domingo, 31 de agosto de 2014

Mis 5 imprescindibles de Stanley Kubrick:

-       Espartaco (1960).
-       ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú (1964).
-       2001: Una odisea del espacio (1968).
-       Barry Lyndon (1975).
-       La chaqueta metálica (1987).

Europa One (Aka Europa Report)

3*

La primera misión comercial espacial viaja a Europa, una de las 67 lunas conocidas de Júpiter, para explorar la posibilidad de encontrar agua y algún rastro de vida bacterial en su superficie o en las supuestas profundidades heladas. Sin embargo, una serie de problemas complica lo que, en principio, iba a ser una estricta aunque valiosa investigación científica y, de hecho, se llega a romper la comunicación con la tierra. Con un presupuesto limitado y algunos recursos cinematográficos recurrentes, el director ecuatoriano Sebastian Cordero presenta una efectiva película de ciencia ficción, excelentemente montada y con elementos de Abyss, 2001, una odisea del espacio y de Gravity. La forma del film, con constantes planos fijos, asegura un carácter científico (como la escena de la Hydrozina) que le viene muy bien a la trama, un survival glosado a posteriori gracias al metraje que los tripulantes de la misión han ido grabando con las cámaras de la nave. El efecto final, de poderosas pero sutiles resonancias vitales, se queda fijado en la memoria del espectador durante días, algo de lo que muy pocos productos de estas características pueden presumir.

Ruckus, el alborotador (Aka Ruckus)

2*

En 1982, Sylvester Stallone fua acorralado en un pequeño pueblo de Oregon. Sin embargo, dos años antes, se rodó esta pequeña producción, mucho más bienintencionada y light que el film del gran Ted Kotcheff. La excusa argumental es la misma que dicha película, aunque el resultado es bien distinto. De hecho, es una mezcla bastante sorprendente de drama, thriller, comedia y romance, con un gran espacio para la cartoon action (el “alboroto” del título), salpimentada con música country del condado de Madoc, donde tiene lugar la trama. El justamente olvidado Max Kleven aprovecha un reparto de pequeñas estrellas de la época (Dirk Benedict, Linda Blair), absolutamente inverosímiles en sus respectivos papeles, al que añade un selecto grupo de excelentes secundarios USAmericanos (Ben Johnson, Richard Farnsworth y Matt Clark). Sin embargo, todos juntos no consiguen insuflar energia ni dramatismo a un guión repleto de tópicos, patochadas y contradicciones, porque ¿cómo se puede rodar una historia en la que todo un pueblo persigue a un veterano de las fuerzas especiales mientras éste seduce a la hija del potentado local y se la lleva a la feria?

viernes, 29 de agosto de 2014

El sabor del miedo (Aka Taste of Fear)

3*

Después de 10 años, Penny Apleby, postrada en una silla de ruedas, regresa a casa de su padre, un inmensamente rico hombre de negocios. Sin embargo, desde la primera noche, comienzan a sucederse extraños y horribles sucesos que pondrán en riesgo la salud mental de Penny. Susan Strasberg, la hijísima del gran Lee Strasberg, es la protagonista de este thriller psicológico a mitad de camino entre Luz de gas, Sombras acusadoras y Psicosis con algún que otro elemento proveniente del cine de Losey, por mor del guionista. Lo curioso del film es que detrás está Michael Carreras, el legendario productor de la mítica Hammer. En la columna del haber hay que anotar la trama, francamente sorprendente, escrita por el todoterreno Jimmy Sangster; las interpretaciones, más que solventes, incluida la de Christopher Lee; la fotografía, de ese grandísimo operador que fue Douglas Slocombe y del que casi nadie se acuerda; una puesta en escena sutil como pocas; y el paranoico clima final. En su debe, sin embargo, hay que apuntar un cierto enrevesamiento argumental; alguna escena pillada por los pelos (como la de la búsqueda en la piscina); y la escena del comienzo, que da una pista bastante buena, si se sabe seguir. Del mismo director, el inglés Seth Holt, convendría rescatar su magnífica A merced del odio, con Bette Davies, estrenada solo cuatro años después (1965).

Aquel inolvidable verano (Aka A Summer Story)

3.5*
Como un Muro de Berlín mucho más sutil y poderoso, el velo del clasismo recorre la sociedad inglesa y la divide en dos. Y muchas son las manifestaciones artísticas que han intentado describir, explicar e interpretar dicho muro para luego jutificarlo o criticarlo. John Galsworthy presta al director Piers Haggard uno de sus más reputados cuentos (The Apple Tree) sobre el descubrimiento del amor y la pasión lozana en un inolvidable verano, mediante una velada simbología que no esconde su influencia cristiana. La historia gira en torno a un idealista joven de buena posición que se tuerce un tobillo recorriendo el countryside inglés, en compañía de su terrenal amigo, y ha de alojarse en una granja cercana para recuperarse de su lesión. Allí, se enamorará de una jovén campesina a la que prometerá volver a ver cuando resuelva unas cuestiones en Torquay. Sin embargo, diversas situaciones azarosas marcarán el destino de ambos, de una forma trágica y muy descompensada, como es habitual en la vida real. La película está extraordinariamente bien rodada y montada, con esa elegancia típica del mejor cine británico de época y el film deja un poso final bien triste y melancólico a propósito de lo injusta que es la vida y las sociedades que conocemos y, también, a propósito de lo mentecata que puede llegar a ser la juventud.


domingo, 24 de agosto de 2014

Esta tierra es mi tierra (Aka Bound for Glory)

3.5*

Aunque no tenga nada que ver con el canto a la libertad de Jean Renoir, Esta tierra es mi tierra es un biopic maravilloso. Está basado en la autobiografía de Woody Guthrie, Bound for Glory, y relata su periplo por tierras USAmericanas durante la Gran Depresión, viajando en ferrocarril desde Texas hasta California. La trama está cosida a mano con pequeñas escenas costumbristas que van mostrando el ambiente de miseria y explotación de la época a la vez que van elaborando la personalidad del mítico compositor country-folk, padre espiritual de ese bunch contestatario que une tanto a Johhny Cash como a Pete Seeger, tanto a Bod Dylan como a Joan Baez. Por otro lado, David Carradine redondea un personaje legendario, sin huir de las escenas musicales, y al que le imprime un aura a lo Tom Joad. Por cierto, el papel fué ofrecido a Kris Kristofferson y a Tim Buckley pero el primero lo rechazó y el segundo murió antes de decidirse el casting final. Con este tipo de films, sin duda alguna, una generación entera cambió la forma de hacer cine en Hollywood, como explica Peter Biskind en su imprescindible Easy Riders, Raging Bulls. Cuidado con algunas versiones, como la que distribuye la propia Fox, porque el master es desastroso, con una colorimetría sepia, casi sin luz, y una resolución patética. Con seguridad, el espinoso Hal Ashby y el legendario Haxkell Wexler se tirarían de los pelos al contemplar dicha copia. Esta película es famosa, también, por la introducción de la steadicam de Garrett Brown.

Safe House (Aka El invitado)

2*

El proscrito ex-agente de la CIA Tobin Frost (Denzel Washington), arrepentido de su trabajo, consigue documentos que pueden poner contra las cuerdas a varias agencias estatales de espionaje. Al mismo tiempo, un inexperto agente de la misma agencia (Ryan Reynolds), encargado de vigilar un piso franco en Ciudad del Cabo, tiene que protegerle de varias personas que quieren acabar con su vida. En el interim, irá comprendiendo la verdadera naturaleza de su trabajo, hasta hacerle dudar de la ética de sus superiores y, por tanto, de sus propias lealtades. Un “más de lo mismo”, mil y una veces visto (saga Bourne presente), con más relleno de lo habitual (como la trama con la novia) y que, además, está muy torpemente escrito. De hecho, House Safe es una chorrada liberal bienintencionada, repleta de tópicos y con un alto nivel de fantasmadas de acción. A su favor, sin embargo, hay que mencionar las competentes (sin más) interpretaciones del plantel protagonista (los mencionados más Brendan Gleeson, Vera Farmiga, Rubén Blades, Robert Patrick y Sam Shepard), aunque, para ser justos, Denzel Washington vuelve a ofrecer, de forma rutinaria, uno de esos papeles a los que nos tiene últimamente acostumbrados.


miércoles, 13 de agosto de 2014

Mis 5 directoras imprescindibles a recuperar:


-       Ida Lupino.
-       Barbara Koople.
-       Allison Anders.
-       Chantal Akerman.
-       Jacqueline Audry.


martes, 12 de agosto de 2014

Slacker

3*

En 1974, Luis Buñuel sacó la cámara para seguir con su estilo surrealista a una serie de personajes atrapados en su propia vida. Las escenas y las historias estaban conectadas por el puro azar y solo mostraban una continuidad arbitraria, tanto respecto de la línea narrativa temporal como espacial. Pero no era la primera vez que se llevaba a cabo un experimento de esta clase. En La ronda, Max Ophüls mostró las pulsiones sexuales y amorosas de la Viena fin de siècle a través de una serie de estampas nocturnas cuyo lazo de unión era un personaje que encadenaba una escena con la siguiente. La base literaria, más que teórica, era la obra de Arthur Schnitzler. Sobre esta doble inspiración, cinematográfica y literaria, Richard Linklater estrenó su primera película, producida, escrita, rodada y protagonizada por él mismo en 1991. La idea consistía en mostrar una parte de la población urbanita de Austin, a comienzos de la década de los noventa, para hacerles interactuar, para hacerles hablar entre ellos, para exhibir su perdida de valores y su ausencia de anclajes vitales, para expresar su nihilista holgazanería y, sobre todo, para articular la compleja, rica e irónica personalidad de su director, que lo mismo te habla sobre Videodrome y Dostoievski que sobre el anarquismo catalán y el infierno de la sociedad consumista. El resultado no es apto para todos los públicos salvo para los que hayan sentido el aburrimiento del flâneur, como muestra Kevin Smith en Clerks.

El merodeador (Aka The Prowler)

3*

Como escribe Javier Coma en su imprescindible Diccionario de la caza de brujas, Joseph Losey, acusado por el Macarthismo, tuvo que exiliarse a Gran Bretaña a finales de 1952, donde continuaría su carrera con un buen puñado de obras prestigiosas, tanto en cine como en teatro. Sin embargo, con anterioridad, Losey había ya realizado un buen puñado de buenas películas. En este caso, se trata del segundo de los films de serie negra que Losey rodó al inicio de su carrera, junto con El forajido, M y Larga noche. Es curioso pero este humilde film noir no denuncia la corrupción política ni la policial, ni describe una sociedad podrida hasta los huesos ni una forma de vida represiva y vulgar. Este film noir, simplemente, describe una atracción sexual más poderosa que el disparo de una magnum. Bueno, y también el mundo de las apariencias sociales y de la falsa honradez. El agente Webb Garwood (Van Heflin) acude con su compañero a una casa residencial donde vive una mujer (Evelyn Keyes, por entonces casada con John Houston, quien produce la película junto con Sam Spiegel para el sello Horizon), que ha denuncia la presencia de un merodeador. Webb, un policía cínico y descontento con su trabajo, poco a poco se va enamorando de la mujer hasta que descubre que está casada. Aún así, la corteja y la consigue. Hasta el momento que el marido lo descubre y surje la posibilidad de hacerlo desaparecer, aprovechando la denuncia anterior. Por cierto, la voz que se escucha en la radio, que se supone que es la del marido, es realmente la voz del guionista, el gran Dalton Trumbo. Y una última advertencia: no confundir con el clásico slasher de los ochenta de mismo título.

 

lunes, 11 de agosto de 2014

Attack the Block

2.5*

Simpática pero muy sobrevalorada comedia adolescente de horror-ficción, acerca de una gang de chavales londinenses que ha de enfrentarse a una invasión alienígena localizada en su propio barrio. Y, más en concreto, en su propio bloque de viviendas. Joe Cornish sintetiza elementos de varias producciones icónicas (desde Los Gremlins y Los Goonies hasta Señales, Super 8 y 28 días después) y destila un producto que conecta con las generaciones más jóvenes gracias a coquetear continuamente con el mundo del videojuego y sus valores nihilistas y militaristas (Gears of War, por ejemplo). El guión está repleto de vacuidades adolescentes, un humor presumiblemente fresco pero bastante burdo, varias situaciones previsibles y ligeras pinceladas sociales si bien el suspense y los efectos especiales, humildes pero muy efectivos, ayudan a digerir esta curiosa producción británica, sin más ambición que la de pasar un buen rato, en la línea de Zombies Party

Indiana Jones en busca del Arca perdida (Aka Indiana Jones: Raiders of the Lost Ark)

3.5*

Producción de bajo presupuesto que Steven Spielberg transforma en un blockbuster Hollywoodiense en toda regla, llevando a las salas de todo el mundo un refrito de varias historias de aventuras, especialmente de seriales de TV de los cuarenta y cincuenta (Secret Service in Darkest Africa), de Las minas del Rey Salomón, de la película francesa El hombre de río y de El secreto de los Incas. De hecho, el propio personaje de Indiana Jones tiene en el papel de Charlon Heston un evidente antecedente y no solo por la forma de vestir o por su personalidad dual (profesor de día, arqueólogo/aventurero de noche). En todo caso, conviene recordar que la imagen final de “Indi” se debe al diseño visual de Jim Steranko. Además, Spielberg cita/copia mil y un planos, escenas y encuadres de otras películas de aventuras, transformano así En busca del Arca perdida en una película cinéfila en la que la única novedad de relieve es la introducción de las pasiones esotéricas y ocultistas de los nazis, siguiendo las obras de Jacques Bergier y otros pícaros. Más allá de las censuras y reprensiones de esta PastillaCrítica, estamos ante una obra icónica y un éxito comercial sin precedentes, que daría pié a tres secuelas más y que está excelentemente rodada y montada. Igualmente, despliega una fotografía grandiosa del gran Douglas Slocombe. Por cierto, en Indiana Jones y el templo maldito, la primera continuación de esta película, Spielberg también copiaría una escena mítica de otro film, El legado del diablo, donde un cuasi zombie R.G. Armstrong extrae un corazón palpitante en una truculenta y satánica orgía de venganza.