sobre la novela de Sandro Veronesi (más pesimista) y con dos auténticas vetas de oro puro: una dramática y otra cómica. Pero ambas convenientemente contenidas y diligentemente mixturadas. Además, el juego constante con las elipsis y los sentidos supuestos así como con un montaje juguetón consiguen memorables pasajes. En particular, se deberían destacar dos escenas: la de Moretti llorando, amargado por la pérdida de su esposa, con absoluta credibilidad y sin recurrir a esa dramatización, ya gastada, al estilo “grito ahogado” de Al Pacino en El Padrino III; y la de sexo, con Eleanora Cimontini (Isabella Ferreri), radiografía de la petite mort. Dos curiosidades: Roman Polanski interpreta un papel que le vendría al pelo (tiene un cameo como el capitalista que está espolenado la fusión) y una secuencia que lleva la apropiada BSO de Radiohead, “Pyramid Song”. Por cierto, hay una escena muy significativa, que resume muy bien el espíritu del film y que consigue que el espectador se sienta feliz al escuchar el encendido eléctrico de un BMW. Tamaña proeza emocional solo se consigue con un guión muy bien trabajado, unos actores soberbios y una puesta en escena que se hace casi invisible (sin llegar a serlo, por cierto), de su franca naturalidad.

sábado, 9 de marzo de 2013

Curso 1984

3*
Mark Lester dirige la historia de Andy Norris, un profesor de música que debe enfrentarse a una pandilla de malhechores estudiantes, en su propio instituto. El clima de miedo y agresión irá incrementándose hasta un violento y truculento tramo final, con resultados ultra gore. Nada que ver, por tanto, con la "ingenua" cinta de Sidney Poitier, Rebelión en las aulas, y sí mucho más con La naranja mecánica o, incluso, con Semilla de maldad, si bien la heredera directa de esta historia es Battle Royale. Una fórmula que mezcla cine sobre los conflictos en el sistema educativo con alguna convención del slasher; una trama de suspense con una pizca de giallo; y, todo ello, aprovechando la psicosis social sobre las pandillas callejeras (en especial el punk), propio de la ultraconservadora década de los ochenta. Aunque el film, finalmente, funcione más bien como una película de acción con algún elemento de terror. No por casualidad, el guión (basado en hechos reales) está escrito por Tom Holland y el propio Lester, especializado en películas de mamporros. Por su parte, Roddy Macdowall compone un excelente retrato de esa clase de profesor frustrado y desesperado que tiene que cortar por lo sano. Una de las primeros películas de Michael J. Fox, en el papel de temeroso estudiante. Apropiadamente, la música es de Alice Cooper y el score de Lalo Schifrin. Años más tarde, el director canadiense se atrevería a perpetrar una especie de remake: Clase de 1999.