lunes, 30 de junio de 2014

Mis 5 escenas de amistad imprescindibles:

-       Escena final de Grupo Salvaje (entre William Holden y Ernest Borgnine).
-       Escena del Guiri de Yakuza (entre Robert Mitchum y Ken Watanabe).
-       Escena del reencuentro en Dersu Uzala (entre Yori Solomin y Maksim Munzuk).
-       Escena de la taberna entre Falstaff y el Príncipe Hal en Campanadas a Medianoche (entre Orson Welles y Keith Baxter).
-       Escena final frente a la chimenea en Ricas y famosas (entre Jacqueline Bisset y Candice Bergen).


sábado, 28 de junio de 2014

Solo el cielo lo sabe

4*

Una mujer viuda de clase media se enamora de su vitalista jardinero pero el corsé socio-familiar le impiden abandonarse a su nuevo amor. Con un comienzo que recuerda al del film Hoy como ayer, el “príncipe del melodrama”, Douglas Sirk empieza a despuntar en el análisis de la clase media USAmericana de los cincuenta y en la crítica de su opresiva forma de vida burguesa, atiborrada de convenciones, prejuicios y deseos frustrados, por lo que deja poco espacio para el desarrollo personal, especialmente para las mujeres. En este sentido, no está de más nombrar la crítica brechtiana de la burguesía europea o el despiadado análisis de Peter Gay en La experiencia burguesa, un estudio de las costumbres de clase desde la reina Victoria a Sigmund Freud. Solo el cielo lo sabe es un melodrama prototípico, ya que, siguiendo a Sidney Lumet, el melodrama es una teatralidad sobreelevada, que hace plausible lo increíble, como en esta película, aunque sin llegar a las cotas de delírio e inverosimilitud de Obsesión. A propósito, esta película se titula originalmente All that Heavens Allows y, curiosamente, el género ha sido recuperado por Todd Haynes en la magnífica Lejos del cielo. Por otro lado, Jane Wyman ya había interpretado el papel de viuda en No estoy sola, de Curtis Bernhardt (1951), donde llenaba su vacía vida ocupándose de niños huérfanos. Por último, sobre el genio de Sirk, son imprescindibles sus conversaciones con John Halliday, así como el conjunto de ensayos de Ángel Faretta sobre el “melo”, La pasión manda

El cóndor

3*

El nombre de la película hace referencia a una fortaleza donde se guarda un enorme cargamento de oro propiedad del gobierno de Maximiliano. El protector, tanto del oro como de la fortaleza, es Chávez, interpretado por Patrick O’Neal. Y la historia consiste en que un par de aventureros, con la colaboración de los apaches, pretenden reducir el fuerte y hacerse con el preciado cargamento. John Guillermin, conocido por su actualizada versión de King Kong, rueda una interesante y muy entretenida película de aventuras (en la línea de Veracruz y de El oro de MacKenna), con la revolución mexicana de fondo. La historia cuenta con convincentes escenas de acción y un guión sencillo pero sorprendente. La fortaleza fue construida en España, en Almería (país al que se hace referencia a través de dos escenas de motivo taurino), con un diseño de reminiscencias escherianas, y tuvo tanto éxito que fue reutilizada en varias películas posteriores, como en Conan el bárbaro. Lee Van Cleff logra crear un personaje muy entrañable, el tal Jaroo, al que dota de una singular atracción, mientras que el pétreo Jim Brown no destaca precisamente por su interpretación, al igual que el resto del reparto. El mismo año, 1970, Don Siegel estrenó Dos mulas y una mujer, con varios puntos en contacto con esta cinta.

miércoles, 25 de junio de 2014

The Pom Pom Girls (Aka Palisades High)

2.5*


El High School Rosedale espera el gran partido contra Hardin. Principals pesados, Coachs nobles y Cheerleaders desprejuicidadas. Neds, Punks y Jackass en plena “guerra”. Hamburguesas, fries y Coca-Colas. Fiestas, playas y camionetas. Fútbol americano, vestuarios, peleas y marihuana. Carreras de coches, de motos y competiciones deportivas. Gamberradas, bromas y gansadas. Pantalones de campana, T-Shirts ajustadas y melenas al viento. Escarceos sexuales, amistades con derecho a roce y primeros amores. Robert Carradine, Jennifer Ashley, Lisa Reeves y Susan Player. Y todo ello en la gloriosa California de los años setenta. ¿Qué más se puede pedir? Como nos recuerda Michael J. Weldon en su imprescindible The Psychotronic Video Guide, un auténtico hit en los Drive-In de la época, un canto a la juventud loca y un genuino antecedente de obras maestras como Movida del 76. Unos años más tarde, y en la misma línea, el director de San Valentín sangriento estrenaría Pick-Up Summer.

martes, 24 de junio de 2014

Cuerno de cabra (Aka The Goat Horn)

3.5*

Muchas son las historias que se han desarrollado en las fronteras ominosas de la Edad Media pero pocas son las que han alcanzado la fama universal más allá de los hits de la cinematografía británica, USAmericana y puntuales éxitos del cine francés o ruso (como El nombre de la Rosa o Andrei Rublev). El cine histórico que se ha realizado en los países de la Europa del Este, en las ex repúblicas soviéticas, ha sido mal distribuido y mal valorado así que ya va siendo hora de intentar paliar esta injusticia crítica. En este caso, tenemos entre manos un clásico del cine búlgaro, de Metodi Andonov, rodado y estrenado en 1972. La película ofrece un retrato de la vida rural en el Medioevo pasado por el tamiz del cine de venganzas, tan extendido por todas las latitudes del orbe. Aunque el Medioevo que radiografía Andonov es como el Medievo japonés: una forma de vida anacrónica que sobrevive en el contexto del mundo postrenacentista, postreformista y premoderno del siglo XVII. Un ganadero regresa de las montañas y se entera de que su mujer ha sido violada y asesinada por un grupo de turcos. Quema su hogar y se lleva a su hija a la sierra para garçonizarla y para eliminar su inocencia y así poder entrenarla para vengar la muerte de su madre, venganza que ejecutará con todo tipo de escaramuzas pero siempre con un cuerno de cabra. Cuando la hija es mayor, regresa al pueblo para materializar su destino y, de paso, conocer el amor, aunque sea de una forma trágica. En realidad, Andonov presenta un retrato descarnado de las durísimas condiciones de vida y del desamparo de las comunidades rurales de la época, mucho más ancladas en la tradición y el inmovilismo que las comunidades urbanas. En este sentido, no es ocioso comparar este film con Virginia, para el caso de Yugoslavia, o con Surcos, para el caso de España. Pero Andonov también ofrece un retrato de la “convivencia” en tiempos de la ocupación turca del país, lo que le permite mostrar los excesos y la explotación otomana. Aun siendo en B&W, la película destila una belleza realmente destacable, especialmente por su cruda simplicidad. Y, por último, aun habiendo sido rodado en los setenta, el film tiene una puesta en escena clásica, muy alejada de varias de las constantes de la época. 

Stargate, puerta a las estrellas

3*

A medio camino entre las producciones arqueológicas y de aventuras de Steven Spielberg y buena parte del cine de Sci-Fi contemporáneo, Roland Emerich da forma a una Space Opera sobre puertas interestelares, antiguas civilizaciones y viajes intérgalacticos. La base argumental descansa en la leyenda de la participación extraterrestre en la construcción de las pirámides, una idea muy atractiva para conspiranóicos y personas confusas que prefieran soñar con el pasado en vez de imaginar el futuro. Una película muy convencional en materia narrativa, en cuestión de diálogos y en el trazo de personajes pero que, sin embargo, tiene cierto encanto por varias razones: por proponer un origen extraterrestre para el conjunto de civilizaciones humanas, por jugar (a sabiendas) con un conjunto de mitos y fábulas ampliamente conocido y, en último lugar, por presentar un mensaje anti totalitario (aunque nada antimilitarista), con su correspondiente Intifada incluida. Carlos Aguilar añade otra razón: la presencia de Jaye Davidson en el reparto, la turbadora protagonista de Juego de lágrimas. No obstante, la inspiración del film se relaciona, en realidad, con la rebelión de los esclavos judíos contra el Faraón egipcio, capitaneados por Moisés. La producción se completa con los obligados efectos visuales cromados, con un diseño de producción tan original como una campaña electoral y con esos sempiternos artefactos narrativos atrapa masas, típicos del Blockbuster de temporada.



sábado, 21 de junio de 2014

Un extraño en mi vida (Aka Strangers When We Meet)

4*

Decía Oscar Wilde que el matrimonio es una carga demasiado pesada para que solo sea llevada entre dos. Es decir, Wilde subrayaba la irrenunciable compañía de la infidelidad en el seno de la institución familiar. Un arquitecto (Kirk Douglas) conoce a la madre de un amigo de su hijo (Kim Novak) y mutuamente se atraen y se enamoran. Pero ambos están casados, aunque no del todo felizmente. Rodada con esa puesta escena elegante y liviana, típicamente made in Hollywood, la película subraya muy bien los momentos melodramáticos y de duda, con unos juegos de espejo realmente ingeniosos. De hecho, el realismo figural que destilan sus fotogramas y su narración se transforma en una llamada a futuros adúlteros. Como ha escrito Bertrand Tavernier, estamos ante un auténtico “idilio de barrio”, como Juegos secretos. El film muestra dos tipos de personas, unas más convencionales y otras más exclusivas. Éstas últimas muestran su insatisfacción dando de nuevo una vuelta a la ruleta del amor, encendiendo las ascuas de la pasión con nuevos descubrimientos, con el juego del enamoramiento y de los escarceos sexuales. Pero, en un plano más inasible, la película es un canto interruptus a una forma de vida apasionada, anticonvencional y creativa, fuera de rutinas, hábitos y etiquetas. Sin embargo, la película muestra que esto es también un espejismo, una quimera: aunque el ardor y el entusiasmo sean imprescindibles en la vida, no duran infinitamente. Y Evan Hunter y Richard Quine lo saben a la perfección. Por eso es una obra adulta, madura, al margen de los ensueños juveniles sobre el amor y la vida en pareja.


jueves, 19 de junio de 2014

El exorcista (Aka The Exorcist)

4*

Uno de los clásiscos incontestables del cine de terror moderno, El exorcista tiene una estructura narrativa muy interesante: 3 historias extrañas que terminan por cruzarse. La primera, la de un arqueólogo en Irán; la segunda, la de los tormentos familiares y personales del padre Karras; la tercera, la de una actriz separada y su hija Regan Teresa, en Georgetown. La idea básica del film es mostrar al espectador cómo se viviría en una sociedad coetánea la presencia del diablo, a través de una posesión y su correspondiente exorcismo. Tanto William Peter Blaty (autor de la novela original) como William Friedkin (director de la película) juegan muy bien con la evocación anímica que tanto la iconografía religiosa como la representación del mal despiertan en el espectador. Al igual que otras películas del género, como La matanza de Texas, por ejemplo, Friedkin juega también excelentemente con los efectos de sonido (en las pesadillas del Padre Karrras, por ejemplo) y, por supuesto, con la mítica BSO compuesta por Mike Oldfield, Tubular Bells. Por otro lado, si bien la historia puede ser leída en un tono conservador (moral y socialmente hablando) y el espectador se pregunta cómo hubiera ido todo si la protagonista no fuera una mujer adinerada, The Exorcist pulsa con contundencia algunos de los miedos más primigenios del ser humano (a la pérdida de la identidad, a la propia maldad y al diablo, a la profanación religiosa, etc.). Técnicamente, la película es soberbia y lo que se ve en pantalla adapta sabiamente el contraste entre la ciencia y la religión mediante un estilo semidocumental que alcanza altas cotas en las escenas del hospital y en las escenas del exorcismo. Aunque la producción muestra algunos errores (esos empleados que caban siempre en el mismo sitio, algún desliz de montaje, etc.), el film ha pasado a los anales del fantaterror contemporáneo por los efectos que produce en el espectador y por su lograda conjunción de virtudes, donde los actores, precisamente, no son una característica accesoria. De hecho, todos ellos están expléndidos (Ellen Burstyn, Linda Blair, Max von Sidow, Lee J. Cobb y Jason Miller).

domingo, 15 de junio de 2014

Mis 5 imprescindibles de Tim Burton:

-       Eduardo Manostijeras (1990).
-       Ed Wood (1994).
-       Sleepy Hollow (1999).
-       Big Fish (2003).
-       La novia cadáver (2005).


Viaje al centro de la Tierra

2.5*

Julio Verne decía que todo lo que una persona puede imaginar otras podrán hacerlo realidad. Con esa idea en la mente, la Twentieth Century Fox y Henry Levin se lanzaron a adaptar el Viaje al centro de la tierra en 1959. Además, el reciente éxito de la extraordinaria 20.000 leguas de viaje submarino y de la mareante La vuelta al mundo en ochenta días hicieron que la Fox quisiera embarcarse en otra adaptación, esta vez con un arrebatador Cinemascope. El argumento es muy conocido: el profesor Lindenbrook, su ayudante, la viuda de un geólogo y un islandés fortachón viven todo tipo de aventuras subterráneas al adentrarse en un viaje hasta el centro de la tierra. Las bazas que en su momento debieron parecer portentosas (el diseño de producción, los decorados, los efectos especiales) se han quedado francamente acartonadas y, en general, tanto el diseño de personajes como algunos diálogos han resistido bastante mal el paso del tiempo. Por ejemplo, el personaje de James Mason es del todo punto irritante, tiene un carácter altivo y caprichoso (aunque se pretenda racional) y comete todo tipo de deslices. Además, existen decenas de errores de continuidad, fácticos y anacronismos aunque el espíritu eventurero de la historia original y una simpática ingenuidad tansforman el visionado de este film en una experiencia retro camp, apta, ciertamente, para públicos juveniles. Por lo demás, es mejor que la versión de Juan Piquer Simón.


viernes, 13 de junio de 2014

La naranja mecánica

3*

Junto con sus tres compinches, Alex (Malcom MacDowell), un malhechor juvenil, que disfruta de una adolescencia disoluta y consentida, se dedica a administrar hiper violencia gratuita a víctimas inocentes, incluyendo agresiones sexuales. Atrapado por la policía a causa de la traición de sus secuaces, Alex es recluido en una prisión estatal donde se la aplicará una técnica especial para reformar delincuentes, basada en los reflejos condicionados. Dicha técnica consiste en asociar imágenes violentas a efectos físicos desagradables, producidos por una droga, con lo que su falta de empatía hacia el dolor ajeno se convierte en repulsión ante la violencia y el sexo y, secundariamente, ante la 9ª Sinfonía de Beethoven (sic). Una vez reinsertado en la sociedad (en una especie de Inglaterra futurista, kitsch y ultraconservadora), el victimario será objeto de toda suerte de humillaciones y vejaciones, tanto por sus víctimas anteriores como por sus antiguos camaradas, ahora policías, mostrándose, así, una especie de reflexión circular sobre el origen y las consecuencias de la violencia que es, en el fondo, una reflexión sobre la libertad y la responsabilidad. Una fábula distópica y moral, rodada con los habituales recursos estéticos, narrativos y técnicos del Kubrick de la época (Barry Lyndon y 2001: una odisea del espacio, en especial) que, como adaptación de la novela de Burgess, es un tanto discutible, aunque ha demostrado ser una buena excusa para la fabricación de camisetas y otros gadgets supuestamente contraculturales, además de una vergonzosa influencia para una parte importante de la cinematografía contemporánea. En definitiva, un film tan esteticista como superficial.