miércoles, 31 de agosto de 2016

Mis 5 imprescindibles de Sofía Loren:


-       Orquídea negra (1958).
-       Matrimonio a la italiana (1964).
-       La condesa de Hong Kong (1967).
-       Una jornada particular (1977).
-       Dos mujeres (1989).

Asalto a la comisaría del distrito 13 (Aka Assault on Precint 13)

3.5*

Homenaje cinéfilo y también cinéfago a la figura y a la obra del gran Howard Hawks, desde Río Rojo a El enigma de otro mundo, aunque, en particular, es una reverencia a Río Bravo, si bien con la forma de un thriller urbano, casi de terror. Una especie de respuesta a la pesimista La noche de los muertos vivientes, con un final feliz y con un contenido y un continente claramente Westernianos. Napoleón Wilson (Darwin Joston) es un preso de máxima seguridad que debe pasar la noche en una comisaria, en pleno proceso de traslado, de un conflictivo suburbio del mastodóntico Los Ángeles. Esa misma noche, toda la comisaria es asaltada por una oscura y siniestra gang multicultural que se comporta casi como una horda de zombies. Frente a ella, los habitantes de la comisaria deberán unirse para hacer frente al extraño e inexplicable ataque. Carpenter pulsa con precisión varios de los resortes del cine de suspense, mediante una planificación y un montaje acertadísimos, donde solo se muestra en pantalla todo aquello que ayuda a crear ese clima de opresión y angustia que es la característica fundamental del film. Además, Carpenter hace jugar el juego de la individualidad a los personajes para, luego, unirlos en un acto de solidaridad y trabajo en equipo, que es la marca de la casa del cine de Hawks. Por otro lado, la ambientación, que recuerda a esos productos barriobajeros y proto neo conservadores (tipo El justiciero de la ciudad o distintas partes de Harry el sucio), subraya el ambiente degradado y siniestro de la historia. La BSO, del propio Carpenter, puntualiza con acierto los tonos sombríos de la epopeya. Una película propia de la irredenta década de los setenta a más no poder, carta de presentación de su admirado autor y que ya ostenta el sello distintivo del director de Carthage: ese nihilismo pesimista y fraternal que, de puro duro, termina por hacerse imparcial.

John muere al final (Aka John Dies at the End)

3*

¿Qué tienen en común Black Hole, Donnie Darko, los cómics de Daniel Clowes y la literatura de David Wong? Pues que son productos típicamente postmodernos, incrédulos ante los grandes relatos de la modernidad, sea en su vertiente liberal o en su forma marxista. En sus mejores logros, la postmodernidad ha desarrollado una meticulosa y sofisticada metaficción transcultural y supragenérica, justo a finales del siglo XX y comienzos del XXI. ¿Y por qué atrae a Don Coscarelli adaptar a la pantalla la primera novela de Wong? Pues por una sencilla razón: porque comulga, estética y argumentalmente, con su carrera cinematográfica previa (con la saga de Phantasma y con Huba Be Pop especialmente). Estamos ante un mix metaficcional repleto de sugerencias y reflexiones, injertado entre las costuras de diversos géneros, donde todo puede pasar, nada parece lo que es, nada es lo que parece y la expectación y la sorpresa son constantes. Respecto del argumento y de la trama, mejor no revelar nada al espectador curioso, que se acercará al film por recomendación, por conocimiento de la obra literaria o de la del director o por simple y maravillosa coincidencia. Una de esas películas que los aficionados al “ron de palo”, a la "cachiruza" y a la "motta" disfrutarán de diversas y creativas formas.


Cortina rasgada (Aka Torn Curtain)

3*

¿Por qué Ingmar Bergman se vale de 80’ para contar una historia con la profundidad de Persona y Alfred Hitchcock necesita 120’ para narrar Cortina rasgada? De hecho, habría que preguntarse por qué el cine del maestro sueco es tan parvo en duración mientras que el del maestro inglés suele ser tan generoso en minutaje. La respuesta podría estar en el suspense: para crear suspense hace falta tiempo, hace falta dilatar la duración de las cosas, como señala Anthony “Hitchkins” al final de ese biopic que ha protagonizado recientemente sobre el creador de Vértigo. Y como también señalaba François Truffaut en sus gloriosas conversaciones con el auteur, recogidas en la edición definitiva de El cine según Hitchcock. En fin, reflexiones aparte, el tío Alfred pergeña una trama de espías sobre robo de secretos nucleares en el marco de la Guerra Fría, tras el telón de acero y en el marco incomparable del Berlín dividido de postguerra. Adereza la ensalada con un balsámico de Paul Newman (en su única y conflictiva colaboración con el orondo director), con las estimulantes esencias de Julie Andrews (francamente, una pareja poco sólida) y con la minuciosa partitura especiada del siempre excelente y contrapuntístico John Addison, el compositor de esas maravillas musicales que son las BSO de Un puente lejano, La huella o Mujeres en Venecia, por poner solo tres gloriosos ejemplos.


Ella y el miedo

2.5*

La mayoría de los historiadores del cine afirman que Gritos en la noche fue el pistoletazo de salida del género de terror en España. Sin embargo, el cine de suspense, el thriller y el fantaterror en general (como La torre de los siete jorobados) eran géneros que ya habían sido tratados por la industria cinematográfica española. Por ejemplo, León Klimovsky, en 1963, un año después del estreno del clásico de Jesús Franco, había llevado a la pantalla una historia similar a la de El sabor del miedo (1961) y a la de La muchacha que sabía demasiado (1962). Una jovencita cabaretera, a punto de casarse, abandona el oficio y, de camino a casa, por la noche, presencia un asesinato. Con tan mala fortuna que el asesino también la ve a ella y la persigue. Pero un Jesús Puente rechonchote, un tanto inusual en su aspecto físico, hace acto de presencia oportunamente y la salva. Lo que sigue es un dignísimo film de suspense, obra de un director muy importante en el seno de la filmografía española, con una solvente fotografía en blanco y negro, un guión estupendamente dosificado (que coquetea con el giallo), unas correctas interpretaciones (ese Jorge Rigaud, esa May Heatherly)… y unos zapatos amarillos. La música y la ambientación (ese Madrid reconstruido por obra y gracia del montaje) apoyan convenientemente el misterio en torno a un supuesto sádico maníaco homicida. Como en algunas películas de Fernando Fernán Gómez, atención a la aparición de secundarios como Rafaela Aparicio o Antonio Ozores. Por cierto, se aconseja disfrutar junto a esa otra rareza que es Los muertos no perdonan.

Agente 007 contra el Dr. No (Aka Dr. No)

3.5*
Primera incursión fílmica de ese mito contemporáneo creado por Ian Fleming, James Bond, un agente británico al servicio secreto de su Majestad que tiene que viajar a Jamaica (antigua colonia inglesa) para investigar la desaparición de otro agente. Un malvado, el Doctor Julius No, con manos mecánicas, es un mercenario renegado que no quiere trabajar ni para el Este ni para el Oeste (es decir, ni para el Capitalismo ni para el Comunismo), dinamitando así los presupuestos de la Guerra Fría. De hecho, el Doctor No afirma trabajar para Spectra (SPecial Executive for Counter-intelligence, Terrorism, Revenge and Extortion), por lo que, de hecho, estamos ante la primera aparición de esta icónica organización del mal. Una organización que representa todo aquello que Bond combate. Un film alejado de esa espectacularidad banal, propia de buena parte de la filmografía del personaje, y con pocas o nulas escenas inverosímiles (de hecho, a Bond le pegan y le engañan varias veces), aunque bien asentado en esa mezcla de cine de acción con espías, política ficción y suspense, con el lujo adecuado, una adecuada presencia de mujeres hermosas (estamos ante un producto para hombres) y la aparición de todo tipo de artilugios tecnológicos. Un hito cinematográfico en su momento, incluso criticado por su sadismo, pero que, en la actualidad, ha rebajado considerablemente su capacidad para impresionar al espectador medio, tanto por el mero paso del tiempo como por el desarrollo de la experiencia media del público. 


La divertida noche de los muertos vivientes (Aka Return of the Livind Dead Part II)

2.5*

El éxito del video musical de Thriller, dirigido por John Landis a comienzos de la ultraconservadora década de los ochenta, propició que el mundo de los muertos vivientes llegara a las pantallas de todo el mundo y se hiciera mainstream. Bueno, el video de Michael Jackson y la filmografía de George A. Romero, para qué negar lo evidente. Entre las producciones fantaterroríficas que salpicaron de sangre, vísceras y cerebros purulentos los maravillosos años ochenta, destaca la producción de Dan O’Bannon, El regreso de los muertos vivientes, una película simpatiquísima de cuyos imberbes espectadores admiraron, por igual, su humor negro, sus efectos especiales truculentos y sus tintes erótico festivos. Además, había un marcado mensaje anti gubernamental, una recuperación nada nostálgica del punk y un enaltecimiento del género zombie. Tres años después de este suculento bocado, el guionista y director parece sacarse de la manga una especie de remake (o versión simple) del film de 1985. Aunque, eso sí, enfocado a un público más adolescente y no tan marcadamente juvenil. ¿Qué tienen en común ambas películas? La premisa: un barril cae por accidente de un camión militar y la lía parda en un pequeño pueblo. En el film de O’Bannon en un cementerio. En el segundo caso, en una pequeña ciudad USAmericana en construcción. Un buen programa doble para ver con la chavalería. 

Doctor Extraño (Aka Dr. Strange)

2.5*

El Doctor Stephen Strange (como Estela plateada o Namor) es uno de los más interesantes, respetados y sofisticados personajes de la Marvel. Creado por el ultratalentoso Stan Lee y dibujado por el maestro Steve Ditko, el personaje ha disfrutado de series propias y de variados crossovers en el universo Marvel. Sin embargo, en la pantalla, solo ha tenido 2-3 adaptaciones. Y parece que ninguna ha hecho justicia al héroe. La primera, en este mediocre telefilm de 1978, con pocos medios y una estética de cartón piedra terrible. Además, la película es un poco misógina y no contiene casi ninguno de esos derrames mágico-espaciales que salpicaban continuamente las páginas del comic. La segunda, extra-oficialmente, en un film de 1992 con el gran Jeffrey Combs haciendo de un Doctor Mordrid que era, claramente, un remedo del Hechicero Supremo. La película era graciosa, con unos fx efectivos y una curiosa ambientación, pero tampoco estaba a la altura del mito. En la última producción sobre el personaje, Benedict Cumberbacht se pone la Capa de Levitación para intentar resucitar, de una forma conveniente y acertada, las aventuras del guardían de la tierra, del habitante del Sanctum Sanctorum. Sin embargo, el teaser/trailer disponible, no augura buenas noticias. Ya veremos qué han hecho con el pobre doctor.

lunes, 15 de agosto de 2016

Mis 5 imprescindibles del giallo:

 
-       Seis mujeres para el asesino (1964).
-       Angustia de silencio (1972).
-       Torso: violencia carnal (1973).
-       Rojo profundo (1975).
-       Huellas de pisadas en la luna (1975).

domingo, 14 de agosto de 2016

El último de la lista (aka The List of Adrian Messenger)

3*

Por un lado, cada uno de los 11 miembros de una lista de nombres están muriendo en extrañas circunstancias, aparentemente accidentales. Por otro, un tal Alfred Messenger muere en un accidente de aviación y sus últimas palabras son escuchadas por un veterano de guerra. Ambos hechos darán pié a que un antiguo miembro del Servicio de inteligencia británico, Anthony Gethryn (George C. Scott) se ponga a investigar los sorprendentes sucesos, lo que le llevará, nada menos, que a escarbar en asuntos hereditarios de la nobleza inglesa. Tras Vidas rebeldes y Freud, pasión secreta, John Huston dirige una sorprendente película que nunca figura entre sus grandes obras pero que merece ser recordada. No es una película de espías. No es una película de asesinatos. No es exactamente un thriller. Es, más bien, una película de detectives. Con un interesante misterio por resolver. Y, sobre todo, es un film de embozos y caretas, que propone un divertido juego con el espectador: el de ir reconociendo, tras sus disfraces y maquillajes, a un nutrido plantel de actores: Kirk Douglas, Burt Lancaster, Robert Mitchum, Frank Sinatra, Tony Curtis. Atención al discurso que sobre el mal se marca el gran Kirk Douglas, así como a ese apunte animalista durante la cacería del zorro. En Inglaterra, a propósito de esta última cuestión, no escasean los Pubs del countryside que se llaman “The Fox Goes Free”. Por algo será.

Las manos del destripador (aka Hands of the Ripper)

2.5*

La hija del mítico Jack the Ripper presencia el asesinato de su madre a manos de su propio padre. Años más tarde, traumatizada por el suceso, y tras pasar por un orfanato, la joven Ana recala en casa de una espiritista de postín, que se aprovecha de ella, en todos los sentidos. Una noche, el doctor Pritchard la descubre en una de las sesiones de la supuesta medium y, tras una noche convulsa, se la lleva a su consulta, para estudiar la causa de su comportamiento, aparentemente endemoniado. Con un guión que tiene más agujeros que un queso de Gruyère, la Hammer vuelve a acercarse a la figura del destripador (tras Room to Let, por ejemplo) con esta cinta de terror cuya virtud más evidente es lo maravillosamente bien ambientada que está. Los actores no están del todo mal, la música es la adecuada para este tipo de producciones y los asesinatos tienen cierta originalidad (¡qué extraño hacer este tipo de observaciones pero, claro, se trata de obras de la imaginación y, además, hablamos de uno de los seres más morbosos del planeta: el ser humano!). Sin embargo, poco más se puede añadir, además de la presencia de una especie de mad doctor victoriano y de la consabida redención. El televisivo Peter Sasdy sigue adelante con su carrera en el género (destáquese El poder de la sangre de Drácula o The Stone Tape) con este producto correcto pero sin sobresaltos, pese a contar con el espíritu deforme del asesino de Whitechapel.

Viciosas al desnudo

2*

Juan Aznar (Jack Taylor), sic, es un escritor que se ha hecho famoso por panfletos moralistas y bienpensantes. Un buen día, durante un viaje para dar una conferencia, y alejado de su familia, conoce a dos jóvenes y lujuriosas amigas con las que pasa una tórrida noche. El calatravesco Manuel Esteba se marca una especulación exploitation sobre el erotismo, la hipocresía sexual y la lucha generacional, a costa de usar y postrar al pobre Taylor para lucimiento de sus dos pícaras amiguitas. Las dos hermosas actrices protagonistas (Adriana Vega y Eva Lyberten), de efímera y correosa fama, hacen un trabajo pésimo pero no porque se pasen la mitad del film en pelotas sino porque de interpretación andan muy justas. Sin embargo, el explosivo final así como la escena cuchillera previa dejan una sensación existencialista que recuerda a cierto cine porno de la irredenta década de los setenta. Por cierto, ¿no le parece a algún lector que una película USAmericana reciente se basa en esta misma premisa? 

miércoles, 10 de agosto de 2016

Bucle

3*

Con una humildad y falta de presuntuosidad aplastante, el director y los guionistas de este film de bajo presupuesto se han sacado de la manga una entrañable, divertida y emocionante disección de los ciclos, bucles y eternos retornos del amor a comienzos del siglo XXI, en particular, en países latinos como España. Es decir, en países donde el ase recicla como cualquier otro producto humano. Muy bien interpretada, en general, e intachable en sus aspectos técnico-artísticos (bajo la batuta de su director, Héctor Zerkowitz, un fotógrafo y publicista catalán, hijo y nieto de artistas), esto sí que es una buena muestra de la nueva comedia hispana, y no todos esos productos salchicheros que pueblan la cartelera cinematográfica con más pena que gloria. Como diría Nietzsche, lo que se hace por amor, se hace también más allá del bien y del mal. Pero esto no quiere decir que todo lo que llamamos amor sea realmente amor.