martes, 31 de diciembre de 2013

Mis 5 imprescindibles del 2013 para visionar en el 2014:


-       Her (Spike Jonze)
-       American Hustle (David O. Russell)
-       Before Midnight (Richard Linklater)
-       La noche de enfrente (Raúl Ruiz)
-       Upstream Color (Shane Carruth)





lunes, 30 de diciembre de 2013

El último bolchevique (Aka La tumba de Alexander)

3.5*

Alexander Ivanovich Medvedkin fue un director de cine de la antigua URSS que vivió los principales acontecimientos de la Rusia Moderna, desde el momento de su nacimiento (el año en que murieron Nietzsche y Oscar Wilde) hasta su muerte (el año de la caída del muro de Berlín, con lo que podría haber sido una especie de Christiane Kerner). Chris Marker, el maestro moderno del montaje, sigue los pasos de esta extraordinaria vida a través de imágenes, extractos de películas y de documentales de la época, entrevistas, fotos fijas de distintas realidades, etc., subrayando el perfil precursor y la naturaleza honesta y militante del artista. Además, Marker nos habla de la época, del país y del ambiente en el que se movieron los creadores visuales de la revolución bolchevique: Eisenstein, Dziga Vertov, Pyriev, Kammen, etc. El artificio con el que se organiza el documental está constituido por unas supuestas cartas que el realizador francés escribe y manda al realizador ruso, lo que recuerda un poco la construcción de La carte postale, de Jacques Derrida, y, en todo caso, vuelve a subrayar la provechosa mezcla de realidad y ficción que es una característica fundamental de la obra del director francés. Aunque se aleja de la característica y voluntaria ambigüedad con la que trabaja buena parte de la verdadera ficción no referencial. En todo caso, El último bolchevique no es un simple reportaje sobre un creador soviético. Es decir, no es un mero resumen biográfico-laboral. La tumba de Alexander (como también se le conoce) es un puzzle documental y visual que nos invita a vivir una experiencia total a través de las imágenes, las voces de los entrevistados, la voz en off del narrador, los efectos de sonido de la BSO y, especialmente, los descampados dramáticos que va dejando la narración. En suma, una ventana a un mundo fascinante que en Occidente se conoce muy poco y mal.

viernes, 27 de diciembre de 2013

En la boca del miedo (Aka In the Mouth of Madness)

4*

Sutter Cane (un genial Jürgen Prochnow), el más famoso y popular de los escritores de terror, ha desaparecido y su editorial contrata los servicios del investigador de fraudes John Trent (otro sobresaliente Sam Neill) para que le encuentre y le entrege su último libro, In the Mouth of Madness. Con una premisa tan simple, John Carpenter rinde un homenaje a Stephen King, lanza una crítica contra el consumismo moderno y elabora una de sus más complejas y sofisticadas películas: una historia, de claras referencias lovecraftianas, sobre la fuerza del lenguaje para crear mundos y sobre las fronteras entre la realidad y la fantasía que, al fin y al cabo, es la materia de la que está hecha toda la literatura de horror. Pero Carpenter no solamente muestra, a base de sugerencias e insinuaciones constantes, que las fronteras entre la realidad y la fantasía son difusas sino que también son intercambiables. Y aquí radica el principal horror de la historia: que todo se materializa en la perdida de la razón y en el desdibujamiento de la identidad. Por cierto, Carpenter no solamente sugiere y bosqueja continuamente horrores indeterminados sino que, además, cuando muestra las abominaciones y los seres viscosos, no cae en el ridículo (salvo, quizás, la escena del tunel). Para redondear el carácter metaficcional e irónico de toda la propuesta, Carpenter convierte a John Trent, el más descreído y racional de todos los personajes, no solamente en el narrador de todo lo que ocurre sino, también, en el principal motor de la historia y, finalmente, en uno de los últimos seres humanos cuerdos sobre la faz de la tierra. Un final tan desolado y enloquecido no hace sino convertir a este film en la pieza terminal de la Trilogía del Apocalipsis (junto a La cosa y El príncipe de las tinieblas), encarnación del pesimismo carpenteriano por antonomasia. Por cierto, la película podría haber ganado un par de enteros con una música más apropiada.






miércoles, 25 de diciembre de 2013

A quemarropa (Aka Point Blank)

3.5*

Estilización reflexiva y cinéfila del-y-sobre el thriller clásico, a partir de la introducción de algunos parámetros del cine europeo y de vanguardia en los estándares del noir USAmericano. No por casualidad, Point Blank coincide en el tiempo con El silencio de un hombre, La matanza del día de San Valentín y con Bonnie and Clyde. Además, comparte con varias producciones previas algunas características que hacen de esta película de John Boorman un film resumen, producto de un sincretismo conceptual que ralla en la abstracción, tanto en el plano narrativo como en el estético, tanto en el ideológico como en el técnico: personajes arquetípicos, lacónicos, como apunta Walter Hill; una narración pulida y elíptica como la de La ley del hampa, de Budd Boetticher; una estructura compleja, basada en flash backs, que no hacen sino encadenar acciones y consecuencias en una especie de eterno retorno, como había hecho Alain Resnais en Hiroshima, mon amour; los colores luminosos y pop de Código del Hampa, de Siegel, o de El desierto Rojo, de Antonioni; y ciertos destellos, temas y señas de identidad provenientes de Murder By Contract de Irving Lerner (1958), de Blast of Silence de Allen Baron (1961), y Johnny el frío, de William Asher. Pero también tiene, por encima de todo, a un imperturbable y grandísimo Lee Marvin, un actor de roca que sabía expresar con su cuerpo, sus movimientos y su voz mil y un registros. No por casualidad, Marvin había interpretado el papel de Vince Stone en la magnífica Los sobornados. ¿El argumento? Mejor ver la película. Por cierto, Mel Gibson ha protagonizado recientemente una especie de remake, Payback, basado también en la novela de Richard Stark. Y, de hecho, aunque la película fue un fracaso crítico-comercial en su época, ha demostrado ser una de las obras más influyentes del género desde entonces.





martes, 24 de diciembre de 2013

Héroes de hierro (Aka The Great Locomotive Chase)

3.5*

En plena Guerra de Secesión, un espía yanqui (Fess Parker) y una veintena de soldados de paisano, han de adentrarse en territorio confederado para robar un tren y para llevarlo desde Atlanta hasta Chattanooga y, a su paso, destruir todos los puentes e infraestructuras que se encuentren. Pero las cosas no serán ni tan sencillas ni tan fáciles como habían previsto y, de hecho, sufrirán una persecución por parte de un entregado maquinista, William Fuller (Jeffrey Hunter). Y eso es, precisamente, lo que cuenta la historia: esa persecución. Se trata de una producción Walt Disney, dirigida por Francis D. Lyon, basada en los mismos hechos reales que inspiraron El maquinista de la general y sobre un texto de Laurence E. Watkin (guionista de la casa). La verdad es que la película es muy entretenida, está rodada magníficamente, el montaje es de una precisión aplastante y los actores se hacen creíbles y queribles (los mencionados más Harry Carey jr, Slim Pickens o Jeff York, por ejemplo). Además, se consigue presentar a las dos partes con sus ideales y sus costumbres, con sus canciones y sus tradiciones, con sus vicios y sus virtudes, sin posicionarse por ninguna de las dos, lo cual hace mucho más estimable el mensaje del film. Para pasar una tarde estupenda con toda la familia, comiendo Southern Dixie Chicken.




viernes, 20 de diciembre de 2013

Hidden: lo oculto (Aka The Hidden)

3*

Jack Sholder, el director de la nostálgica Solos en la oscuridad, sorprendió al público de finales de los ochenta con esta estupenda mezcla de thriller policial y ciencia ficción de bajo presupuesto, una auténtica monster movie en la era Reagan. Dos agentes, uno de homicidios y otro del FBI, deben investigar una serie de extraños sucesos en los que ciudadanos normales abandonan su identidad anterior para cometer todo tipo de maldades y tropelías. Según se vaya acercando el desenlace, se irán descubriendo las razones de tan inusual comportamiento así como las causas que le dieron origen. A medio camino entre La invasión de los ladrones de cuerpos, Terminator, Arma letal y el clásico sobre invasiones alienígenas Están vivos (de John Carpenter), Hidden destaca por ofrecer unas notables escenas de acción y unas correctas persecuciones, dentro de una vigorosa aunque simplista estructura narrativa. Pero también destaca por proponer un discurso maniqueo, propio de la ultra moralista década de los ochenta, sobre la pérdida de la identidad, la moral y el poder, algo que volvería a intentarse con Fallen, de Gregory Hoblit (1998). En último lugar, no destacan especialmente ni las actuaciones ni la BSO.




miércoles, 18 de diciembre de 2013

Incidente en Ox-Bow (Aka The Ox-Bow Incident)

4*

Excelente película sobre una atrocidad que ha persistido hasta hace bien poco tiempo: linchar a un sospechoso sin juicio previo. Por ello, el film es también una crítica de la venganza privada y, por extensión, de la pena de muerte. El argumento y la perspectiva moral están en la línea, por tanto, de Furia, de Fritz Lang, o de La ley de la horca, de Robert Wise. Y, más reciente y matizadamente, de Ejecución inminente o de Pena de muerte. También se debe relacionar con Doce hombres sin piedad y no solamente por el personaje de Henry Fonda. La posición del film podría resumirse con la frase de Yaphet Kotto en El póquer de la muerte: “no me gustan los que linchan. Habría que pagarles con la misma moneda”. William Wellman dirige la historia mediante una magnífica puesta en escena, sobria y exquisita a partes iguales, repleta de encuadres precisos y que cuenta con varios planos de una gravedad ética apabullante, un uso del fuera de campo muy decoroso, multitud de diálogos sabiamente escritos y un conjunto de interpretaciones suficientemente matizadas. La película está rodada en los estudios de la 20th Century Fox y goza de una fluidez narrativa y dramática envidiable, hasta el punto de parecer una pequeña pieza de joyería, como El cielo amarillo. Como dato importante, se asigna a un actor de raza negra un personaje de gran conciencia moral, lo cual no era muy usual en la época, 1943. Por cierto, durante el visionado, puede resonar en el espectador una de las obras maestras de Ambrose Bierce, An Occurrence at Owl Creek Bridge.




martes, 17 de diciembre de 2013

Manolo la nuit

1.5*
Manolo la luit (Alfredo Landa), un auténtico especimen celtibérico, trabaja en la costa española como guía turístico donde, además, se dedica a flirtear con las fantasías sexuales de decenas de extranjeras. Hasta que su mujer se entera y decide darle un escarmiento con la ayuda de su cuñada. Mariano Ozores y Vicente Coello (guionista de las películas de Paco Martínez Soria), se enfundan los guantes de la sutileza y el buen gusto y presentan la típica comedia, fina y sofisticada, sobre el diálogo entre dos culturas: la España conservadora, machista y reaccionaria y la España aperturista (representada por el turismo, el alterne y ese Alfredo Landa tocando rodillas a tutiplén en las piscinas y en las boite, como un José Luis López Vázquez). Herederas del cine del “cateto entrañable”, desarrolladas por los landismos de todo tipo y precursoras del cine de destape, S y X posterior y del cine cutrecasposo en general, las “españoladas” (el “cine de barrio setentero” o, simplemente, el cine cómico tardofranquista) han tenido diversas etiquetas pero todas ellas ponen el dedo en la llaga al subrayar la naturaleza presentista, casi ad hoc, de esta corriente cinematográfica, realizadas para retratar el aquí y el ahora del país, la españa pre democrática. De hecho, esta clase de producciones proporciona, inconscientemente, lo que Miguel Ángel Huerta ha denominado el reflejo de una época, con sus costumbres, sueños, miedos y prejuicios. Y también, con sus moralejas y valores. Aunque, especialmente, como el mismo Alfredo Landa ha dicho, el landismo intenta retratar el aperturismo moral frente a la represión sexual anterior, propia de una cultura católica ultra conservadora. En este sentido, aun a costa de su propia caricatura, el landismo representó una auténtica (pero bizarra) escuela sexual para la época, aunque ahora podamos verlo como algo históricamente coyuntural y artísticamente zafio, a medio camino entre el astracán, el sainete de costumbres y la revista, entre el teatro popular y el cine exploitation.



domingo, 15 de diciembre de 2013

Mis 5 imprescindibles de Sarah Polley:


-       Las aventuras del barón Munchausen (1988).
-       El dulce porvenir (1997).
-       Viviendo sin límites (1999).
-       Mi vida sin mí (2003).
-       Stories We Tell (2012).



viernes, 13 de diciembre de 2013

Carga maldita (Aka Sorcerer)

3.5*

Cuatro hombres perdidos en un pueblo de República Dominicana, donde una empresa USAmericana intenta extraer petróleo, son contratados para transportar nitroglicerina por una carretera de 218 kilometros que atraviesa la selva. El director de El exorcista, tras el éxito conseguido con la adaptación de William Peter Blatty, dirigió esta otra adaptación pero esta vez de la novela de Georges Arnaud El salario del miedo. Y lo hizo con el asesoramiento del director de la mejor de las versiones del texto original: H.G. Clouzot, nada menos. Friedkin cuenta una historia seca, tensa, dura para lo cual se ayuda, basicamente, de las imágenes, con muy poco texto y muy poco diálogo. Por eso, Friedkin presenta la historia a través de una sucesión de escenas y secuencias descarnadas, en un ambiente de pura explotación, de pura supervivencia. Friedkin filma una radiografía de la avaricia humana que está excelentemente rodada y montada aunque, sin embargo, fue amputada en varias partes por la productora y tanto la historia como los personajes se quedan cojos en algunas de las versiones estrenadas (no en la autorizada por el director, obviamente). Por cierto, el film se pasó de presupuesto y su estreno comercial supuso un fiasco para el estudio, como lo sería también La puerta del cielo, de Michael Cimino. Lo curioso de esta película, aparte de su fuerza visual y de su contundencia dramática, es su particularismo y, por contraste, su naturaleza metafórica, abstracta. En este sentido, la BSO de Tangerine Dream, electrónica, minimalista, ayuda a universalizar la trama de la historia. Por todo ello, Carga maldita (su título en castellano) puede verse como una alegoría de la forma de vida Occidental. Por cierto, los actores resultan excelentes, tanto en la contención gestual y corporal como en el uso de los distintos idiomas. Mención aparte merece Paco Rabal, por cierto (como el trabajo de Fernando Rey en French Connection). Además, dos o tres escenas son realmente impresionantes, como la del puente colgante, por ejemplo. No es de extrañar que sea una de las películas favoritas de Quentin Tarantino, además de ser la creación favorita del propio Friedkin. Lo que sí es extraño es su similitud con la olvidada The Big Gamble, de Richard Fleischer.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Impacto (Aka Blow Out)

3*

El ingeniero de sonido Jack Terry (John Travolta) se encuentra realizando grabaciones por la noche en una zona boscosa cercana a Filadelfia cuando presencia un accidente de tráfico en el que fallece un político famoso. Se ve obligado a lanzarse al agua y salva la vida de una mujer. Cuando sale del hospital, revisa las grabaciones, se da cuenta de que no ha sido un accidente y comienza a investigar qué ha pasado realmente. En primer lugar, hay que decir que la excusa argumental está copiada de Blow Up, de Antonioni, y de La conversación, de Coppola (obras que, a su vez, se basan en Las babas del diablo, un cuento de Cortázar). En segundo lugar, conviene precisar que el estilo visual de De Palma es apabullante, llegando a ser un tanto narcisista (como diría Carlos Aguilar). En tercer lugar, la música de Pino Donaggio y el montaje de Hirsch son tremendamente efectivos, relajando algún punto el tradicional manierismo del director. Sin embargo, hay agujeros y errores, como en casi todos los thrillers firmados por De Palma a la sombra de su admirado Hitchcock (por ejemplo, errores de concepto: una película cinematográfica tiene 24 imágenes por minuto; errores de guión: esa frase “le he salvado la vida, lo mínimo que puedo hacer es tomarne una copa contigo”). Por otro lado, la perspectiva circular e irónica, basada en el juego del cine dentro del cine, que acompaña toda la estructura de la película bien merece un revisionado porque, además, se trata de una sofisticada y sutil crítica del patriotismo ciego.