martes, 31 de enero de 2017

Mis 5 imprescindibles de Leonardo DiCaprio:


-       Vida de este chico (1993).
-       Diario de un rebelde (1995).
-       Atrápame si puedes (2002).
-       Diamante de sangre (2006).
-       El gran Gatsby (2013).

La mansión encantada (Aka The Haunting)

3.5*

Cuatro individuos se dan cita en la malvada mansión Crain, de Nueva Inglaterra, para estudiar supuestos fenómenos sobrenaturales que parecen producirse en su interior, ya que la vieja casa arrastra una oscura maldición que el doctor Montague pretende esclarecer. Como es sabido, la trama de este film se basa en la novela neogótica de Shirley Jackson, a la que sigue con mucha fidelidad y delicadeza, como ha destacado Stephen King. Por eso, no es de extrañar la presencia de varios personajes propios de una mente femenina de la segunda mitad del siglo XX (como el de Eleanor, pero también el del doctor Markway). De hecho, la propia Shirley Jackson asesoró al director, Robert Wise, como también lo haría Ira Levin con la adaptación de Roman Polansky de La semilla del diablo. El argumento hay que situarlo en la tradición de las casas encantadas, hechizadas (es decir, casas poseídas por espíritus o almas en pena, por maldiciones o por la depravación de sus antiguos propietarios), aunque el personaje central no es la Spooky Mansion, sino la débil mente de Eleanor Vance (lo que permite que la comparemos con el clásico Los intrusos, de Lewis Allen, y con The Unknow, de Henry Levin). Discípulo de Val Lewton, y eficaz en casi todos los géneros, Wise sostiene el relato gracias a una puesta en escena (encuadres, juegos de cámara, travellings, iluminación) tan suntuosa como opresiva, en la línea de The Innocents, de Jack Clayton. Por otro lado, la música subraya más el carácter psicológico de la trama que sus componentes terroríficos o de suspense. Finalmente, sorprende la presencia del pequeño de los Pontipee, Gideon (Russ Tamblyn). Un auténtico hit del cine de terror clásico.

The Woman

3*
Bram Stoker escribió que había que aprender mucho de las bestias. Pero también es verdad que las bestias tienen mucho que aprender del ser humano, de su crueldad y sadismo. Un padre de familia captura en el bosque a una mujer que vive de forma salvaje. La lleva a su casa e implica a toda su familia en la tarea de educarla, de civilizarla. Pero las cosas no saldrán como se esperan porque, de hecho, la mujer capturada es la superviviente de un clan de caníbales ultra violentos (historia narrada en Offspring) y el padre es un auténtico perturbado como, de hecho, lo es (casi) toda su familia. Con una puesta en escena soberbia, fibrosa y contenida, el director va construyendo una historia tensa y violenta, que funciona como una turbadora parábola sobre las entrañas del proceso civilizador en las sociedades Occidentales, tanto en su aspecto teórico como práctico: una pura neurosis colectiva, una cadena de barbaridades que pasan de generación en generación. Y todo funciona como una especie de Haneke sanguinolento. La BSO, como en la mítica La matanza de Texas, apoya la acción de forma brutal con las canciones, las voces en off y los efectos de sonido que va necesitando cada escena (como la del efecto “sordera” o en el momento “tenazas”). Terrible.


Carne de horca

3.5*

Un “cochino señorito” andaluz ha de infiltrarse en la pandilla de salteadores y secuestradores de Lucero, un bandolero mitificado por los relatos populares pero que se las gasta muy, pero que muy, mal con todo el mundo. Las razones para esa infiltración son spoiler pero se puede adelantar que hay un cargo de conciencia y, además, un motivo de venganza, como en todo buen Western que se precie. Ladislao Vajda, el húngaro errante (como el llamó Francisco Llinás), conocido por películas como Marcelino, pan y vino o El cebo, regala al espectador actual una obra sobresalienta, desde el punto de vista cinematográfico y narrativo, excelente en las escenas de interiores e impresionante en los planos generales y panorámicos, donde toda la acción se entiende perfectamente y se ven y se disfrutan los detalles, todo gracias a su maestría poniendo en escena la acción. Además, le película comienza con un admirable retruécano narrativo, que se cierra al final, algo propio de directores que conocen la historia del cine. El film, por otro lado, es entretenidísimo y muestra una violencia inusitada para la época: de hecho, estamos ante una obra cruel, salvaje e, incluso, tiene una escena, pre-PeTA que ahora mismo sería delito rodarla (en plan Holocausto caníbal). Por su parte, los actores, especialmente Rossano Brazzi y Fosco Giachetti, están tremendos, aunque no superan al gran y torvo Felix Dafauce; Emma penella está guapísima y el resto de personajes cumplen a la perfección con sus papeles. En definitiva, una película sorprendente, por su dureza y por su maravilloso sentido del ritmo y de la intriga narrativa.

Sufre mamón

1.5*
Manolo Summers pone en imágenes un disco cualquiera del grupo pijo burgués por excelencia de la década de los ochenta en España: los Hombres G. Un grupo que copó las discotecas y las radios de las post movida madrileña, con una música pseudo gamberra de niños de papá (como la de Los Ronaldos o la de Mecano, por ejemplo). Y el resultado es la materialización de uno de los millones de romances superficiales y absurdos de la época, una mezcla de pop coyuntural, cardados de clases medias bajas y aspiraciones juveniles trasnochadas. Una bazofia fílmica (y también musical), en suma, que hará las delicias, eso sí, de múltiples nostálgicos cincuentones recién separados y/o divorciados, pero que, cinematográficamente, deja mucho que desear. Por no hablar desde el punto de vista ético-estético o ético-político. Esta es una de esas PastillasCríticas cuya función fundamental es ahorrar al espectador una excrecencia fílmica, repletita de bandas juveniles, diálogos de encefalograma plano y buena parte de los hits de la banda. Sin embargo, el éxito del grupo, del film y de la post movida pija fué tal que se rodó (y se estrenó) una especie de secuela sentimental.









jueves, 26 de enero de 2017

La otra alcoba

3*

Diana es una mujer hermosa que está casada con un intelectual tecnocrático que no la hace ni caso y que, además, es un poco cabizbajo en el tema sexual. Un día, cuando va a echar gasolina, se fija en un gasolinero, llamado Juan, que le hace dudar de la fidelidad de su matrimonio. Poco a poco, Diana y Juan comienzan un juego de la seducción en el que Eloy intenta retratar las clases sociales en la España de la primera transición. Y ello, como siempre, sin escamotear las pinceladas políticas, económicas, culturales y sociológicas, con la sabiduria habitual del director, tanto en los textos como en la puesta en escena. Los protagonistas son ese machoman sensible, sex symbol de la españa de los setenta y ochenta, que fue Patxi Andion y la eternamente bella Amparo Muñoz. A su alrededor, toda una flora y fauna de personalidades de la época (el marido cornudo, la novia que quiere ser una “maruja”, el jefe “toca-rodillas”, el amigo pudiente que te tira los tejos, los compañeros de trabajo juerguistas, etc.). hay algunas escenas que podrían haberse elaborado un poco más, algunos diálogos un tanto absurdos (como el de la ruptura) y algún actor a medio gas (como la novia de Juan) pero, en general, la película es un magnífico ejemplo de la clase de cine que era capaz de hacer su creador, basculando entre el drama y el cine quinqui, entre la comedia juvenil, el cine erótico y el melodrama. Al final, Eloy acaba soltando su típica bofetada a las élites patrias, al retratarlas como egoistas, aprovechadas, interesadas y faltas de empatía por los problemas de los demás. Es decir, Eloy rueda su particular versión de la obra maestra de Mankiewciz, La huella, como una denuncia del mundo que han dejado a los perdedores. Por cierto, del mismo palo, pueden visionarse Libertad provisional y Acto de posesión.

Mercado de ladrones (Aka Thieves' Highway)

3*

Jules Dassin agarra a Richard Conte por el pescuezo y le introduce en una trama de camioneros en busca de fortuna, en la California de los treinta. La trama sigue al hijo de un conductor mutilado, veterano de guerra, que se mete en el negocio de la distribución de manzanas Golden para intentar localizar a la persona que hirió a su padre, el mayorista de frutas y verduras Mike Figlia (Lee J. Cobb). La película alterna la descripción sociológica, cuasi documental, con el humor y el drama despiadado con la comedia romántica, en un desarrollo narrativo que muestra que, salvo unos pocos, la cadena comercial que lleva la comida a la mesa del consumidor está compuesta por canallas y por ladrones especuladores (aunque también hay espacio para el negocio honesto y para el comportamiento ético, faltaría más). Finalmente, estamos ante una comedia casi de enredos, con su final feliz oportuno, que destaca, sobre todo, por lo arriesgado de la propuesta (una crítica de la ambición pecuniaria y de la doblez moral que engendra) así como por adelantarse a grandes películas con temáticas similares, como Carga maldita o Ruta infernal. Además, esta es la última película que rodó su director, antes de exiliarse a la fuerza en Europa, como nos ha contado Rebecca Prime (en su estupendo Hollywood Exiles in Europe), gracias a esos grandiosos bellacos que compusieron el Comité de Actividades Antinorteameircanas (HUAC), sus leguleyos y sus miserables confidentes.

jueves, 19 de enero de 2017

Pasaje para un coche fúnebre (Aka The Hearse)

2.5*

Film de terror semidesconocido, obra de una década gloriosa en la historia del cine de género, la de los setenta, y que cuenta con el protagonismo de una mujer y de una casa encantada. Decide irse a vivir a la mansión de su tía, recientemente fallecida, para intentar superar otra muerte familiar y su propio y conflictivo divorcio. En el pueblo, todo el mundo reacciona con estupor cuando se enteran de que está viviendo allí, por el miedo que les infunde el lugar, salvo un joven y apuesto, old fashion gentleman, llamado Paul. Y, a partir de aquí, una historia, lenta y atmosférica, de fantasmas. La historia se sigue con cierto interés porque el ritmo y el suspense están convenientemente desarrollados y dosificados. El argumento es interesante, aunque recuerda a otros films parecidos (como el de Asesino invisible). Sin embargo, los elementos de tensión y de horror del film no han conseguido vencer al paso del tiempo y se muestran en la actualidad un tanto naive e ingenuos. En todo caso, una cinta curiosa y estimable. Como es habitual en la época, la película cuenta con la presencia de una vieja estrella Hollywoodiense en horas bajas. En este caso, Josepth Cotten (como Bette Davis en Pesadilla diabólica o Glenn Ford en Cumpleaños mortal, por ejemplo). Para pasar un regular mal rato, vamos.

domingo, 15 de enero de 2017

Mis 5 imprescindibles de Roberto Bodegas:


-       Españolas en París (1971).
-       Vida conyugal sana (1974).
-       La adúltera (1975).
-       Matar al Nani (1988).
-       20-N: los últimos días de Franco (2008).

Olimpiada de muerte (Aka Fatal Games)

2.5*

En un ambiente tan competitivo como el del deporte universitario, ¿qué pasaría si un serial killer estuviera quitando de en medio a la posible competencia? Pues que todas las personas implicadas (compañeros, entrenadores, fisioterapeutas, médicos, etc.), al menos secretamente, estarían encantados. Todos menos quien ya no puede competir por haber sufrido una lesión, que será el detective amateur que intentará resolver el caso de unas misteriosas desapariciones en una escuela deportiva de élite (la Falcon Academy). Esta es la premisa de este recóndito slasher de la época dorada del género, rodado por un tal Michael Elliot y con la interpretación híbrida de un buen grupo de atletas y de actores. Los asesinatos no son especialmente elaborados ni sorprendentes (todos casi en la sombra y con una jabalina) pero el film cuenta con un buen puñado de desnudos, en esta ocasión no totalmente gratuitos. Además, como todo buen thriller (o derivación genérica) que se precie, la trama está bien sembrada de sospechosos pero, también como todo buen thriller que se precie (y, en especial, respecto de los giallos), la película guarda al espectador una sorpresa final, que mantiene puntos de contacto con otra glorioso ejemplo del género, Sleepaway Camp, estrenada solo un año antes. Asimismo, la película mantiene conexiones con éxitos como Pesadilla en Elm Street (por la escena en un sótano) o como Sé lo que hicisteis el último verano (por la vestimenta del asesino). Como curiosidad, el guión está escrito por uno de los hijos de Buñuel, Rafael, que tuvo una cortísima pero interesante carrera en el cine, principalmente como guionista de películas de terror.

sábado, 14 de enero de 2017

La gran estafa (Aka Charley Varrick)

3.5*

4 ladrones atracan un pequeño banco de Nuevo México, en Tres cruces, sin saber que se están llevando ¾ partes de un millón de dólares de la mafia. El cabecilla de los delincuentes, Charley Varrick (Walter Matthau), es un hombre decidido y cínico que comprende la situación con rapidez. En su mente, solo cabe escapar de la policita, de un matón (Joe Don Baker), que han enviado los propietarios del botín y devolver el dinero robado. Pero no todo saldrá como se espera. Uno de esos thrillers indómitos, propios de la irredenta década de los setenta, producida por la Universal y dirigida con la solvencia característica por un Donald Siegel en estado de gracia (quien, por cierto, se marca un pequeño cameo). Con una puesta en escena templada y precisa, Siegel desarrolla la trama y crea el suspense, destacando en la factura de interiores así como en las escenas de acción, marca de la casa, por supuesto. Los actores cumplen a la perfección con su trabajo (aunque, vista hoy, se percibe un tanto extraño la naturaleza de playboy de Matthau) y el excelente soundtrack (de Lalo Schifrin) muestra, curiosamente, algún que otro corte que recuerda a los pianos/bajos de Acorralado. Aunque fue muy bien recibida por la crítica del momento, la taquilla no le dió el respaldo que merecía, ni siquiera teniendo en cuenta el éxito de la novela original o la excelente e hiper-violenta escena de inicio.

Puente de invierno

2.5*

Durante un puente de Semana Santa, unos excursionistas irrespetuosos van a parar con su furgoneta estropeada a las Tamujas, una zona rural perdida en mitad del campo. Piden ayuda a Lorenzo (Álvaro de Luna), un labriego huraño y ordinario, pero como no sabe nada de coches no puede ayudarles. El aldeano les invita a quedarse en su casa y a participar de sus costumbres y rutinas, hasta que las cosas se tuercen una buena noche, debido a una broma que le hacen al anfitrión. Lorenzo, herido en su masculinidad y en su orgullo, aplica su particular venganza con las armas de un gañán. Aunque las confusiones y accidentes también campan a sus anchas. Traslación cañí de La matanza de Texas, rodada y estrenada en plena época del “cine de paleto lento” (como decía Jesús Franco), esta película de supone una pieza fílmica curiosa y bastante entretenida. La trama sigue al pié de la letra buena parte de las excusas argumentales del slasher USAmericano, a la que se añade costumbrismo rural hispano, zoofilia agraria y asesinato de animales en directo (la típica barbaridad de una industria del cine des-regulada y arcaica). Por cierto que, respecto de esta cuestión, el director se atreve a montar una escena donde se abre en canal a un cerdo y, en paralelo, dos jóvenes mantienen relaciones sexuales. En fin, cine sin mensaje pero con moraleja. Cine de género y generacional made in Spain



viernes, 13 de enero de 2017

Drácula (Aka Count Dracula)

3.5*

Drácula es un icono del terror contemporáneo. Junto con Frankenstein y el Zombie, por supuesto. Mientras que el Conde es el símbolo de la tradición, de lo terrorífico que puede traernos el pasado, Víctor representa el peligro de la ciencia, del progreso y del futuro. El Zombie, por su parte, encarna el presente, lo más putrefacto y descompuesto del presente. Pues bien, innumerables han sido las adaptaciones cinematográficas de la novela epistolar de Bram Stoker, desde la de Tod Browning hasta la de Francis F. Coppola, pasando por las de Fisher, Francis o Franco (como ha demostrado la investigación de David J. Skal). Pero pocas son tan valoradas como esta desconocida versión televisiva dirigida por Philip Saville e interpretada por Louis Jordan, nada menos. Se trata de una fidedigna adaptación, con una lograda ambientación de época, unos pasables efectos especiales y una historia, dosificadamente desarrollada, que sigue admirablemente los hechos más importantes del texto original. Durante dos horas y media, el espectador, agradecido, contemplará con admiración cuánto han copiado de esta película distintas adaptaciones posteriores a la vez que se sorprenderá de los escasos aplausos y reconocimientos que ha recibido esta maravilla. Como precio pagado a su época, la narración cuenta con ciertos elementos psicodélicos y algunos recursos fílmicos típicos del momento. Como precio pagado a la eternidad, la belleza de la actriz que interpreta a Mina. Solo por poner un ejemplo. En definitiva: una joya que merece ser rescatada de entre todas las adaptaciones y/o recreaciones de la novela o del mito de Drácula.