miércoles, 31 de diciembre de 2014

Mis 5 imprescindibles de 1914, cien años después:


-       Judith de Bethulia
-       Fantômas contra Fantômas
-       Cabiria
-       The Masquerader
-       El alcalde de Zalamea


sábado, 27 de diciembre de 2014

El Hobbit: Un viaje inesperado (Aka The Hobbit)

2*
Tras la trilogía de El señor de los anillos (una jugada maestra desde el punto de vista cinematográfico y artístico), Peter Jackson presenta la primera parte de su segunda trilogía. Esta vez sobre la novela infantil El Hobbit, cronológicamente anterior a las aventuras de las tres primeras películas. Y si es comprensible que las más de 1.300 páginas de El señor de los anillos se conviertan en tres films, no lo es tanto que una novela de poco más de 300 se transforme en casi 8 horas de cine. Aquí comienza el primer problema de esta enorme producción: que la historia tiene muchos puntos muertos, escenas estiradas absurdamente y bajones rítmicos por doquier. La historia no da para más. Pero hay algún que otro problema añadido. Por ejemplo, el espíritu infantiloide de la trama, de algunos personajes y de algunos diálogos así como su humor ramplón. Igualmente, la historia calca de alguna manera la excusa argumental de la primera trilogía: un viaje iniciático y de aventuras que debe hacerse formando parte de un grupo heterogéneo. Es verdad que algunas escenas son impresionantes (como la de la cueva de los trasgos, por ejemplo), especialmente si se contemplan en 3D, y que algunos planos paisajísticos son excepcionales, pero Jackson no consigue que el espectador deje de sentir una especie de déjà vu por cuanto está viendo en pantalla. Eso si no se aburre soberanamente o si no le da por pensar acerca de la enorme suerte que tienen todos y cada uno de los personajes. En definitiva, una película repetitiva, estirada en buena parte de su metraje, infantil en su desarrollo y que, además, resulta inverosímil incluso para el género mitológico-fantástico al que pertenece. Es decir, El Hobbit: un viaje inesperado es como La amenaza fantasma: una película innecesaria. Casi nadie la verá en años sucesivos.




viernes, 26 de diciembre de 2014

El maquinista (Aka The Machinist)

3*
Dedicada a Rosa Celinda

Trevor Reznik (Christian Bale) es un trabajador que sufre de insomnio y que, como consecuencia de ello, comienza a cometer errores en la cadena de montaje y también a sufrir alucinaciones. Además, está perdiendo peso de una forma enfermiza, todo lo cual produce el rechazo de sus compañeros y de sus jefes. Brad Anderson, el director de la curiosa Transsiberian, lleva a la pantalla tres excelentes interpretaciones, la de Christian Bale (en plan Robert de Niro), la de Jennifer Jason Leigh y la de Michael Ironside, para contar una historia en flashback que destaca por su minuciosa puesta en escena (al estilo de Memento). En este sentido, es una película de finales, como El sexto sentido o Los otros. Por lo que una vez que se conoce el desenlace, casi nadie vuelve a transitarla. Por otro lado, la ambientación y la fotografía es mate, parda, desaliñada, como un polígono industrial lluvioso de Detroit, o una secuencia de Se7en, a la que Roque Baños entrega una BSO impersonal pero efectiva. Rodada en Barcelona, con probabilidad se trata de la mejor producción de la Fantastic Factory en España (de ahí la presencia de Aitana Sánchez-Gijón en el reparto así como de algún que otro cartel publicitario), junto con Dagon, y una de las películas que mejor ha representado en pantalla la paranoia causada por el insomnio así como el insomnio producido por el sentimiento de culpa. De alguna forma, es el complemento perfecto de la inspiradísima Spider, de David Cronenberg.

martes, 23 de diciembre de 2014

Tunka el guerrero

1.5*

Una de las producciones más bizarras de toda la filmografía española. Consiste en una curiosa mezcla de cine de espada y brujería (aunque con una estética casi de peli de romanos. O, mejor, con una estética parecida a la de Los cántabros), cine postnuclear (en la estela de multiples explotaition del momento, como las de Enzo G. Castellari) y cine feminista. Es decir, una especie de cine futurista pero retro, muy ochentero y casposamente bikinero. En definitiva, una mezcla coyuntural de grandes éxitos anteriores (El planeta de los simios) y de la época (desde Conan el bárbaro a Mad Max pasando por Ator el poderoso), escrita, ambientada y rodada con una pericia ciertamente postapocalíptica y con unas interpretaciones tan casposas como su factura general, donde no falta, por otro lado, frasecitas grandilocuentes e irrisorias. Atención a la belleza natural de Tunka, el héroe, a las escenas de banquete y a la coreografía de las luchas con espada: al espectador le puede dar un síncope.

Alicia en el país de las maravillas

2.5*

Alicia, en el mismo día en que un lechuguino iritantante de la aristocracia inglesa le va a pedir en matrimonio, sale huyendo detrás de un conejo blanco. Hasta que llega a su madriguera, cae por ella y se adentra en un submundo de sueños y recuerdos donde vivirá todo tipo de aventuras. Respecto de esta cuasisecuela dirigida por Tim Burton, lo primero que hay que decir es que la historia no es fiel al libro, ni a ninguna adaptación previa, ni siquiera al espíritu surrealista de la obra de Carroll. Y ello es porque Burton inserta parte de la mitología original en una trama típica de Disney, con paladines, esbirros, reinas malas (y feas) y reinas buenas (y blancas). Lo cual acaba con la ambigüedad, el sinsentido y la riqueza del texto de base para acabar imponiendo una moraleja típica de la casa: que la sociedad es jerárquica y que la forma ideal de gobierno es la monarquía, aunque haya alguna mala. De ahí la introducción, con calzador, de Maquiavelo. Además, el doblaje al castellano es una birria, tanto en los tonos y los timbres de las voces como en la traducción de los conceptos más polémicos del inglés original (Jabberwocky, por ejemplo, que se traduce acudiendo al trabajo de Jaime de Ojeda en vez de al de Francisco Torres Oliver). El diseño de personajes es insatisfactorio y los efectos digitales no están convenientemente retocados y chirrian constantemente, incluso en una trama tan imaginativa y fantástica como ésta. Y, por último, aparece una Alicia sin carisma, que parece vestida de Desigual y que, por momentos, parece una modelo demacrada y casi andrógina sacada de un anuncio de colonias. En definitiva, un producto que parece diseñado para la adolescencia, que intenta mantener parte de lo más oscuro (y atractivo) del imaginario burtoniano pero que sobresale por su fallida ejecución artística (pese a aciertos visuales indudables) y por su condescendencia con una historia que solo puede atraer a un público infantil. Lo del combate final (como un Narnia o un señor de los anillos cualquiera) y lo del comercio con China ya es para evaporarse en el aire como un gato de Cheshire.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Con la muerte en los talones (Aka North By Northwest)

4*
Dedicada a Orit A. Amar
Un ejecutivo de Madison Avenue (Cary Grant) es confundido con George Kaplan, un agente de la CIA, lo que le coloca en una trama rocambolesca y perfectamente olvidable en la que será secuestrado, perseguido, atacado e, incluso, se enamorará de una hermosa mujer. En esta trama, Grant será acompañado por sus partenaires, James Mason, Eva Marie Saint y Martin Landau. Durante las más de dos horas de película, Hitchcock irá zarandeando al protagonista del film y a los millones de espectadores del mundo entero que han sido arrastrados por esta presa desbordada de puro entretenimiento. Como decía el propio Hitchcock, North by Northwest es una broma contínua, inverosímil, que prefiere hacerse pasar por una película de intriga y de suspense. Por eso, pertenece a esa parte de su filmografía que Truffaut denominada “los tormentos de un inocente perseguido”: un auténtico “melodrama de la caza del hombre”. Hitchcock sigue con sus tramas pesadillescas, repletas de casualidades y misterios, donde la “lógica de los sueños” se desarrolla mediante una historia que pretende asirse a lo verosímil desde postulados fílmicos bastantes abstractos. De ahí la importancia de la imagen y del montaje, más que del guión, así como de algunas secuencias clave. El resultado es un cine de situaciones, del que hablara Truffaut, más que de personajes (una de las grandes carencias del trabajo del orondo director, según sus propias palabras). Por eso, en la memoria del espectador siempre estará ese Cary Grant corriendo por una carretera polvorienta mientras un aeroplano intenta matarle pasándole por encima. O a ese mismo Cary Grant, en su casi despedida del cine, descendiendo por las caras presidenciales del monte Rushmore. O la escena de la ONU.

domingo, 21 de diciembre de 2014

La plaga

3.5*

En el extrarradio de Barcelona, en una zona rural, cuatro personajes entrecruzan sus destinos por razones vitales y laborales: María, una anciana que ingresa en una residencia; Raúl, un agricultor que tiene que enfrentarse a una plaga en su viñedo; Rose, una enfermerera Filipina que trabaja en la residencia; e Iurie, un inmigrante de origen moldavo que practica la lucha libre mientras intenta salir adelante trabajando en el viñedo de Raúl. Neus Ballús dirige una película valiente, rodada a contracorriente de los tópicos del cine español, con una inspiración casi documentalista y extremadamente sensible y emocionante. Y lo hace mediante una concepción fílmica que basa su efectividad en la sofisticación de la sencillez. Por otro lado, el montaje consigue subrayar perfectamente el ritmo tranquilo y sosegado de quien vive la vida, la sufre pero también la disfruta. El resultado es una reflexion hermosa sobre la vejez y sobre la supervivencia que se aprovecha de un guión que ha sido capaz de adaptarse a las necesidades de la vida, impuestas durante los meses de rodaje. Es sorprendente, también, la naturalidad de varios actores nóveles que demuestran que la buena actuación, la creíble, en muchos casos no depende de una formación escénica previa. Al contrario. En conclusion, un film bello, en el que te metes como por casualidad y que te acaba regalando una sonrisa esperanzadora.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Messiah of Evil

3*
La historia del cine está llena de pequeñas obras maestras subterráneas a las que el cinéfilo curioso puede acercarse tanto por casualidad como por recomendación. El mesías del mal es una de estas obras extrañas y alocadas que salpican el desarrollo del género fantaterrorífico contemporáneo. Concretamente, es una de las más lúcidas y vanguardistas maravillas de los años setenta, una mezcla muy seductora de Lovecraft, David Lynch y algún que otro elemento extraído del trabajo de George Romero y de Dario Argento. Ideada, escrita y rodada por el tándem Willard Huyck-Gloria Katz (los guionistas de American Graffiti), El mesías del mal supone una bocanada de aire fresco en el género (así como un sorprendente descubrimiento), tanto por su inquietante, abstracta y fantasmal atmósfera como por la pulcritud estética con la fue rodada, lóbrega y esteticista a partes iguales. Además, el metraje está salpicado de asombrosos personajes, situaciones surrealistas y un puñado de escenas que hielan la sangre (la del supermercado o la del cine, por ejemplo). En todo caso, no es injusto señalar que la sensación final puede ser un tanto decepcionante e insatisfactoria, sobre todo por ciertas vacilaciones. Estrenada el mismo año que El exorcista, 1973, integra una especia de oscura cuadralogía terrorífica, junto con Let’s Scare Jessica to Death, The Wicker Man y Lemora.


lunes, 15 de diciembre de 2014

Mis 5 imprescindibles de Clint Eastwood director:


-       Escalofrío en la noche (1971).
-       El aventurero de medianoche (1982).
-       Bird (1988)
-       Sin Perdón (1992).
-       Mystic River (2003).

La presa (Aka Southern Comfort)

2.5*

Walter Hill coloca a un grupo de 9 reservistas (en realidad, de la Guardia Nacional) de maniobras, en medio de los Everglades de Lousiana, para que sean cazados, uno a uno, por un pequeños grupo de rednecks cabreados. El resultado es casi una secuela de Deliverance o de Rituals si bien Southern Comfort es una película formalmente expléndida pero moralmente ambigua. ¿Por qué? Porque los 9 individuos que se enfrentan a los cazadores y tramperos son un desastre cada uno: hay uno que tira de gatillo fácil y precipita todo el argumento; hay otro medio indio que pierde la razón asfixiado por el pánico de la situación; otro va de machito; otro más de jefe militar incompetente; uno que lloriquea a la mínima; y así hasta Powers Boothe (¡qué nombre más varonil1) y Keith Carradine, que son los únicos que llegan a la resolución de la trama, en medio de una fiesta en un poblado cajun. Ironía del film, la broma del comienzo se produce con munición de fogueo. El guión podría haber dado para más (hay varias escenas de transición y de relleno) por lo que Hill, consciente de la artificialidad de toda la producción, va insertando contínuamente planos de las hermosas pero monótonas localizaciones para variar tanto el ritmo como la pretendida tensión de la película. En todo caso, un correctísimo ejercicio de estilo, que parece prefigurar el Depredador de MacTierman, rodado con un buen puñado de actores realmente apropiados. Por cierto, la música de banjo es de Ry Cooder, nada menos.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Brazil

3*
Dedicado a un Anónimo o Anónima (octubre de 2014)

Sam Lowry (Jonathan Pryce), un burócrata de alta alcurnia pero un poco asustadizo, se encuentra metido en una trama terrorista al deslizarse una errata fatal en un expediente de su departamento (la famosa confusión Tuttle por Buttle). A partir de esta excusa argumental, Brazil se convierte en un film política y moralmente explícito (Tom Stoppard mediante) aunque, de he hecho, con probabilidad, es también una de las obras más fantasmagóricas de un director, ya de por sí, difícil de catalogar y de pastillear: el ex-Monthy Python, Terry Gilliam. Basado en un guión previo del director, comenzado en 1977 (e inspirado en el Jabberwocky de Lewis Carroll), Brazil tiene conexiones explícitas con el mundo de Huxley, de Orwell y, anacrónicamente, con el de V de Vendetta. La historia se mueve en los márgenes de una fábula distópica, situada en un estado totalitario que alimenta una sociedad consumista, kafkiana y superficial donde, además, los sueños escasean. Por eso, el protagonista imagina un mundo de héroes, combates y princesas rescatadas, que le sirve para enfrentar y para contrarrestar su vacío existencial. La estética se alimenta de la Europea de entreguerras, a la que Gilliam añade un espíritu futurista y robótico para que todo el conjunto destaque por su espíritu retro y ciberpunk. En definitiva, un film visualmente sorprendente, como casi toda la obra de Gilliam, y con múltiples aciertos pero cuya trama se sigue sin especial interés por varios bajones rítmicos así como por su extraña mezcla de comedia, drama, film noir y ciencia ficción, sobre la que flota una nada efectiva y persistente pátina naive. En todo caso, una producción justamente célebre y que merece consideración por su inteligente uso de la ironía y por su irredento pesimismo.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Surcos

3.5*

Una familia de pueblerinos se traslada a la capital en una España autárquica regida por la supervivenvia, la amoralidad y el estraperlo. En cuanto llegan y se instalan en una corrala de Lavapiés, cada miembro del clan debe echarse a la calle para ganarse el pan y, sobre todo, los cuartos. Junto con Los peces rojos, la otra obra maestra del realizador José Antonio Nieves Conde, quien (inspirado por Zavattini y sobre un minucioso guión co-escrito por Gonzalo Torrente Ballester, en el que se entrecrucan varias historias), levanta un retrato neorrealista de ese Madrid de miseria y picaresca que tan bien describió el Camilo José Cela de La colmena, el Luis Martín-Santos de Tiempo de Silencio o el Ignacio Aldecoa de Espera de tercera clase. La película tiene un magnífico nivel técnico-artístico, algunas secuencias de extraordinaria modernidad (como la escena del humo del tren, al final, o ese par de escenas de rápido montaje) y constituye una panorámica coral del tipo de vida que llevaban los españoles al comenzar la década de los cincuenta. Probablemente no se escribió y se rodó con un objetivo profético pero, como dice la sabiduría popular, de aquellos barros estos lodos.