miércoles, 31 de agosto de 2016

Cortina rasgada (Aka Torn Curtain)

3*

¿Por qué Ingmar Bergman se vale de 80’ para contar una historia con la profundidad de Persona y Alfred Hitchcock necesita 120’ para narrar Cortina rasgada? De hecho, habría que preguntarse por qué el cine del maestro sueco es tan parvo en duración mientras que el del maestro inglés suele ser tan generoso en minutaje. La respuesta podría estar en el suspense: para crear suspense hace falta tiempo, hace falta dilatar la duración de las cosas, como señala Anthony “Hitchkins” al final de ese biopic que ha protagonizado recientemente sobre el creador de Vértigo. Y como también señalaba François Truffaut en sus gloriosas conversaciones con el auteur, recogidas en la edición definitiva de El cine según Hitchcock. En fin, reflexiones aparte, el tío Alfred pergeña una trama de espías sobre robo de secretos nucleares en el marco de la Guerra Fría, tras el telón de acero y en el marco incomparable del Berlín dividido de postguerra. Adereza la ensalada con un balsámico de Paul Newman (en su única y conflictiva colaboración con el orondo director), con las estimulantes esencias de Julie Andrews (francamente, una pareja poco sólida) y con la minuciosa partitura especiada del siempre excelente y contrapuntístico John Addison, el compositor de esas maravillas musicales que son las BSO de Un puente lejano, La huella o Mujeres en Venecia, por poner solo tres gloriosos ejemplos.


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