lunes, 30 de septiembre de 2013

Mis 5 imprescindibles de Martin Scorsese:


-       Taxi Driver (1976).
-       Toro salvaje (1980).
-       Historias de nueva York-Apuntes del natural (1989).
-       La edad de la inocencia (1993).
-       No Direction Home: Bob Dylan (2008).



sábado, 28 de septiembre de 2013

Wall Street

3.5*
Dedicada a Jonay Rodríguez Quintana
Robert Rosenstone sostiene una polémica tesis: que Oliver Stone es uno de los más interesantes historiadores USAmericanos actuales y que su obra cinematográfica ofrece una representación historiográfica que merece un análisis más profundo que el que habitualmente se reserva al llamado cine histórico. Especialmente su trilogía sobre la Guerra del Vietnam, aunque también otros films como JFK, una obra maestra del montaje narrativo y del claroscuro político. Hay quienes han acusado al director de ambigüedad moral (antes) y de izquierdismo ciego (ahora) pero el visionado sosegado de su cine da como resultado una opinión que puede hacer más justicia a las intenciones y a los resultados de su controvertida obra. Wall Street ofrece un contundente y convincente retrato sobre el capitalismo salvaje, en particular sobre el monopoly en que se ha transformado la economía financiera, espoleada por un puñado de brokers proletarios y dirigida por un selecto grupo de inversores sin escrúpulos. Por el camino, Stone afila su crítica contra la ambición desmedida y contra el poder del dinero, causas de la putrefacción moral de una buena parte de las sociedades contemporáneas. Además, introduce un retrato moral de dos generaciones, las representadas por Martin Sheen y por su hijo Charlie Sheen, en base a sus respectivos valores y aspiraciones. La película se completa con un acertado trabajo de Hal Holbrook, Terence Stamp y James Karen así como con una impresionante composición de Michael Douglas en el papel de Gordon Gekko, un atractivo y ambiguo tiburón financiero. Sin embargo, tanto Sean Young como Daryl Hannah decepcionan en sus papeles (especialmente la segunda). Por último, tanto la BSO, de Stewart Copeland, como los efectos de sonido y la fotografía (del gran Robert Richardson), aportan un sutil suplemento semiótico a las intenciones del film. A propósito, Martin Scorsese tiene lista su aproximación al tema, The Wolf of Wall Street.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Beyond Re-animator

1.5*

La Fantastic Factory, en lo que supone un loable intento por implantar una industria del cine de terror en España, ha coproducido 9 películas de género entre los años 2000-2006, rodadas en la piel de toro y con la colaboración técnico-artística de distintos profesionales patrios. El espectro se mueve entre la estimable Dagon, la secta del mar y las costrosas Arachnid o Rottweiler, por ejemplo. En este caso, la idea era continuar temáticamente el filón abierto con Re-animator, una auténtica cult movie de los ochenta que mezclaba con cierto tino el terror y la comedia bajo la apariencia de una historia lovecraftiana. Brian Yuzna (sí, el creador de las apreciables Society y La novia de Re-animator) dirige un excremento cinematográfico que no satisface ni a los seguidores del fantaterror ni a los seguidores de las comedias más descacharrantes. Para terminar de redondear este bochornoso film, la película acusa un humor soez (ciertamente apropiado para un público pustulante), unos efectos especiales mugrientos y unos actores particularmente desencajados como Elsa Pataky y Santiago Segura (más allá de la belleza interpretativa de la una y del desparpajo genético del otro). Sin embargo, y casi como único input, la película cuenta con la presencia del protagonista de la saga Herbert West, el propio Jeffrey Combs. En definitiva, una muestra más del infinito y pulutante infracine que se perpetra en uno y mil lugares de este, nuestro querido y sorprendente orbe.




martes, 24 de septiembre de 2013

Solo los ángeles tiene alas (Aka Only Angels Have Wings)

3.5*
Dedicada a Pilar Mera
Howard Hawks decía que una película, una motion picture, debía ser, ante todo, motion, es decir, movimiento. Y tanto si se rueda una comedia, un western o un drama hay que entretener al espectador introduciéndole en la historia con detalles reconocibles y cercanos, con personajes de verdad y con diálogos reales. Si, además, se introduce una trama con suspense, que despierta la curiosidad y el interés del público, la receta está completa. En esto, el director de La fiera de mi niña, era un auténtico especialista, como lo demuestra en este pequeño clásico del cine de aventuras. La historia gira en torno a una empresa de mensajería aérea que realiza sus servicios entre Barranca, una ciudad portuaria en el Pacífico, y las peligrosas montañas de los Andes. Geoff Carter (Cary Grant), el gerente, un hombre indómito, debe manejar los negocios de la empresa mientras se enfrenta a los problemas personales, económicos y amorosos de los pilotos y de la gente que le rodea. Y a los suyos también. En este film, Hawks, que intimó con todos los géneros posibles, recupera un motivo parecido al de Lord Jim de Joseph Conrad, sobre un hombre que debe redimirse de su pasado. Y lo hace en ese contexto de amistad y camaradería viril que tanto frecuentó en su filmografía y que tan buenos réditos artísticos le proporcionó (tanto desde el punto de vista ético como cinematográfico, transformándose en un experto en los retratos de grupo). Por cierto, Hawks introduce una historia de amor (con una difuminada Jean Arthur) y memorables escenas de acción. La Columbia proporcionó el equipo técnico y artístico que necesitaba (Jules Furthman, Joseph Walker, Dimitri Tiomkin, entre otros)



Exterminio (Aka Virus)

3*

Un virus devastador, el MM88, asola la tierra y acaba con la humanidad, dejando un puñado de supervivientes en la Antártida, ya que el frío impide la reproducción del virus. Retrato apocalíptico de la lucha por la supervivencia, dirigida con un relativo control del pulso rítmico y sentido dramático por el director japonés Kinji Fukasaku, que luego se haría famoso por su Battle Royale, aunque la historia adolece de una buena porción de sensiblería gratuita y de un exceso de escenas lacrimosas, enfatizadas por una BSO romanticona. Además, hay alguna que otra secuencia irrisoria (como la del viaje a pie de Yoshizumi) y, a la postre, la historia se hace un tanto larga. Sin embargo, el planteamiento, en general, es sólido, las escenas de debate moral están bien resueltas y la tensión se dosifica con efectividad (como en La hora final), aunque el final es parcialmente anticlimático y la trama cuenta con varios descuidos explicativos. La película, por último cuenta con un variado y solvente reparto internacional (Glenn Ford, Arthur Kennedy, Edward James Olmos, Robert Vaughn, Masao Musakari, Sonny Chiba, Henry Silva, Olivia Hussey, Chuck Connors), espectaculares y variadas localizaciones y una fotografía del siempre correcto Daisaku Kimura, que luego dirigiría Mt. Tsurugidake (2009). Por cierto, atención a los planos de grupo.


sábado, 21 de septiembre de 2013

La oscura noche del espantapájaros

2.5*
Curioso telefilm USAmericano de terror con un argumento sencillo y original: Bubba Ritter (Larry Drake) es un retrasado mental al que unos lugareños acusan de haber matado a una niña. Huido a su casa, decide esconderse en el interior de un espantapájaros. Pero los lugareños siguen su rastro y comienzan a torcer las cosas. Frank De Felitta, guionista de un par de obras menores del horror de finales de los setenta y comienzos de los ochenta, entrega una historia sobrenatural bien realizada, con una técnica cinematográfica básica, poco elaborada, pero muy efectiva, especialmente para un público juvenil. Además, entrega a la historia del cine una escena que Peter Weir calcaría más adelante en Único testigo así como varios momentos particularmente terroríficos. Hay que subrayar la sorpresa al intentar utilizar el lado siniestro de una figura (la del espantapájaros) que, a priori, puede parecer poco proclive a su horrorificación, más allá de El mago de Oz. Aunque, de hecho, varias películas han intentando, con poco éxito, transformarle en un psychokiller, como Zona restringida (Scarecrows). La BSO, de Glen Paxton, desarrolla una partitura que simplifica las sofisticaciones orquestales previas, como las de The Stately Ghosts of England. Por otro lado, la versión doblada al castellano tiene una pista de audio infame.


jueves, 19 de septiembre de 2013

Cara de angel (Aka Angel Face)

3.5*

Una película ciertamente curiosa por cuanto supone una más de las espléndidas incursiones de Otto Preminger en el terreno del film noir para subvertir alguna de sus premisas, como ya hiciera con Al borde del peligro o con Vorágine. En este caso, una angelical femme fatale (Jean Simmons), egoísta y manipuladora, no consigue convencer al indeciso enfermero Frank Jessup, interpretado por Robert Mitchum, para que le ayude a cometer un crimen. Crimen que, sin embargo, acaba sucediendo y por el que ambos son acusados. Sin embargo, Simmons se arrepiente de lo ocurrido y pretende declarar la verdad; a continuación se produce un juicio del que ambos son absueltos; la ex pareja de Mitchum no le acepta cuando pretende regresar a su lado; y, finalmente, la despechada Simmons acaba reventando su plan original, lo que pone en duda las sospechas del espectador sobre sus auténticos sentimientos. Con un final un tanto previsible, Preminger se sirve de un correcto guión de Oscar Milliard y Frank Nugent (tras su participación en El hombre Tranquilo) y perfila una solvente producción de Howard Hughes para la RKO, con la música del siempre acertado Dimitri Tiomkin. Las pasiones, en Cara de ángel, no son suficientes para dominar a un hombre, al contrario que en muchos clásicos del género (desde Perdición a Perversidad).


martes, 17 de septiembre de 2013

El último concierto

3*

Las simplificaciones alrededor de la música clásica abundan por doquier. De hecho, pocas son las obras de arte que retratan con fidelidad la complejidad (y, a veces, la sencillez) del mundo de la creación y de la interpretación musicales, sin mistificaciones gratuitas. Por ejemplo, Ian McEwan ofrece unas páginas maravillosas en su novela Amsterdam, un auténtico must para todo aquel interesado en estos temas. En este caso, el director novel Yaron Zilberman intenta radiografiar las relaciones humanas y profesionales que existen entre los miembros de una veterana formación, en las fases de preparación de una de las obras más densas del viejo Beethoven, el cuarteto para cuerda Op. 131. Lo que el espectador contempla es una sucesión de lugares comunes, tópicos y desvirtuaciones alrededor de un grupo de intérpretes que intentan cauterizar sus maltrechos egos y sus frustraciones personales escarbando en una partitura muy compleja, armónica y melódicamente hablando. Una partitura que aparece como una metáfora de la propia vida, por cierto. El film se basa en un guión que intenta resumir varias (si no todas las) presiones a las que se ven sometidos los músicos profesionales, en una dirección sobria que recuerda al Woody Allen de Maridos y mujeres, así como en el trabajo de los actores. Sin embargo, en este punto, poco hay que destacar, salvo el extraordinario trabajo de Philip Seymour Hoffman, un actor siempre a la altura de sus personajes pero que, en este caso, como el resto del reparto, no termina de sentirse cómodo con un instrumento de cuerda en sus manos. A pesar de todo lo dicho, la película se hace disfrutable por varios motivos e, incluso, emociona en ocasiones.


viernes, 13 de septiembre de 2013

Mis 5 personajes femeninos imprescindibles:

-       Tracy Lord (en Historias de Filadelfia, 1940).
-       Margo Channing (en Eva al desnudo, 1950).
-       Irma (en Irma la dulce, 1963).
-       Ripley (en Alien el octavo pasajero, 1979).
-       Maggie Fitzgerald (en Million Dollar Baby, 2004).




Huellas de pisadas en la luna (Aka Le Orme)

3.5*

Ejemplo señero de lo que podríamos calificar como giallo metafísico, una mezcla de literatura borgeana y Leonardo Sciascia, por ejemplo. Alice Campos (Florinda Bolkan), una traductora que tiene un sueño recuerrente en el que un astronauta es abandonado en la luna, se levanta una mañana y, al llegar al trabajo, descubre que no recuerda lo que le ha pasado los tres días inmediatamente anteriores. En la cocina de su casa encuentra una postal hecha pedazos, con una fotografía de un hotel, el Garma, lo cual le resulta un autentico misterio. Decide ir a descubrir qué ha podido haber pasado y por qué ha olvidado esos 3 días de su vida. Lo que encontrará detrás de su amnesia (mezclada con sus pesadillas) será una mezcla de cordura y esquizofrenia, algo que pondrá a prueba los hilos que todavía la mantienen en contacto con la realidad. Le Orme muestra claros antecedentes con el mundo onírico y desquicidado de David Lynch, con el mundo de Roman Polanski y, en menor medida, con el de Robert Altman (por lo menos con el de la época). Curiosamente, las escenas de ciencia ficción que, en su momento, debieron parecen muy futuristas (aunque estaban rodadas con el estilo sepia-socialista de un Tarkovski, por ejemplo), ahora forman parte del lado más retro del film. Por su parte, la parte normal de la película es, ahora, la más moderna. Convincente interpretación de Florence Bolkan y curiosa aparición de Klaus Kinski, como el profesor Blackman. Excelente desarrollo de la intriga (a base de continuos y sorprendentes detalles, algunos de los cuales, sin embargo, son un tanto previsibles), localizaciones maravillosas, fotografiadas con una compleja variedad cromática y luminosa por parte de un Vittorio Storaro pocos años antes de aterrizar en Hollywood (entre El último tango en París y Novecento) y un trabajo de dirección exquisito que, además, desarrolla su papel semántico a la perfeccion (atención, por ejemplo, a la doble escena en el embarcadero).





jueves, 12 de septiembre de 2013

La noche del demonio (Aka Night of the Demon)

3.5*

El doctor Holden (Dana Andrews), eminente parapsicológo, asiste a un congreso de psicología paranormal en Londres. Su principal colaborador, que estaba investigando la pervivencia de los cultos satánicos en la actualidad, fallece en extrañas circunstancias y su muerte llama la atención de su hija y del mismo doctor Holden, que se proponen aclararla, aunque cada uno desde una posición bien distinta (escéptico el uno, receptiva la otra), como si fueran Mulder y Scully. Sobre la base de un excelente cuento del maestro británico del ghost history, M.R. James, Night of the Demon es uno de los más inquietantes acercamientos al mundo de las sectas satánicas y el culto al demonio, dirigida con maestría por Jacques Tourneur, especialmente respecto del desarrollo del suspense y de la consiguiente tensión, lo que logra mediante un guión inteligente, que no necesita mostrar mucho (aunque cuando lo hace la decepción es evidente), y una puesta en escena robusta, concisa y elegante a partes iguales. Por cierto, al parecer, el propio Tourneur no quería mostrar al demonio pero tuvo que rendirse a las presiones del estudio (Sabre y Columbia). Lo curioso de la historia es que casi todos los entuertos de la trama ocurren por mor de la incredulidad del protagonista, un Dana Andrews de voz ronca y profunda. Sam Raimi pretendió rendir homenaje a esta maravilla con su Arrástrame al infierno.



miércoles, 11 de septiembre de 2013

La caída de los dioses

3.5*

Luchino Visconti, el conde de Lonate Pozzolo, fue uno de los grandes sibaritas de la historia del cine, hasta el punto de ser uno de los directores más manieristas del séptimo arte, especialmente en Italia. Sus intereses cambiaron desde las pautas marcadas por el neorealismo de los cuarenta y los cincuenta (La tierra tiembla o Rocco y sus hermanos) al retrato de las clases sociales más ricas, poderosas y aristocráticas (El Gatopardo o El inocente). Pues bien, dicho esto, si el espectador quiere conocer el pasado nazi de Alemania, una propuesta insoslayable sería acudir al cine de Rainer Wender Fassbinder. En concreto, a Lili Marleen o a Desesperación, por ejemplo. Aunque también hay una evocación del Tercer Reich en Berlin Alexanderplatz o en La ansiedad de Verónica Voss. Sin embargo, debería completar su visión con la obra de Visconti, especialmente con esta película. Lo primero que hay que saber es que tanto la idea como el guión son del propio director. La historia trata sobre el ascenso y el declive de una familia de vieja alcurnia prusiana, los Von Essenbecks (algo así como un trasunto de la familia Krupp), propietaria de la principal acería del país, en tiempos nacionalsocialistas (es decir, en esos extraños tiempos en los que el capitalismo de estado funcionaba con la connivencia de la iniciativa privada). La mirada del director pretende diseccionar las ambiciones y las obsesiones de esta familia, que colaboró con los nazis en la industria armamentística y que, tras varios conflictos y desaveniencias internas, terminó por sucumbir, tanto económica como moralmente, bajo la bota nazi pero también por la violencia espoleada por la propia ambición personal. La cámara no se queda quieta, se mueve constantemente por la trama, acercándose a los personajes, alejándose, dando vueltas alrededor de ellos, siguiéndoles, lo cual llega a hacerse muy explícito según avanza la trama y, por tanto, llega a revelar su naturaleza artificial. Sin embargo, el film resiste, en parte, el paso del tiempo y se alza como una afilada radiografía de la época.