miércoles, 29 de febrero de 2012

Mis 5 imprescindibles de Ingrid Bergman:


-       Casablanca (1942).
-       Encadenados (1946).
-       Te querré siempre (1954).
-       Hedda Gabler (1963).
-       Sonata de Otoño (1978).


lunes, 27 de febrero de 2012

El gran miércoles

3*

En 1978, John Millius escribió y dirigió este homenaje al paso del tiempo y al proceso de madurez a través del cual la mayoría de las personas se vuelven más egoístas e individualistas y no solamente pierden la inocencia de su juventud sino también los valores asociados a ella, como el de la amistad. Para redondear la propuesta, Millius ambienta la historia en el atractivo mundo del surf, repleto de cuerpos hermosos, juventud, rebeldía y fiestas, muchas fiestas. Además, contó con el protagonismo de varios actores familiarizados con este deporte (Jan-Michael Vincent y William Katt, el gran héroe americano, además de Gary Busey), lo cual es de agradecer, especialmente en las escenas rodadas en la cresta de las olas. Aunque la película comienza con la narración en off del personaje de Katt, la segunda mitad de la historia tiene como protagonista al personaje de Vincent, con lo que se añade una apología de la amistad al punto de vista nostálgico de la primera mitad. Además, la trama se sitúa en un duro y difícil momento de la historia de los USA (entre los sesenta y los setenta), con el cambio que implicó también en la conciencia coleciva del país. Con ciertos toques sociológicos, humorísticos y con esa marejada hedonista del momento, la película fue rodada en Hawai y en California con una absorbente fotografía en Panavisión. Entre el candor rebelde de Ride the Wild Surf, de Don Taylor (1964), y la actualización semi profesional de En las manos de Dios, de Zamlan King (1999), la película tiene su más fiel seguidor en el film de Kathrin Bigelow, Le llaman Bodhi.

sábado, 25 de febrero de 2012

La calle de la vergüenza

4*

Tras la 2ª Guerra Mundial, el parlamento japonés debate por enésima vez la posibilidad de prohibir la prostitución, lo que acarrearía graves consecuencias para los sectores implicados. El gran Kenji Mizoguchi –en su última película, de 1956- rueda una historia patética y despiadada sobre un local de alterne del barrio rojo de Tokio, irónicamente llamado La aldea de los sueños, y sobre la vida cotidiana de las prostitutas que trabajan en él. A lo largo de todo el film, Mizoguchi va ofreciendo breves estampas sobre cada una de las protagonistas, la unión de las cuales revela la lucha, el sacrificio y las penurias que hay detrás de las sonrisas del oficio. Sin estridencias, sin subrayados y con un score un poco discordante (de Toshirô Mayuzumi), Mizoguchi firma una desgarradora denuncia acerca de la explotación humana y de la manipulación de las conciencias de los más desfavorecidos, y lo hace con el característico sobrio estilo del director, una puesta en escena cuidada al detalle, una fotografía del grandísimo Kazuo Miyagawa –el inventor de la técnica Bleach Bypass- y, por supuesto, su maestría narrativa. Una de las protagonistas recuerda al personaje de Anna Magnani en Mamma Roma, de Pasolini. Por su parte, en España, en 1937, se estrenó Barrios Bajos, un alegato contra la prostitución, entendida como una forma de explotación sexual de la mujer.

viernes, 24 de febrero de 2012

La guerra de Charlie Wilson

3*

El creador de la exitosa serie de TV El ala oeste de la Casa Blanca y guionista de La red social, Aaron Sorkin, fue la persona elegida para escribir un guión (a partir de la documentada obra de George Crile) sobre los tejemanejes políticos del congresista texano Charlie Wilson (Tom Hanks) para incrementar el presupuesto de los EE.UU. en sus operaciones en Afganistán, asesorado por un agente de la CIA de oscuro pasado. Sin embargo, de hecho, dichas operaciones apoyaban una guerra encubierta contra la presencia soviética en la zona (guerra que ha sido mitificada en la ultraconservadora Rambo 2). Por su parte, lo que hace Mike Nichols es contar esa historia de una manera simplista, maniquea y mostrando un claro posicionamiento político en favor de la lucha contra el comunismo, posicionamiento que consigue ser relajado, subrepticiamente, mediante una inteligente estrategia consistente en mezclar conversaciones sobre asuntos técnicos y militares, negociaciones políticas de alto nivel, viajes a tutiplén y fiestas y juergas varias para crear la apariencia de normalidad y producir el siguiente argumento: los políticos son gente normal (no llevan una vida normal, es verdad, pero sus rasgos son los mismos que los de la gente normal: predilección por las mujeres hermosas, respeto por la religión y por la tradición, una ligera dipsomanía, admiración por los profesionales y por las personas francas y directas, etc.). Por lo tanto, sus acciones son normales y, por supuesto, sus consecuencias serán normales. Ergo buenas. Y aquí esta el problema. Que la película está tan comprometida en este argumento que, al final, debe dejar caer una crítica (si bien limitada) en el único punto flaco de la historia, según la perspectiva narrada. Pero para eso el lector debe ver la película (si no lo ha hecho ya) y sacar sus propias conclusiones. Por lo demás, la historia cuenta con dos buenas interpretaciones, la de Seymour Hoffman y la de Amy Adams, mientras que el personaje de Julia Roberts no solamente es un poco repelente sino que, además (y extra cinematográficamente hablando) la belleza de la actriz está francamente desaprovechada. El resto de elementos técnico-artísticos, a la altura de la producción.

martes, 21 de febrero de 2012

El Hotel New Hampshire

2.5*

Win Berry (Beau Bridges) decide construir un hotel familiar en el que todos puedan vivir y trabajar. A partir de esta premisa, la película va encadenando distintas escenas, relacionadas –principalmente- con el desarrollo emocional y sexual de los hijos de la familia Berry así como con sus sueños y con los sueños de los padres. Sin embargo, el hotel no tendrá el éxito esperado y la familia entera deberá viajar a Viena, con lo que la acción se verá politizada. Un Tony Richardson en horas bajas, siguiendo el estilo desenfadado y descarnado de Tom Jones con el que se hizo famoso. Sin embargo, esta vez, sin duda, el tono no es el apropiado –una mezcla inadecuada de jocosidad, ordinariez y surrealismo- y, por supuesto, el guión no está suficientemente elaborado, lo cual hace a la historia poco convincente. Sin embargo, sí es apropiada a la moraleja de la historia su levedad general, tal y como queda patente desde las primeras escenas del film. Equipo técnico artístico de la ultima etapa del director (Watkin, Lambert), nutrido grupo de actores en el inicio de sus carreras: (Rob Lowe, Nastassja Kinski, Matthew Modine, Seth Green, Wallace Shawn) y protagonismo de la solvente Jodie Foster. Aunque es verdad que el director inglés se ha especializado en adaptaciones literarias y que, habitualmente, éstas son de una elevada calidad, El Hotel New Hampshire es la menos estimulante de todas las adaptaciones cinematográficas de la obra de John Irving.
 

lunes, 20 de febrero de 2012

La caja 507

3*


Años antes de la contundente No habrá paz para los malvados (2011),  el director vasco Enrique Urbizu ya había probado suerte con el thriller policial en su opera prima Todo por la pasta y en la más solvente La caja 507, que es el retrato de una venganza, espoleada por un descubrimiento casual. Está ambientado en el submundo de la especulación inmobiliaria (que expolia el litoral español) y se basa en un guión un tanto inverosímil (obra del propio Urbizu y de Michel Gaztambide) pero que en pantalla funciona a la perfección, gracias –especialmente- a una excelente planificación y a las convincentes interpretaciones de los dos actores protagonistas, Antonio Resines y José Coronado (especialmente la del segundo). Unas interpretaciones que, por otro lado, hacen innecesario mantener el suspense sobre la base de un recurso habitual en el género: un montaje artificioso. La película podría haber sido mucho más interesante si se hubieran pulido incongruencias de guión y se hubiera mantenido -o apuntalado- el ritmo de la trama. Y en este punto, tiene algo de responsabilidad el score ya que, lo que menos destaca es, sin duda, la BSO de Mario de Benito, aunque hay que decir que el sonido, en general, también es francamente mejorable.


sábado, 18 de febrero de 2012

Los chicos del maiz

2*

Basada en un relato del infatigable Stephen King, Los chicos del maíz es un pequeño clásico del terror adolescente de la ultra conservadora década de los ochenta, con más defectos que virtudes. Sin embargo, puede seguirse con cierto placer gracias a una propuesta novedosa en el cine de terror de la época: utilizar el clima de conservadurismo reinante para proponer una alegoría sobre la religión (sobre este tema es interesante consultar la obra de Harold Bloom, La religión en los Estados Unidos). En una pequeña y apartada comunidad agrícola de Iowa, unos jóvenes se han adueñado del pueblo para vivir sin juegos, sin música y sin otras cosas propias de la infancia, incluyendo a los adultos. Están dirigidos por dos de sus miembros (el profeta Isaac y su mano derecha ejecutora Malachai), que encarnan a los verdaderos protagonistas del film, por su omnipresencia, fanatismo y violencia. Con la participación de una jovencísima Linda Hamilton y con una estética que recuerda ligeramente a Grant Wood, las escenas en las que los maizales parecen transformarse en laberintos mantienen aún cierto interés, a costa de la devaluación general de la película. La moraleja de la historia parece decir que “cualquier religión sin amor y sin compasión es falsa”, lo cual no es, ciertamente, nada baladí. La primera película de Fritz Kiersch (quien conseguiría mejores logros con su tercer largometraje, Winners take all), que dio pie a una cadena de secuelas por debajo, incluso, del original (sic). El espectador puede encontrar influencias de esta historia en la reciente The Maze.

jueves, 16 de febrero de 2012

El silencio de un hombre

4*

Estilizado thriller noir sobre las actividades de Jef Costello, un asesino hierático, solitario y meticuloso que es como un samurai. O como un tigre. Interpretado por Alain Delon, en la cumbre de su atractivo y de su éxito, el personaje trae a la mente al Vince Edwards de Murder by contract. Inspirándose en la novela The Ronin, Jean Pierre Melville crea una obra hipnótica, de una incisiva abstracción, con una escenográfica austera y una puesta en escena precisa, elegante y muy elocuente (tanto que los 10 primeros minutos no contienen diálogo alguno). En la línea de El último suspiro, supone una de las obras cumbre del polar francés, en general, y del cine de Jean Pierre Melville, en particular, y constituye la segunda parte de la trilogía Delon del director, además de Círculo rojo y Crónica negra. La influencia de esta película en la obra de Johnnie To, John Woo o del propio Quentin Tarantino, entre otros, es notable y conviene recordarla, así como en Ghost Dog, del gran Jim Jarmusch.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Mis 5 imprescindibles de Orson Welles



      -       Ciudadano Kane (1941).
-       La dama de Sanghai (1947).
-       Sed de mal (1954).
-       Campanadas a medianoche (1965).
-       Fraude (1973).

viernes, 10 de febrero de 2012

Millennium: los hombres que no amaban a las mujeres

3.5*

Parece que David Fincher tenía ganas de desenmascarar y de castigar a un psycho killer, después de la soberbia Se7en y, sobre todo, de la laberíntica e hiper perfeccionista Zodiac. Por eso, quizás, ha aceptado llevar a la pantalla grande un encargo escrito por alguien lo suficientemente cercano a su imaginario y a sus obsesiones como Stieg Larsson, creador de la franquicia Millennium. Y por eso, probablemente también, ha decidido ser fiel al contenido noir de la novela, a su trama detectivesca, a los oscuros secretos de la disfuncional familia de empresarios suecos protagonista y, finalmente, a la propia localización original, los contrastados paisajes de la Suecia actual. Sin embargo, la historia es excesivamente enrevesada, por momentos poco convincente (como esa escena en la que Craig entra en la casa del asesino sabiendo quién es o esa otra en la que Salander despluma unos cuantos bancos suizos con la ayuda de una peluca, un pasaporte falso, un bolso de imitación y todo su –en este caso- inverosímil talento) y con un final, con varias resoluciones encadenadas, impropio de Fincher y más cercano a la naturaleza telefílmica del guión. Dicho esto, la película está muy bien narrada y contiene la suficiente ambigüedad para hacer que la historia enganche, además de contener breves pero apropiadas dosis de humor. Por su parte, los actores principales crean dos personajes fascinantes -cada uno a su manera, evidentemente-. Magnífico, por tanto, ese actor tan sutil como rudo que es el proletario Daniel Craig aunque merecen una mención aparte Christopher Plummer –en un papel que estaba reservado a Max von Sidow- y Stellan Skarsgård -dos secundarios de lujo y las dos caras de una misma moneda, de una misma familia- así como la BSO de Reznor y Ross, incluyendo la adaptación de un tema de Led Zeppelin para los títulos de crédito iniciales.



jueves, 9 de febrero de 2012

Grupo salvaje

5*
 
Sin lugar a dudas, la obra maestra de Sam Peckinpah y una de las mejores películas de la historia del cine, de una fuerza descomunal. The Wild Bunch (en su título original) no es un western arropado por las convenciones clásicas del género sino que es una película insurrecta, donde la historia y, sobre todo, los personajes desmitifican casi todas las convenciones previas. En este sentido, el film entronca con la crisis y con la desilusión USAmericana de la época y, también, con esa sombra del sueño americano: la figura del perdedor (pero de un perdedor que se sacrifica, al menos, por un ideal ético y contra la explotación y la crueldad humanas). Por eso se la ha calificado de crepuscular aunque podría ser preferible hablar de mexican western, en la línea de Veracruz, Bandido, Yo soy la revolución, ¡Agáchate maldito! o Los compañeros. Con un diseño de producción que potencia la belleza de lo miserable, de lo sucio y de lo imperfecto (obra de Edward Carrere), Peckinpah exprime al máximo a sus espléndidos actores protagonistas, a esa compacta y genial cuadrilla de secundarios (encabezados por un soberbio Warren Oates), a sus colaboradores técnico-artísticos (excelente fotografía de Lucien Ballard, renovador montaje de Lou Lombardo y soberbio score de Jerry Fielding), y, sobre todo, a un guión magníficamente escrito (pletórico de ideas y motivos), de una sutileza admirable, de una emoción infecciosa y de una complejidad vital, humana y social, que se expande hasta un nivel pocas veces alcanzado en el género. Tanto el comienzo como el final (de una violencia cinematográfica inusual hasta el momento, 1969) han pasado merecidamente a la historia del cine.

martes, 7 de febrero de 2012

Bukowski

2.5*
(Imposible conseguir imágenes del cartel original o de la carátula del DVD)
En 1973, cámara en mano, Taylor Hackford y Richard Davies, con un minúsculo presupuesto, siguieron al poeta Charles Bukowski hasta San Francisco, invitado por Lawrence Ferlinghetti para impartir una lectura de poesía en el City Lights Poets Theater. Hackford va alternando escenas grabadas en la calle con extractos de dicha lectura, así como reflexiones hechas por el poeta en las más variadas situaciones (habitaciones de hotel, en la casa del escritor en Los Ángeles, en la calle, en un coche, en las carreras de caballos, etc.). En un económico Black & White, Bukowski muestra sus adicciones –su alcoholismo-, su sentido del humor, su obsesión por los caballos y por las mujeres, así como sus interesantes reflexiones sobre la vida. Al parecer, Hackford hizo mucho por popularizar la obra y la vida de Bukowski en los EE.UU. con este film. El documental de John Dullaghan, Bukowski: Born into this, complementa el visionado de este pionero homenaje de Hackford, al cual –por descontado- se cita. Y también es aconsejable echar un vistazo a Barfly y a Factótum, retratos ficcionados sobre el gran poeta usamericano y su alter ego Hank Chinaski.


lunes, 6 de febrero de 2012

La mujer avispa

1.5*

Curiosa pero fallida revisión más serie B todavía del clásico de Jacques Tourneur La mujer pantera, con toques típicos del subgénero, especialmente del clásico de Kurt Neuman, La mosca (de sólo dos años antes, 1958). Pero que estas referencias cinéfilas no nos engañen, la película mueve más a la risa que al pavor, de tantas escenas bizarras y vergonzosas que encadena la historia: desde el propio disfraz de la mujer avispa (cutre a más no poder) hasta el pseudo ataque de un gato; desde los torpes diálogos hasta esa secretaria que no deja de limarse las uñas y para la cual parece que no hay un trabajo definido; desde el atropello más económico de la historia del cine hasta esos experimentos de saldo del doctor Zinthrop con un perro adulto y un cachorro, intentando hacernos creer que tienen la misma edad; o intentando hacernos creer que una rata blanca es la cría de un conejillo de indias; desde esas imágenes de las supuestas avispas (que son, en realidad, abejas), hasta ese final absurdo (sic). Y podríamos seguir. Además, la historia salta de Nueva York a Los Ángeles con un desparpajo que da gusto. En fin, que como experiencia fílmica bien merece escurrir el bulto pero como experiencia psicotrónica bien vale esos 73’, como algunas películas del modestísimo Ed Wood jr. Aviso a navegantes: la música, constante, disonante y muy, muy cansina, puede causar más de un trastorno. Lo único destacable del film es la salerosa interpretación de la menuda Susan Cabot, actriz que tuvo una vida realmente dramática.


sábado, 4 de febrero de 2012

Infierno en el Pacífico

3*


Alegoría sobre lo absurdo de la guerra, en general, y sobre un cierto parasitismo usamericano, en particular, Infierno en el Pacífico es una estupenda película que cuenta la historia del encuentro de dos soldados náufragos en una isla del pacífico: un yanqui y un japonés, interpretados magistralmente por Lee Marvin y Toshiro Mifune, respectivamente (quienes, por cierto, sirvieron en la Segunda Guerra Mundial). Del recelo y la persecución mutua del comienzo, las relaciones entre los dos personajes van distendiéndose hacia la convivencia, primero, y la colaboración, después, sin llegar a producirse una complicidad total, algo que sí ocurriría en Enemigo mío, creada bastantes años después al calor de esta obra. Excelente e invisible dirección de John Boorman, en uno de sus más interesantes films, concretamente su segundo trabajo, después del clásico negro A quemarropa. Arropado por la belleza de los paisajes de las islas Palau (fotografiadas por Conrad Hall), por la música de Lalo Schifrin y con muy pocos diálogos, Boorman consigue materializar un proyecto arriesgado con resultados más que satisfactorios. Sin embargo, el final puede producir más de un sinsabor: de hecho, existe uno alternativo, rodado para la versión estrenada en los EE.UU.

jueves, 2 de febrero de 2012

Los nombres del amor

3.5*

Las formas del amor son variadas. Sin embargo, si Ortega y Gasset tenía razón, no hay amor sin instinto sexual, ya que éste es como la fuerza que tira de aquel. Y cuando el segundo desaparece, hay que tirar de algo más que del instinto para conservar el primero. Esta es la parte de la historia donde muy pocas comedias se atreven a entrar, salvo esta película (y algunas otras, por cierto). Los nombres del amor es una divertida e ingeniosa comedia francesa sobre un hombre y una mujer, de muy variada condición ideológica y social, que se enamoran tras un conflictivo primer encuentro, a partir del cual encadenarán todo tipo de situaciones jocosas y alborozadas, sobre la base de las enormes diferencias que les separan, a la manera de los antitéticos Cary Grant y Kathy Hepburn en La fiera de mi niña, de Howard Hawks. El solvente Jacques Gamblin y la desenvuelta Sara Forestier (acertada pareja protagonista), rinden convenientemente en sus respectivos roles en esta inteligente película, escrita y dirigida por Michel Leclerc, con la sombra de Woody Allen flotando en el ambiente. Atención a la estrategia de la protagonista para derrotar y convertir ideológicamente a sus oponentes políticos, especialmente las razones que esgrime al final del film.

miércoles, 1 de febrero de 2012

The Driver

3.5*

Hipnótico thriller, escrito y dirigido con magnética simplicidad por Walter Hill, en 1978, y con una pareja de actores perfectos para los papeles de The Driver y The Detective, Ryan O’Neal y Bruce Dern, respectivamente (el papel de O’Neal, sin embargo, fue escrito originalmente para el propio Steve McQueen). Por cierto, Monte Hellman rodó, en 1971, una película en la que los nombres de los portagonistas se referían directamente a su función en la trama (Carretera asfaltada en dos direcciones). La historia es sencilla: un extremadamente talentoso conductor, especializado en huidas y parco en palabras, es perseguido por una especie de sheriff, obsesionado con darle caza, como si de un forajido se tratara. El conductor contará con la ayuda de una testigo, Isabelle Adjani, que hace gala de un inglés tan mediocre como su interpretación. Las escenas de persecuciones automovilísticas están estupendamente planificadas, rodadas y montadas, en la línea de Bullit (rodada 10 años antes) y, especialmente, en la línea de The Lineup de Don Siegel (20 años anterior). La fotografía, del autor de A Quemarropa, es noctámbula, imantada, elegante (como la de Heat, de Michael Mann), así como su puesta en escena. El productor y escritor de TV, Clyde Phillips, pergeñó una versión novelada del conciso y excelente guión de Walter Hill. Por otro lado, en 2011 se ha estrenado una especie de remake, Drive, con Ryan Gosling, que está cosechando muchos éxitos y reconocimientos (pero que tampoco es gran cosa).