Las formas del amor son variadas. Sin embargo, si Ortega y Gasset tenía razón, no hay amor sin instinto sexual, ya que éste es como la
fuerza que tira de aquel. Y cuando el segundo desaparece, hay que tirar de algo
más que del instinto para conservar el primero. Esta es la parte de la historia
donde muy pocas comedias se atreven a entrar, salvo esta película (y algunas
otras, por cierto). Los nombres del amor
es una divertida e ingeniosa comedia francesa sobre un hombre y una mujer, de
muy variada condición ideológica y social, que se enamoran tras un conflictivo
primer encuentro, a partir del cual encadenarán todo tipo de situaciones jocosas
y alborozadas, sobre la base de las enormes
diferencias que les separan, a la manera de los antitéticos Cary Grant y Kathy
Hepburn en La fiera de mi niña, de
Howard Hawks. El solvente Jacques Gamblin y la desenvuelta Sara Forestier (acertada pareja protagonista), rinden convenientemente en sus respectivos
roles en esta inteligente película, escrita y dirigida por Michel Leclerc, con
la sombra de Woody Allen flotando en el ambiente. Atención a la estrategia de
la protagonista para derrotar y convertir ideológicamente a sus oponentes
políticos, especialmente las razones que esgrime al final del film.
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