jueves, 19 de junio de 2014

El exorcista (Aka The Exorcist)

4*

Uno de los clásiscos incontestables del cine de terror moderno, El exorcista tiene una estructura narrativa muy interesante: 3 historias extrañas que terminan por cruzarse. La primera, la de un arqueólogo en Irán; la segunda, la de los tormentos familiares y personales del padre Karras; la tercera, la de una actriz separada y su hija Regan Teresa, en Georgetown. La idea básica del film es mostrar al espectador cómo se viviría en una sociedad coetánea la presencia del diablo, a través de una posesión y su correspondiente exorcismo. Tanto William Peter Blaty (autor de la novela original) como William Friedkin (director de la película) juegan muy bien con la evocación anímica que tanto la iconografía religiosa como la representación del mal despiertan en el espectador. Al igual que otras películas del género, como La matanza de Texas, por ejemplo, Friedkin juega también excelentemente con los efectos de sonido (en las pesadillas del Padre Karrras, por ejemplo) y, por supuesto, con la mítica BSO compuesta por Mike Oldfield, Tubular Bells. Por otro lado, si bien la historia puede ser leída en un tono conservador (moral y socialmente hablando) y el espectador se pregunta cómo hubiera ido todo si la protagonista no fuera una mujer adinerada, The Exorcist pulsa con contundencia algunos de los miedos más primigenios del ser humano (a la pérdida de la identidad, a la propia maldad y al diablo, a la profanación religiosa, etc.). Técnicamente, la película es soberbia y lo que se ve en pantalla adapta sabiamente el contraste entre la ciencia y la religión mediante un estilo semidocumental que alcanza altas cotas en las escenas del hospital y en las escenas del exorcismo. Aunque la producción muestra algunos errores (esos empleados que caban siempre en el mismo sitio, algún desliz de montaje, etc.), el film ha pasado a los anales del fantaterror contemporáneo por los efectos que produce en el espectador y por su lograda conjunción de virtudes, donde los actores, precisamente, no son una característica accesoria. De hecho, todos ellos están expléndidos (Ellen Burstyn, Linda Blair, Max von Sidow, Lee J. Cobb y Jason Miller).

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