miércoles, 30 de marzo de 2016

Mis 5 imprescindibles de Sean Connery:


-       James Bond contra Goldfinger (1964).
-       La tienda roja (1969).
-       La ofensa (1973).
-       Robin y Marian (1976).
-       El nombre de la rosa (1986).

lunes, 28 de marzo de 2016

Young Sánchez

3*

Sin lugar a dudas, la mejor película española sobre el mundo del boxeo, un auténtico Rocky penínsular aunque con más mala sangre y más análisis social, es decir, con el típico púgil ingenuo y los característicos managers corruptos. Mario Camus, en esta su segunda película, acoge en su mundo cinematográfico las menos de 30 páginas de un relato original del gran Ignacio Aldecoa y las estira para transformarlas en una historia visual, con un montaje excelente, sobre un candidato a boxeador profesional que vive en un barrio proletario de la Barcelona de los sesenta. No sería la primera vez que el Camus director plasma la obra realista, naturalista y poética del gran escritor vasco (las otras dos serían Los pájaros de Baden-Baden y Con el viento solano). Pero lo destacable de este film es que el guión, escrito por el propio director, desarrolla una historia de perdedores que solo se encontraba en germen en el texto original. El dramatismo de la historia se subraya por una dirección seca, sin mayores alardes y decoraciones, lo cual sintoniza con una pista sonora sin música, como si de un documental se tratara. Excelente interpretación de un actor que nuestro querido Carlos Aguilar ha llamado el “bello tenebroso”, Julián Mateos.

domingo, 27 de marzo de 2016

Road Games (Aka Carretera mortal)

3*

A finales de la irredenta década de los setenta y comienzos de la ultraconservadora década de los ochenta, el cine de las antípodas quería salir del anonimato para intentar conquistar el orbe. Una de las estrategias que se pusieron en práctica fue la de producir films anticonvencionales y de calidad (Mad Max, Consejo de guerra y Picnic en Hanging Rock serían tres buenos ejemplos). Otro de los trucos que usaron fue el del efecto llamada: atrajeron a actores USAmericanos para protagonizar películas de todo tipo. Road Games sería un ejemplo perfecto de esto último. El encargado de llevar la batuta fue Richard Franklin, que había rodado otra pequeña joya del fantaterror nacional y que, tras el éxito de este film, rodaría la segunda parte de Psicosis, pero ya en los EE.UU. Los actores inmigrantes fueron Stacy Keach y Jamie Lee Curtis, a quienes se añadió el gran Brian May, de Queen, en el score. ¿Pero qué es lo realmente atractivo de esa cinta, además de comprobar la influencia de George Miller en la forma de filmar de Franklin? Pues el guionista, Everett De Roche. Es un guionista de las fantípodas (Sergi y Jordi Sánchez dixit) que ha demostrado su imaginación, su inteligencia y sensibilidad escribiendo los guiones de varios pequeños clásicos del cine austral (Largo fin de semana, El secreto del lago, Fortress o Harlequin). Para esta ocasión, toma prestado el argumento del asesino de auto estopistas para elaborar una entretenida y tensa road movie sobre su persecución por parte de un culto e imaginativo camionero (Stacy Keach) que, con la ayuda de una joven huida, le siguen la pista por una interminable carretera del desierto. Perfecta para verla en pareja una noche fría de invierno. Y perfecta para ir captando los mil y un guiños cinematográficos que De Roche va desperdigando por la trama.

sábado, 26 de marzo de 2016

Los que no perdonan (Aka The Unforgiven )

3*

Ben (Burt Lancaster) es el cabeza de familia Zachary y ganadero de éxito en un lugar abandonado de la mano de Dios, en medio de las llanuras de Texas y Nuevo México. Tiene una hermana pequeña de origen india, llamada Raquel (Audrey Hepburn), que es reclamada por su tribu, los Kiowa. Los socios y los vecinos de la familia Zachary no saben que Raquel es una “cría piel roja” y, cuando lo descubren, no lo aceptan con facilidad. Además, secretamente, Ben está enamorado de Raquel, lo cual condiciona todo el desarrollo de la historia. John Huston da forma y vida a un Western crepuscular, semi olvidado, acerca de uno de los pilares sobre los que se han levantado los EE.UU., el racismo. No por causalidad, la novela de origen es de Alan LeMay, el mismo autor que pergeñó The Searchers. Huston rueda con su ecléctico y efectivo estilo visual y narrativo pero manteniendo un elegante aliento fordiano, tanto en la puesta en escena de interiores como en la concepción de ciertas escenas de acción, tanto en la escritura de los diálogos como en la experimentación con el color. Acompañando a Lancaster y a Hepburn, nos encontramos con Audie Murphy, Lilian Gish, Charles Bickford o John Saxon. Una de esas trágicas historias “con final feliz” que no suelen gustar al público más standard pero que hará las delicias del espectador más sofisticado. Aunque conviene tener en cuenta que el propio Huston ha renegado de esta película en An Open Book, su maravillosa autobiografía.

viernes, 25 de marzo de 2016

Solo en la noche (Aka Somewhere in the Night )

3*

Una vez acabada la 2ª Guerra Mundial, un hombre amnésico vuelve a Los Ángeles para intentar averiguar qué diantres le ha pasado y, sobre todo, para averiguar quién es realmente. Extraño thriller del gran Joseph Mankiewicz, con el protagónico de un desconocido y malogrado actor, John Hodiak, y la presencia del siempre admirable Richard Conte, en un papel irónicamente diseñado y asignado (por cierto, el personaje femenino, al que pone rostro Nancy Guild, es muy atractivo y moderno). No se trata de uno de los films más conocidos del director y ni siquiera estamos ante una gran obra. Sin embargo, como todo lo que hizo el creador de Eva el desnudo, se trata de una película estimable, sin grandes errores y con varios aciertos atractivos, en la misma línea que la novela de Patrick Modiano, Calle de las tiendas oscuras. Tal y como escribe Christian Aguilera, en su brevísimo retazo sobre la película, todo el relato “se mueve permanentemente en una zona de sombras, a imagen y semejanza del tormento síquico que padece” el protagonista, lo que obliga al director a utilizar un estilo casi expresionista, de espacios oscuros y retorcidos, levemente iluminados. Dentro de una cierta confusión argumentativa, en todo caso, el suspense se mantiene convenientemente, lo que hace interesante seguir la trama así como resolver el misterio. Además, el argumento hace cabida a varios cáusticos diálogos y a ciertas chispas de ingenio y, además, aparecen convenientes homenajes a varios tópicos del género noir. Segunda obra como director de uno de los mejores guionistas de la historia de Hollywood.

No profanar el sueño de los muertos

3*

Una máquina que emite radiaciones ultrasónicas, diseñada para acabar con los insectos de la campiña inglesa del Distrito de los Lagos, produce la resurrección de los muertos, que se levantan sedientos de sangre y con muy malas pulgas. Un variado conjunto de personajes que se hallan por la zona habrán de hacerles frente. A medio camino entre el stablishment atrofiado de la década de los sesenta y la experimentación propia de la irredenta década de los setenta (es decir, con un conflicto generacional de fondo), Jorge Grau regala a la cinematografía española su clásico film sobre zombies, en la estela de La noche de los muertos vivientes, con ciertas situaciones y un “primer final” parecidos pero con ciertos rasgos personales (por ejemplo, los zombies son capaces de ejecutar ciertas acciones coordinadas). Con apuntes sociológicos y, sobre todo, ecológicos, la película cuenta con la icónica presencia de Arthur Kennedy (¡grandes actores, en horas bajas, poniendo su talento en distintos productos de serie B!) así como de un buen puñado de actores de reparto con gloriosas e interesantes filmografías (José Lifante, por ejemplo, pero también Cristina Galbó o Raymond Lovelock). En definitiva, una película muy disfrutable, que tuvo que rodarse en coproducción y con una puesta en escena y unos maquillajes ciertamente estimables, además de una agradecida “clean-direction”, como escribe Peter Dendle en su The Zombie Movie Encyclopedia.

martes, 22 de marzo de 2016

El único superviviente (Aka Lone Survivor)

1.5*

Camaradería de asesinos profesionales (los Navy Seals), entre misiones antiterroristas, conversaciones familiares en mitad de los montes afganos donde viven los Talibanes y mucha, muchísima sangre aguerrida y unas gotitas de “buen rollito” (como la escena de los pastores). Desde el principio al final de esta épica patriotera, tenemos lenguaje militar (“afirmativo”, “negativo”, “Spartan a base, cambio”, “aquí centro táctico”, etc.), tecnología de ultimísima generación, una música minimalista machacona, cámara desenfocada en mano, sangre digital y “un contacto de la hostia con los del otro bando” (sic). Lo más destacable del film es la idea que parece sugerir: que de vez en cuando, incluso a los matones de patio de colegio también les dan una buena patada en el culo. Y, así, como escribió Irene Crespo en Cinemanía, tenemos un título con spoiler. Igual es la única forma de hacer cine bélico que no sea pro-bélico. Ver a 4 Seals saltando a un supuesto precipicio como si fueran los Take That en el escenario ya es para mear y no echar gota. Como la calidad y convicción de los maquillajes. O como la saturación de la pista de sonido. En fin, carne procesada de la buena, recomendable para todos aquellos que han crecido con el cine de acción rancio, musculado y ultraconservador de la Golan-Goblus. O, bien, para quienes desayunan Fast & Furious por la mañana y, de repente, se dan cuenta de que tienen un Seat Ibiza que todavía no han pagado y están en el paro. “Ahh, coño, pues al ejército”. ¿Os acordáis de Southern Comfort? Pues de ese palo. Pero, eso sí, sin la clase, el arte y la malicia de Walter Hill. De hecho, al final salen las fotos de los “héroes” reales, los de la operación Red Wings original. A quienes van dedicada la película (sic).

domingo, 20 de marzo de 2016

Ejecutor (Aka Raw Deal)

2*

Hamlet exclamó que olía a podrido en Dinamarca. En esta película huele a republicanismo que se mata. Arnold Schwarzenegger se mete en una de esas historias policiales tan queridas por el cine ultraconservador de la década de los ochenta sobre un agente que debe infiltrarse en una organización criminal de Chicago para darles su merecido a los capos pero, también, para vengar la muerte de alguien. ¡Cómo se nota la mano ítaloamericana de los guionistas! Los diálogos son particularmente simplones; la interpretación de Arnold es tan acartonada (y engominada) como siempre; el contexto familiar y de pareja de la trama es tan absurdo que fuerza a la risa. Ni siquiera las escenas de acción son especialmente creíbles o tensas. De hecho, estamos ante uno de los trabajos más flojos de su protagonista, que acababa de realizar Conan, el bárbaro y Terminator y estaba en busca y captura para su papel de Depredador. Forma un tándem adecuado con otro semi éxito de la época, la clembuterada Comando. Sin embargo, conviene destacar la curiosa y aceptable galería de actores secundarios: un detective de lo oculto, un malo de Bond, la mujer de un caza recompensas, un traficante de droga colombiano, etc. Tras la cámara, el británico John Irvin, autor de Los perros de la guerra, Historia macabra y La colina de la hamburguesa, tres pequeños clásicos del cine VHS y Betamax de videoclub.

martes, 15 de marzo de 2016

Mis 5 películas de ciencia ficción clásicas imprescindibles (1):


-       Metrópolis (1927).
-       Ultimátum a la tierra (1951).
-       Planeta prohibido (1956).
-       La invasión de los ladrones de cuerpos (1956).
-       El tiempo en sus manos (1960).




lunes, 14 de marzo de 2016

Bad Boys

3.5*

Casi en la misma época en que el cine quinqui español intentaba retratar la delincuencia juvenil, poniendo el acento (en la mayoría de los casos) en los procedimientos criminales, Rick Rosenthal ofrece esta despiadada crítica del sistema correccional USAmericano, con el protagonismo de Sean Penn, en un personaje que parece el joven Terry Noonan, de El clan de los irlandeses, pero 7 años antes. Para ello, el director se apoya en un soberbio guión, escrito por Richard Di Lello, quien luego tendría un momento de gloria con su trabajo en Colors: Colores de guerra. La película ofrece un duro retrato de la vida de un puñado de chavales de clases bajas y trabajadoras de Chicago y la trama ofrece los suficientes elementos sociológicos para trascender el momento en que se filmó. De hecho, se nota un esfuerzo por introducir casi todos los puntos de vista en conflicto: desde las condiciones familiares desfavorables a la lucha entre etnias y razas; desde la vida de las pandillas al juego de poder, cuasi carcelario, de los reformatorios; desde las pulsiones de la adolescencia hasta la preocupación de los padres; desde el círculo vicioso de la violencia (alimentada, en parte, por los mass media), hasta la poca utilidad de unas instituciones que, realmente, no hacen el 100% por ayudar a quienes lo necesitan. Sean Penn comenzó a labrarse su fama de actor rudo y convincente, a la par que vendía papeletas para hacerse con el título de “malo de Hollywood”. El tiempo le ha dado la razón, como a otro rebelde sin causa anterior a él, James Dean. Como un Rebeldes o un Diner cualquiera, de este film también saldrían varios actores exitosos: Clancy Brown, Esai Morales, Alan Ruck y Ally Sheedy.

Made in USA (Aka The Kentucky Fried Movie)

3*

Made in USA (Aka The Kentucky Fried Movie) es una sucesión de sketchs de humor que vertebran un visión ácida y satírica de buena parte de los EE.UU. de finales de la irredenta década de los setenta: un país que ya le daba la espalda, definitivamente, a la liberación de los sesenta para encauzarse por el camino del convencionalismo neoliberal de la ultra conservadora década de los ochenta. John Landis pone en imágenes el guión de los hermanos Zuker y de Jim Abrahams (los creadores de Aterriza como puedas y Top Secret, entre otros) y presenta un conjunto de parodias, más o menos escatológicas, más o menos ingeniosas, sobre diferentes tópicos del American Way of Life, desde los noticiarios hasta las películas de karatekas, desde los anuncios de TV hasta los juicios televisados, pasando por todo tipo de sátiras y homenajes al cine y a su historia (incluso hay una escena en un estrambótico y personalizado Feel-a-Rama). Entre el equipo artístico, encontramos cameos de George Lazenby, Donald Sutherland, Rick Baker o Forrest J. Ackerman. Por momentos chispeante, por momentos erótica, por momentos sin gusto, por momentos muy divertida, el film conforma un buen díptico sobre algunos de los principales valores de la nación, con un humor basado en el gag y en el juego de palabras, y que, en la forma y en el fondo, se muestra coherente con el espíritu combativo del director y de los guionistas. Se aconseja visionar junto con American Raspberry y Tunnel Vision. Y, ¿por qué no?, también con Movie, Movie, de Stanley Donen, una obra en el que se parodian distintos subgéneros Hollywoodienses (los musicales de Broadway, las películas de boxeo y las cintas bélicas de la 2ª G.M.).

El estrangulador de Boston (Aka The Boston Strangler)

3.5*

La simultaneidad es una de las principales características de la realidad. Lo que ocurre en el mundo ocurre simultáneamente, todo a la vez. Entrelazado, sin jerarquías, instantánea y enlazadamente. Sin embargo, la literatura, la historia o el cine tienen serios problemas para dar cuenta de este fenómeno. Por eso es sorprendente este film de Richard Fleischer sobre los espeluznantes crímenes de Albert DeSalvo y sobre las investigaciones policiales para atraparlo. Como si del primer Sev7n se tratara, Fleischer escarba en los bajos fondos bostonianos para ofrecer un retrato de las filias, obsesiones y maldades que se esconden tras la forma de vida, digamos normal, de la sociedad capitalista postindustrial, una sociedad cruel, en la que casi todos nos vamos torturando mutuamente. Y lo hace con un espíritu casi documentalista, que va siguiendo, secuencia a secuencia, todos los intentos llevados a cabo por la policía para capturar al estrangulador. Intentos que se muestran virualmente mediante el recurso de la división de la pantalla en pequeñas ventanas simultáneas. Así, el espectador puede percibir varios de los acontecimientos que están ocurriendo a la vez así como varios puntos de vista. De acuerdo con Baudrillard, aquí la historia, que todavía no ha muerto, muestra buena parte de la información en tiempo real, simultáneamente, aunque “siguiendo” el punto de vista del creador. Además, también se muestra el modus operandi del propio estrangulador, lo cual acerca la obra al psychothriller contemporáneo. Esta es la principal característica formal del film, su visión caleidoscópica. Bueno, ésta y la colosal interpretación de Tony Curtis. Una obra pionera, tremendamente bien narrada, con una fascinante composición de planos y una sorprendente modernidad psicológica y criminal. Una obra maestra del relato policial.

viernes, 11 de marzo de 2016

Sin límites (Aka Limitless)


2*
Con una factura de thriller conspiranóico y supuestamente cool, el film sigue las andanzas de un ser humano, normal y corriente, al que le cae en las manos la llave para ampliar las puertas de su percepción. Esa llave es una pastilla. Y, como en Matrix, la pastilla le hará ver la verdad de todo lo que le rodea. Pero, como en Matrix también, la pastilla también tiene efectos secundarios. Versión cutre-charcutera y facilona de El club de la lucha (del gran David Fincher), sobre la base de una droga química experimental que hace a las personas mejorar sus capacidades intelectuales, que no las morales, las sociales o las éticas. En fin... Como el Paul Verhoeven de El hombre sin sombra, Neil Burger hace a su protagonista (Bradley Cooper) dedicarse a hacer alguna republicanada: en este caso, a ganar dinero. No a crear o a ayudar a los demás. No a resolver los problemas de una persona, de una ciudad, de un país, sino a invertir en bolsa para forrarse de pasta. En fin… Chorreaduras de triunfador y moralinas a parte, que también las tiene, la película es, como bien dice Roger Ebert, una excusa  perfecta para que el espectador utilice el 15 o el 20% de su cerebro. Todo lo demás, tal cual, es apariencia, situaciones y diálogos gastados y, para thrillerizar covenientemente el asunto, escenas de acción inverosímiles y sacadas de lugar. Para darle a todo el conjunto una patinilla de qualité, aparece un Robert de Niro yuppie y malvadillo. Como contrapunto a la espeluznante chorrada que tenemos entre manos, últimamente se ha corrido la voz de que las élites mundiales usan una droga parecida, por eso son tan listos, guapos, ricos y despiadados. En fin… (otra vez). Aunque, en realidad, probablemente, las usen todas. O ninguna.