miércoles, 31 de octubre de 2012

Mis 5 imprescindibles de Greta Garbo:


-       El demonio y la carne (1927).
-       Grand Hotel (1932).
-       La reina Cristina de Suecia (1933).
-       Margarita Gautier (1936).
-       Ninotchka (1939).

lunes, 29 de octubre de 2012

Expiación: más allá de la pasión

3*
Dedicada a Carlota Silvanna
Adaptar a Ian McEwan no parece una tarea especialmente difícil porque su literatura tiene componentes de naturaleza cuasi cinematográfica: una trama bien construida, escenas elaboradas a base de certeras pinceladas visuales, personajes bien definidos, ágiles e inteligentes diálogos y algún que otro poso de cuento moral. Es el caso, por ejemplo de la extraordinaria novela Amsterdam. Respecto de Atonement, se añaden además distintos elementos metaficcionales, muy del agrado del público cultivado actual (que aplaude obras como Las horas o El lector). El encargado de trasladar a la pantalla la imponente novela (más de 400 páginas) fue el director de Orgullo y prejuicio, Joe Wright, de la que entresaca varios elementos, especialmente la cuidada ambientación (por otro lado, típica de esta clase de producciones inglesas), una puesta en escena prolija en florituras y, finalmente, el protagonismo de Keira Knightley. El guión es obra de Christopher Hampton, especialista en adaptaciones literarias, director él mismo de algunas de ellas y dramaturgo original. El film cuenta una historia High-Class, con acusaciones falsas, arrepentimientos, expiaciones, pulsiones amorosas, sexuales, en tres marcos temporales distintos y localizada en Inglaterra y en Francia. Wright deconstruye la narración, como su admirado Anthony Minghella en El paciente inglés, pero consigue que el espectador no pierda el hilo de la historia. De hecho, en algunos aspectos, la trama es frustrantemente previsible. Además, utiliza un conjunto de encuadres abiertos para que la visión de conjunto y los miles de detalles ayuden al espectador a entrar en el drama de la película y también, claro que sí, para deleitar su vista. Por cierto, hay un travelling secuencia, durante la guerra, en una playa, que vale su duración en oro. Igual que el plano secuencia de Vanessa Redgrave. Sin embargo, en algunos momentos, los peores, parece que estemos asistiendo a un anuncio de Chanel o de cualquier otra marca de eau de parfum de qualité, mientras que, en otros, hay algo que evoca a El diario de Noa.




viernes, 26 de octubre de 2012

Los amores imaginarios

2.5*
Dedicada a Alicia López
A lo largo de más de cien años de historia del cine, hay multitud de películas que se han acercado a esa visión romántica que hace de la pulsión amorosa una experiencia absorbente e, incluso, decadente, como la que representa la literatura de Alfred de Musset, cuya obra pone el acento en el “aspecto doloroso” del amor y en la “belleza contaminada”, como ha escrito Mario Praz. Por su parte, David Foster Wallace hacía afirmar a uno de los personajes de La broma infinita que hay quien cree que no hay amor sin placer, lo cual es cierto solo en la mayoría de los casos. Pero la estadística no es una ciencia sino una plantilla numérica que imponemos a nuestros comportamientos. Xavier Dolan, joven director canadiense, ha dedicado su todavía corta filmografía a desvelar los secretos y felicidades del amor, ya se entienda como pasión, como obsesión o como entrega. Y lo hace sobre una historia que evidencia su edad (enamoramiento post adolescente), que recuerda ligeramente a la de Soñadores (un trío amoroso, cinefília latente) y que retrata a una generación de abierta sexualidad pero de comportamientos conservadores. En el nivel de la trama, Dolan narra los intentos de dos amigos (un chico y una chica) por conquistar a un efebo rubio, un tanto consentido y manipulador que, desde el principio, no muestra mucho interés físico por ninguno de los dos. Dolan introduce monólogos de otros personajes, frente a la cámara (en plan Sexo oral de Chus Gutierrez), que pretenden ampliar y complejizar la perspectiva, aunque solo lo consiguen superficialmente. Dolan, además, añade un ligero toque de Woody Allen, un estilo nervioso y esteticista (que no esconde la influencia de Paul Thomas Anderson y de Wong Kar-Wai) y, finalmente, un puñado de solventes interpretaciones. Todo ello en una especie de alambique postmoderno, aunque domesticado. Por eso, los resultados del film no consiguen superar su naturaleza primeriza y juvenil, tanto narrativa como estilísticamente (atención a esa cámara en mano, inquieta, incluso haciendo zooms, y a esos continuos injertos MTV, con ralentizaciones incluidas). El problema es que la forma y el contenido van cada uno por su lado hasta el tercer sector de la película (sin contar el epílogo), donde ambos se dan la mano y consiguen emocionar al espectador.


jueves, 25 de octubre de 2012

El jovencito Frankenstein

2.5*

Mel Brooks escribe, produce y dirige esta parodia del género de terror que está basada en la novela del Mary W. Shelley sobre los experimentos del doctor Frankenstein. Bueno, en este caso, sobre los experimentos del nieto del Barón, el doctor Fronkonstin (siguiendo la pronunciación del doblaje al castellano). Si bien está rodada con cierto esmero y con una cuidada ambientación, tanto los gags como, en general, el humor (sosos los unos, vulgar el otro) no están a la altura ni de la producción ni de la fama del film. Y ello pese a los guiños cinéfilos constantes, particularmente al cine de James Whale. Especialmente incómodos son los personajes secundarios. Por ejemplo, el personaje de Inga, erigido sobre el típico rol de las heroínas sexys en las producciones de la Hammer; o el del propio monstruo, intepretado por un Peter Boyle absolutamente fuera de lugar. Por el contrario, tanto el papel de Marty Feldman (Igor) como el Kenneth Mars (inspector Kemp) son dos de los pilares sobre los que descansa la poca gracia de la historia. Por su parte, Gene Wilder está simplemente correcto. Como curiosidad, conoció una especie de remake indio, Sevimli Frankenstayn, dirigido por Nejat Saydam. En algún sentido, recuerda el sketh cómico de la película de Eduardo García Maroto, Tres eran tres (1954), en la que también se parodiaba, siguiendo el guión de Miguel Mihura, el estilo de la Universal. Como curiosidad, en un pequeño papel se puede encontrar a Gene Hackman. Nada más hay que comentar de la película, salvo el preguntarse por las razones sociológicas de su (a todas luces) inmerecido éxito, lo cual elevó al film a la categoría de cult movie y suscitó varias imitaciones, como la paupérrima Transilvania 6-5000

miércoles, 24 de octubre de 2012

Sabe que estás sola

1.5*

Un asesino despiadado y despechado, se dedica a acuchillar a todo el que se pone por delante. Su objetivo principal está compuesto por novias a punto de casarse. Armand Mastroianni, que no tiene nada que ver con el gran Marcelo, firma su primera película, un slasher que es una copia en toda regla de La noche de Halloween (junto con elementos del giallo de Argento) con lo que la originalidad brilla por su ausencia. Hasta la BSO es una mala mímesis del icónico tema de John Carpenter. Sólo es destacable el hecho de que el psychokiller no esconde su rostro, que está rodada en Staten Island, Nueva York, lejos de la California original (por decir algo), alguna escena suelta (como la de inicio) y el discurso sobre el horror que ofrece Tom Hanks, en su debut cinematográfico oficial. Finalmente, el film tiene una estructura circular, lo cual es algo muy del gusto de las mentes privilegiadas.


martes, 23 de octubre de 2012

El último hombre sobre la tierra

3*
De las tres dignas versiones que se han rodado sobre la famosísima novela de Richard Matheson, Soy leyenda, esta es la primera y la más fiel en espíritu y en letra. Por tanto, no extraña encontrar al mismo Matheson colaborando en el guión, (aunque tuvo que usar un seudónimo porque quedó descontento con el resultado). La apocalíptica historia se centra en la rutina diaria del doctor Robert Morgan (Vincent Price), único superviviente de una plaga vírica, en un mundo atestado de vampiros, a los que persigue e intenta exterminar. Por su parte, el propio Matheson se aseguró de que los seres que acosan al protagonista no fueran mutantes ni zombies, sino vampiros, como en el texto original (aunque tengan comportamientos parecidos a los zombies de George A. Romero, todo hay que decirlo). Sidney Salkow firma una coproducción entre la AIP e Italia, con una más que correcta interpretación de Vincent Price, una lúgubre fotografía del siempre excelente Franco Delli Colli y un mensaje desolado y pesimista. Otras lenguas más chismosas han sugerido una lectura en el marco de la Guerra Fría. En todo caso, parte de la trama recuerda a esa rareza de 1959, El mundo, la carne y el diablo, de Ranald MacDougall. Para adentrarse en ficciones post apocalípticas, es muy recomendable la compilación de John Joseph Adams, Wastelands: Stories of the Apocalypse, que destaca la atracción por la aventura, la lucha por la supervivencia y la exploración de nuevas fronteras, no solamente físicas, como los principales atractivos que subyacen a este tipo de narraciones.



sábado, 20 de octubre de 2012

El desafío de las águilas

3*

A la sombra del inaugural Los Doce del patíbulo (1967), de Robert Aldrich, Brian G. Hutton dirigió esta cinta bélica de aventuras con un variopinto grupo de militares empeñados en intentar rescatar a un alto mando aliado que los nazis retienen en el Schloss Adler, un inexpugnable castillo en pleno corazón de los Alpes. Con eficaces toques de intriga, propios de las película de espionaje, el film juega muy bien sus escasas pero contundentes bazas: un guión sencillo (de Alistair MacLean, el autor de Los cañones de Navarone) pero efectivamente rodado y montado, un ritmo pausado que va adaptándose convenientemente al suspense y a la acción (donde no faltan las convenientes elipsis), una fotografía con apropiados tonos fríos para los exteriores y cálidos tonos para los interiores y, finalmente, unos intérpretes adecuados. Debut oficial de Clint Eastwood, tras la trilogía del dólar y tres papeles más: Las brujas, Cometieron dos errores y La jungla humana.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Ana y los lobos

3.5*
Dedicada a un seguidor Anónimo.

Una joven institutriz inglesa llega a una mansión, en medio del campo, para encargarse de la educación de tres niñas que viven con sus padres, sus dos tios, su abuela y los criados. Desde el mismo momento de su llegada, la institutriz comienza a presenciar el extraño comportamiento de todos los miembros de la familia. Siguiendo a Buñuel y a Fellini, Carlos Saura da rienda suelta a sus querencias autobiográficas y necesidades sociológicas y presenta un auto sacramental sobre la esencia de la España franquista, construida sobre la Iglesia, el ejército y la familia burguesa patriarcal, en un clima de represión sexual, tabúes y violencia vital, como en La caza. Una lectura literal de la película siembra el desconcierto porque Ana y los lobos insta al espectador a realizar una lectura alegórica, donde cada uno de los personajes representa una idea o una institución y, por tanto, la familia entera podría representar a una parte importante de la realidad del país. Saura se cita constantemente a sí mismo y a su cine (tanto retrospectiva como prospectivamente, como diría Borges), conviertiendo a esta película en una especie de summa fílmica del autor. Pero también es, paradógicamente, la bisagra para el tipo de cine que llevaría a cabo en los setenta. Los actores (Geraldine Chaplin, Rafaela Aparicio, Fernando Fernán Gómez, Juan María Prada, Juan Vivó y Charo Soriano) convierten a sus personajes-idea en unos seres absolutamente creíbles y tanto la dirección como la puesta en escena acusan una soltura y una levedad como solo alguien que domina el medio cinematográfico puede llevar a cabo. El final, por muy fantasioso que se quiera ver, es de una dureza seca y despiadada. Además, se transforma en un poderoso “símbolo visual” de la Guerra Civil española. 



lunes, 15 de octubre de 2012

Mis 5 imprescindibles de Robert Mitchum:


-       Retorno al pasado (1947).
-       La noche del cazador (1955).
-       El cabo del terror (1962).
-       El Dorado (1966).
-       Yakuza (1974).




viernes, 12 de octubre de 2012

De dødes tjern (Aka Lake of the Dead)

3.5*

Un grupo de amigos va a pasar unos días a una cabaña cerca de un hermoso lago, en las montañas noruegas. Un lago que parece que no tiene fondo. Si bien, al principio, todo son paseos y conversaciones triviales e intelectuales (Ibsen, Oscar Wilde, Strindberg, Holmes), conforme van pasando los días, extraños sucesos comienzan a suceder. Uno de los hitos de la cinematografía noruega, alrededor de una historia que conjuga excelentemente una leyenda terrorífica, el psicoanálisis y una trama criminal. La creación de atmósferas está realmente bien elaborada, el humor aparece en los momentos adecuados y la admirable sucesión de escenas, junto con una puesta en escena meticulosa, va desarrollando el suspense y la intriga hasta el sorprendente final. Durante el visionado, el espectador puede pensar en Viernes 13 o en Posesión Infernal, por lo que hay que subrayar que la película es de 1958 y está fotografiada en B&W. Seis años después, el director, Kåre Bergstrøm (de la generación de Arne Skouen y Edith Carlmar), volvería a recabar en el thriller de terror con Klokker i måneskinn.

jueves, 11 de octubre de 2012

Celebración del primer aniversario: resultado

Después de tomar muy buena nota de todas y cada una de las peticiones, tanto en el Blog como en Facebook, y tras un escrupuloso sorteo, las películas seleccionadas para convertirse en PastillasCríticas dedicadas son:

Ana y los lobos
Los amores imaginarios
Expiación

A lo largo del mes de octubre serán subidas las pertinentes PastillasCríticas, con su dedicatoria correspondiente.

Sin embargo (y sin que sirva de precedente), PastillasCríticas ha decidido elaborar y dedicar el resto de peticiones. Por eso, en los próximos meses, se irán Pastilleando todas y cada una de las películas propuestas y que, por desgracia, no han salido elegidas. Entre ellas están: Los fabulosos Baker Boys, Cayo Largo, Solo los ángeles tienen alas, Memoria letal, Debbie goes to Dallas, Piedras, El castillo ambulante, Cyrano de Bergerac, Hell is a City, Remando al viento, Mary and Max o la polémica Prometheus.

Muchas gracias a tod@s, de corazón, por vuestra participación. Es un placer contar con seguidores como vosotr@s.

Disfrutad, por favor, de las PastillasCríticas dedicadas, y recordad que se elaboran con el mayor de los cariños.

Ad astra per aspera.



miércoles, 10 de octubre de 2012

When we were kings

3.5*

Apasionante documental sobre el combate entre Muhammad Alí y George Foreman en el Zaire, en 1974, con la política USAmericana y las luchas por los derechos civiles de fondo. Leon Gast se centra en los dos personajes principales, los dos enormes boxeadores, resaltando la personalidad y el carisma de Cassius Clay pero sin menospreciar a Foreman. Y lo hace dentro de una estructura narrativa que no evita coquetear con el suspense, como ya se había intentado en el docudrama Pumping Iron. Por otro lado, muestra los poderosos intereses económicos que hubo detrás de la organización del evento (por obra y gracia del promotor Don King), así como las conexiones con la cultura afroamericana, especialmente con los líderes del espectáculo musical de la época: James Brown, B.B. King, The Crusaders, entre otros. Además, Gast ofrece interesantes apostillas de las más diversas personalidades: Norman Mailer, George Plimpton, Lloyd Price o Spike Lee, por ejemplo, así como del propio Mobutu Sese Seko. Desde la grabación original en 1974, el director tuvo que sortear un buen puñado de problemas legales para poder dar a conocer, en 1996, todo el material que había rodado, cosechando excelentes resultados de crítica. Por su parte, el director Tom Gries contó con el propio Alí para su biopic Yo el mejor.







martes, 9 de octubre de 2012

¡El soplón! (Aka The informant!)

2.5*

Típica fábula hollywoodiense que (como la previa Erin Brockovich o como la ajena Up in the Air) desliza una ligera crítica sobre el sistema capitalista utilizando el envoltorio de la comedia (más o menos negra, más o menos disparatada) pero con intenciones realistas, al estilo de Atrapame si puedes o La guerra de Charlie Wilson. La idea básica es la siguiente: la cesta de las manzanas está bien, solo unas pocas están podridas y, además, siempre hay algún buen trabajador (y mejor ciudadano) que colabora con los polis y manda a los malos a la cárcel, aunque él mismo salga perjudicado. Por eso, para asegurar una cierta verosimilitud, el obligado happy ending debe tener un cierto regusto agridulce. Para contar esta historia, Steven Soderbergh vuelve a tirar de algunas de sus constantes artístico-técnicas: saturar el argumento de recovecos (que se siguen con facilidad, por cierto), inflar el guión con diálogos constantes, introducir una voz en off para que el espectador empatice con el mentiroso y compulsivo protagonista, una puesta en escena ágil y sofisicada, un montaje sincrónico ligeramente acelerado y una imagen saturada de luz por los cuatro costados. De lo más destacable del film es la entregada composición de Matt Damon aunque, por desgracia, Damon es esa clase de actor al que se le reconoce siempre detrás de sus interpretaciones.