lunes, 30 de abril de 2012

Mis 5 imprescindibles de John Sayles:

   


-       Matewan (1987).
-       El secreto de la isla de las focas (1994).
-       Lone Star (1996).
-       Hombres armados (1997).
-       La tierra prometida (2002).


jueves, 26 de abril de 2012

Matrix

4.5*

Uno de los grandes éxitos cinematográficos de los últimos años y todo un fenómeno sociológico a nivel mundial, que desencadenó una auténtica avalancha de imitaciones, siendo ella misma, a su vez, una suerte de imitación (especialmente del anime Ghost in the Shell y del cult comic, Los invisibles). En un futuro devastado, las máquinas tienen sometidos a los seres humanos para la satisfacción de sus necesidades. Sin embargo, para ello, deben crear un mundo virtual, Matrix, donde las mentes de los humanos llevan una vida aparentemente normal pero imaginaria. A partir de esta premisa, los hermanos Wachowski consiguen aunar en el molde de la science fiction materiales de las filosofías ciberpunk, milenarista y gnóstica, una tierna historia de amor y poderosas escenas de acción, junto con elementos de la mística judía, distintas ideas postmodernas y elementos del marxismo, de Kafka y de Lewis Carroll. A lo que hay que añadir artes marciales tradicionales, tecnología punta, un cierto regusto vintage y una BSO compuesta de pegadizos temas electrónicos. Pero, por encima de todo, la película abunda en referencias, robos y recreaciones de/a infinidad de fuentes cinematográficas. Es verdad que las interpretaciones no son grandiosas (ni siquiera las de Fishburne o Pantoliano) pero eso no fue óbice para que la cinta adquiriera la categoría de clásico reciente de la ciencia ficción, elevando a topois de la cultura popular tanto a personajes (Neo, Morfeo, el agente Smith), como a expresiones (“Ya sé Kung Fu”), grandilocuencias varias (“Tu aspecto actual es lo que llamamos una “auto-imagen residual”. Es la proyección mental de tu yo digital”) e icónicas escenas (como la de Neo esquivando las balas o la de las pastillas roja y azul). El resultado fue tan exitoso que se rodaron dos continuaciones, muy por debajo de la original (especialmente la tercera), y diversos productos oportunistas, como una serie de animación y un videojuego. Como curiosidad, el estreno de Matrix coincidió en el tiempo con el experimento sobre juegos génicos de Cronenberg, eXistenZ.



miércoles, 25 de abril de 2012

La reencarnación de Peter Proud

2.5*

Crystal Lake es algo más que el mítico lago donde Jason Vorhess murió ahogado en Viernes 13. Es también una de las localizaciones de esta modesta película de suspense psicológico, que gira en torno a un profesor universitario (Michael Sarrazin) que tiene unos extraños sueños recurrentes, en los cuales no reconoce a ninguna persona ni a ningún lugar. Para conseguir una explicación, visitará todo tipo de médicos y psicólogos. Sus sospechas le harán considerar la idea de que quizá está siendo poseído por alguien que murió tiempo ha (ahí es nada). J. Lee Thompson rueda esta cuasi inofensiva historia de reencarnaciones ilógicas y venganzas renovadas en la que lo más destacable es, sin duda, la presencia de la encantadora Jennifer O’Neill. A destacar también las escenas eróticas, bastante atrevidas para la época, especialmente una con Margot Lois Lane Kidder en la bañera. Por otro lado, ni la música de Jerry Goldsmith, ni la fotografía de Victor J. Kemper (experto en películas de naturaleza similar, como Ojos o Las dos vidas de Audrie Rose), ni el imprevisto final logran elevar el film de su factura artesanal, lastrada (además) por su excesiva duración, por varias escenas reiterativas y por una trama que cae varias veces en el tedio.

martes, 24 de abril de 2012

La caída de la casa Usher

3.5*

De las 8 películas que Roger Corman realizó sobre la obra de Edgar A. Poe, La máscara de la muerte roja es, sin duda, la mejor, aunque sea la menos fiel al relato original. Sin embargo, La caída de la casa Usher (la primera de la serie) es la más fiel al cuento en el que se inspira (descontando, por supuesto, las múltiples licencias que se toma el guionista, Richard Matheson) y la segunda mejor de toda la serie. Y es que el punto en común de todas las películas de este ciclo es que ninguna de ellas constituye una adaptación fidedigna de ninguno de los relatos de Poe –salvo alguno de los tres cuentos de Historias de Terror-, aunque sí de su espíritu. En esta ocasión, se narra la relación misteriosa y malsana que une a dos hermanos, Roderick y Madeline Usher, con la casa de sus antepasados, llena de maldad y decrepitud, hasta que el prometido de ella aparece con la intención de llevarla consigo a Boston y desposarla. Corman rodó esta película en 15 días, apoyado por el grandísimo talento de tres de sus colaboradores habituales: Vincent Price, Daniell Haller (dirección artística) y Les Baxter (score), además de contar con una fotografía en CinemaScope, elegante y carmesí, de Floyd Crosby (el operador de Sólo ante el peligro, por ejemplo). La caída de la casa Usher es una de las más absorbentes historias de la productora de Corman, la American International Pictures. El mismo año, Enrique Carreras presentaba su tríptico Obras maestras del terror, con Narciso Ibáñez Menta (1960). Por su parte, Jesús Franco se atrevió con su propia versión en El hundimiento de la casa Usher, con pobres resultados.



sábado, 21 de abril de 2012

Comando Patos salvajes II

2*

En pleno estertor de la Guerra Fría y en plena decadencia de las películas realizadas a su sombra, el jamesbondiano Peter R. Hunt rueda la enésima historia sobre un grupo de mercenarios que debe viajar a Berlín en misión suicida. En este caso, deben rescatar nada menos que a Rudolf Hess de su presidio en la cárcel de Spandau. Scott Glenn intenta no parecer demasiado ridículo al frente de la misión, junto con un nutrido grupo de grandes actores en horas bajas (como Edward Fox, Laurence Olivier o Robert Freitag). Ni siquiera la presencia de la sensual Bárbara Carrera añade mayor interés a la historia. Discordancias en el desarrollo de la acción y en el montaje, superficialidad en el planteamiento e ironía final para una película que puede ser leída como el síntoma de un cansancio generalizado sobre los conflictos morales del pasado, es decir, justo esa parte de la victoria que les queda por asegurarse a los vencedores.

miércoles, 18 de abril de 2012

Los idus de marzo

3*

Son muchas las películas que se han acercado al mundo de la política con la intención de denunciar sus vicios y de iluminar sus sombras. Los ejemplos perfectos podrían ser El político, de Robert Rossen, o El candidato, de Michael Ritchie. Sin embargo, son pocas las que, finalmente, te pueden producir las ganas de dedicarte a tan apasionada como turbia profesión. Los Idus de marzo, dirigida y protagonizada por George Clooney, es una de ellas. Y no lo decimos como un ataque sino como la constatación de que, en política (una profesión ya de por sí ambigua e inestable), o se tienen las ideas claras o la confusión puede campar a sus anchas. Clooney nos cuenta la historia de una asesor de campaña, en plenas primarias del partido demócrata, que es arrastrado a una trampa política que le puede costar el puesto. Aún así, consigue utilizar los lazos sueltos de la moral para chantajear a uno de sus superiores y, así, materializar sus sueños profesionales. Con una dirección muy austera, parca en travellings y en movimientos de cámara, y manejando a la perfección el ritmo, Clooney ofrece una mezcla admirable de cine punzante pero entretenido, repleto de referencias a la política usamericana y sin ningún tipo de afectación trágica. Incluso aparece un homenaje (una especie de cara B) al discurso de Patton la víspera del día D. Sin embargo, no alcanza más nota por lo previsible de su trama y por caer en algún que otro tópico (como el de la becaria o el de la periodista aprovechada). Maravillosa interpretación de los secundarios Paul Giamatti y, sobre todo, de esa máquina de persuasión llamada Philip Seymour Hoffman. Por su parte, Ryan Gosling está correcto en todo momento.



martes, 17 de abril de 2012

Nosferatu, vampiro de la noche

3*

El director alemán Werner Herzog, tras el éxito conseguido con parte de su heterodoxa obra anterior (especialmente Woyzeck y Aguirre, la cólera de Dios), llevó a la pantalla Drácula, la novela epistolar de Bram Stoker, sobre la base de la adaptación cinematográfica de F.W. Murnau, de 1922. Con un estilo lánguido, de un infértil esteticismo, Herzog compone una historia fría con escasos momentos terroríficos y muy abundantes puntos muertos, subrayados por un guión torpe, una errónea iluminación (propia de su forzado expresionismo), un maquillaje excesivo y un diseño de producción naturalista que alterna entre la ostentación y la mugre, poco apropiado para una historia que se crece con esa oscuridad escarlata y ese erotismo malsano que le imprimió Terence Fisher. Sin embargo, Klaus Kinski impresiona con su caracterización vampírica, si bien Bruno Ganz e Isabelle Adjani decepcionan con sus respectivos personajes. El trabajo de Popol Vuh en la BSO, termina por desbordar el vaso de la rareza en que se convirtió esta película, que quería ser muda pero no supo jugar bien sus potenciales cartas visuales. No obstante lo dicho, la película (llena de múltiples aciertos que logran ir manteniendo la atención del espectador), puede ser vista como un limpio homenaje al terror gótico, al contrario que el aspaviento mainstream que rodaría Coppola años más tarde.

lunes, 16 de abril de 2012

Network (Un mundo implacable)

3.5*

Despiadado retrato de los tejemanejes televisivos y de la forma en que las cadenas de TV sacan brillo a los intereses económicos de las corporaciones que hay detrás de ellas. Sidney Lumet sirve en bandeja de plata un drama sobre las ambiciones de un selecto grupo de hueros y despiadados ejecutivos en su lucha por los índices de audiencia. Y lo hace a costa de caer algunas veces en una ridícula farsa. Sin embargo, la profundidad general del planteamiento y la entregada interpretación del cuarteto protagonista salvan con creces la función. A destacar el sobrio papel de William Holden, una histriónica pero glacial Faye Dunaway, un avaricioso Robert Duvall y, por encima de todos, un mesiánico y subversivo agitador –interpretado con mil y un registros por un Peter Finch en su último papel-, el cual, a la postre, es descarnadamente utilizado para los propios fines corporativos. Unos fines corporativos representados por el personaje de Mr. Jensen, que pronuncia una de las frases más famosas del film: “el mundo es un negocio”. La dirección es sutil, fluida, televisiva, con una excelente fotografía fija de Owen Roizman (el mismo de Libertad Condicional o de la magnífica Los tres días del cóndor). 4 años más tarde, en 1980, Bertrand Tavernier rodaría La muerte en directo, una alegoría futurista sobre un mundo en el que filmar la muerte es todo un acontecimiento televisivo. Por cierto, uno de los 2 asesinos que salen en la película es Tim Robbins.



domingo, 15 de abril de 2012

Mis 5 películas juveniles de los ochenta imprescindibles (1):


-       Regreso al futuro (1985).
-       Los Goonies (1985).
-       El club de los cinco (1985).
-       Dentro del laberinto (1986).
-       La princesa prometida (1987).


jueves, 12 de abril de 2012

El rey del juego

3.5*
Inspirándose en la historia de El buscavidas, Richard Jessup escribió una novela que fue adaptada al cine por el realizador canadiense Norman Jewison (aunque el director previamente contratado fuera Sam Peckinpah), con el título original de The Cincinnati Kid y sobre un guión escrito a dos manos por Ring Lardner jr. y Terry Southern. Los seres humanos hacemos muchas cosas estúpidas pero, por suerte, algunas son interesantes, como jugar al póquer. Y no hay nada más estimulante para un jugador de póquer que ver cómo juegan otros para intentar mejorar sus habilidades. En este sentido, El rey del juego es un excelente retrato del mundo del juego en general y del mundo del Stud Poker, en particular (como la desnocida película de Fielder Cook, El destino también juega), aunque, además, ofrece un retrato despiadado de las luchas intergeneracionales. Jewison planifica y dirige con pulso firme este drama disfrazado de torneo y acierta al añadir un triángulo amoroso a la historia. Frente a una magnífica interpretación de Edgar G. Robinson, Steve McQueen compone un personaje aceptable, aunque el resto de secundarios están francamente convincentes. Como añadido, la película también constituye un homenaje a la ciudad de Nueva Orleans y a la cultura negra (atención al papel de Cab Calloway y a la canción de Ray Charles), aunque el score sea de Lalo Schifrin. El montaje del film corrió a cargo de Hal Ashby, quien sería conocido posteriormente como el director de Harold y Maude y de Bienvenido Mr. Chance, por ejemplo.




miércoles, 11 de abril de 2012

Muerte de un ciclista

4*
Una pareja de amantes atropella accidentalmente a un ciclista –cuya muerte es tan insignificante que ni siquiera sale en pantalla- y se da a la fuga. A partir de ese momento, todo un entramado de conversaciones ambiguas crearán la sospecha de que alguien les ha visto y, por lo tanto, de que alguien les puede denunciar. Al sentimiento de culpa por el crimen, la pareja protagonista debe añadir la insatisfacción que les produce su pecaminosa relación, basada en la mentira, el egoísmo y en una fidelidad mal entendida. Toda una bocanada de aire fresco en el apolillado cine español de la época (salvo el cine de Nieves Conde o el de Manuel Mur, por ejemplo, además del de Berlanga) y una de las mejores cintas de nuestra cinematografía, de un compromiso neorealista admirable y de una modernidad fílmica apabullante, en todos y cada uno de sus aspectos -en ese sentido, hay que nombrar la influencia de Antonioni y su Cronaca di un amore (1950)-, incluida la gran interpretación de Alberto Closas (por el contrario, la de Lucia Bosé es francamente mejorable). La perspectiva que el director imprime a la historia permite toda una suerte de lecturas paralelas (sobre la situación del país, sobre el franquismo, sobre la corrompida moralidad de la burguesía, cómplice del régimen, etc.), lo que provocó la persecución de la censura, que metió el tijeretazo en varias escenas así como forzó el rodaje de un final moralizante y feroz, típico de quienes afirman estar en posición de la verdad pero no tienen suficiente seguridad en sí mismos para respetar el pluralismo circundante. Justo al año siguiente, Bardem regalaría a sus reducidos espectadores otra gran película, Calle Mayor. Nuestro Jesús Franco aparece como asistente del director, justo 10 años antes de hacerlo para el gran Orson Welles.




lunes, 9 de abril de 2012

Los Inmortales

3*
Dedicada a J.Ignacio Gallego
Connor MacLeod (Christopher Lambert) vive torturado por haber perdido al amor de su vida. Además, una inquietud silenciosa le persigue como consecuencia de su lucha perenne contra el mal, representado en la figura del Kurgan. Sin embargo, su principal desasosiego proviene de su inmortalidad, lo que le sitúa en el centro de un selecto grupo de seres indestructibles que, a causa de una maldición, deben decapitarse entre sí hasta que sólo uno de ellos sobreviva. El director australiano Russell Mulcahy, especialista en pergeñar vídeos musicales cardados, dirigió esta historia de ciencia ficción metafísica, tenuemente inspirada en la figura vampírica, sobre el enfrentamiento entre el bien y el mal y ambientada en las tierras altas de Escocia (de ahí su título original, Highlander), en una de las líneas argumentales, y en el Nueva York conservador de Reagan, en una segunda línea cronológica. Con una estética y un estilo demodé, vigorosamente heredero de la década de los ochenta (esa mezcla de gabardina y deportivas blancas; ese montaje de videoclip), y plagado de errores y anacronismos, la historia acaba derivando en una fábula maniquea sobre la violencia, donde lo más interesante es, sin duda, la composición del personaje de Sean Connery (ese espadachín español que responde al nombre de Juan Ramírez Sánchez Villalobos, nada menos) y la estupenda BSO de Queen, la banda británica creadora del desgarrador Who Wants to Live Forever, además de varias escenas fuertemente icónicas. Por su parte, Lambert obsequia al espectador con varias miradas de loco que favorecen convenientemente a la historia.
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sábado, 7 de abril de 2012

Caché (Escondido)

2.5*

Un exitoso y acomodado presentador de televisión (Daniel Auteuil) y su mujer (Juliette Binoche) comienzan a recibir cintas VHS en las que aparecen escenas domésticas y personales, rodadas (aparentemente) por un desconocido, hecho que origina la progresiva desestabilización de su vida familiar, disparándose la desconfianza y los celos entre ambos (vamos, algo así como Carretera perdida). Con un estilo que pretende ser innovador pero que resulta convencional desde varios puntos de vista (y que, además, está a medio camino entre Godard y Miike), con un desarrollo impreciso (como esos insertos de grabaciones de vídeo que se confunden con la propia película), plomizo en más de una ocasión (con esos largos planos secuencia que no aportan nada) y salpicado de varias referencias culturales, francamente estereotipadas (como la que se hace a Baudrillard o ese rato que pasa Auteuil en el cine después de presenciar un suicidio), Haneke compone un falso thriller, sobre las convenciones más conocidas del giallo (especialmente la idea del trauma infantil), con indignos golpes de efecto (como el de la piscina o el de la navaja) y sobre la base de un sentimiento de culpa y de mala conciencia que no termina de cristalizar. Por otro lado, la trama es tan inocua en su desarrollo que Hanecke tiene que insertar el decapitamiento violento y explícito de una gallina para sorprender al espectador (el tipo de sangre gratuita que ya había explotado en Benny's video). Además, una de las premisas es falsa: la policía sí investiga los casos de violación de la intimidad. También es sorprendente que ninguno de los personajes indague mínimamente sobre la ubicación de las cámaras desde la que se graban las cintas de video: prefieren discutir sentados en el sillón del salón (sic.). Finalmente, la película se extiende innecesariamente hasta casi las dos horas y la propia conclusión es insatisfactoria: ni siquiera funciona como alegoría de la ocupación colonial francesa de Argelia o como un relato meta ficcional.

jueves, 5 de abril de 2012

Plan 9 from outer space

2*

Una de las películas más absurdas y chapuceras de toda la historia del cine. Sin embargo, tanto su cándido mensaje como su descuidada y barata dirección la hacen muy entrañable para las generaciones de espectadores actuales. Descrita con muchísimo sentido del humor por Bertrand Tavernier en su monumental 50 ans de cinéma américain y tratada con respeto y cariño por miles de fans en todo el mundo, Plan 9 from outer space ha ido adquiriendo un halo de culto a su alrededor. El mismo Tim Burton ayudó a recuperar este simpático monumento pulp con su maravillosa Ed Wood, sentido homenaje al director de tamaño desastre cinematográfico. Mejor no revelar nada de la trama porque el espectador va a disfrutar de todos y cada uno de los elementos de esta tronchante historia de terror y ciencia ficción, especialmente de los actores, del guión y de los FX. Además de las producciones serie B, debería haber una categoría aparte para esta clase de obras: películas Plan 9. El film, de 1959, cuenta con las últimas imágenes rodadas de Bela Lugosi, el eterno vampiro (metidas en la historia con calzador, por cierto).



martes, 3 de abril de 2012

The Box

3*

Perturbadora historia de Richard Kelly (el director de la maravillosa Donnie Darko), a medio camino entre David Lynch y David Fincher y con unas gotas de Charles Burns, Terry Gilliam y Night Shyamalan, aunque el antecedente directo es el capítulo "Button, Button", de la serie The Twilight Zone (1986). La excusa argumental no puede ser más sencilla: una pareja recibe la extraña visita de un hombre que les deja una caja. En ella, un instrumento con un botón. Si lo pulsan, alguien morirá en alguna parte del mundo y ellos cobrarán un millón de dólares. Con esta premisa, Kelly firma una historia (inspirada levemente en un relato corto del gran Richard Matheson), entre la ciencia ficción, el thriller de misterio, lo paranormal y con la NASA de por medio, donde (sin embargo) no todas las piezas encajan correctamente, ni muchos menos. Y es que la historia se pierde, desgraciadamente, en demasiados vericuetos y confusiones, al contrario que la maravillosa Donnie Darko. Ambientado en una naïve década de los setenta y con un diseño de producción extraordinario, Kelly consigue unos planos medios y generales y unas panorámicas memorables, con unos encuadres de una fuerza estética cautivadora.