martes, 30 de junio de 2015

Mis 5 imprescindibles de Anne Parillaud:


-       Nikita, dura de matar (1990).
-       Sangre fresca (1992).
-       Frankie y las estrellas (1995).
-       Sex is Comedy (2003).
-       In their Sleep (2010).

Hasta el viento tiene miedo

3.5*

En un colegio de señoritas, una de las alumnas ha comenzado a presenciar el espectro de Andrea, una antigua estudiante de la institución, que busca materializar una venganza. Con esta simple excusa argumental y un modesto presupuesto, Carlos Enrique Taboada escribió y dirigió, en 1967, esta pequeña obra maestra del terror mexicano, concretamente en el subgénero de la ghost history. Con un suspense lentamente dosificado y algún esporádico toque erótico, Taboada consiguió una obra personal y efectiva para atemorizar a la juventud de su país. Para ello, contó con un buen grupo de actrices, entre las que destaca Marga López, Norma Lazareno y Maricruz Olivier, una BSO compuesta de varios cortes atmosféricos muy apropiados, con temas también de Chopin y de Armando Manzanera y, por ultimo, de un nutrido equipo de profesionales, como el fotógrafo Agustín Jiménez, que ya había trabajado con Luís Buñuel en su etapa mexicana, nada menos. Una película curiosa y respetable dentro de la honorable (aunque relativamente desconocida) historia del fantaterror mexicano.

Cartas de un hombre muerto (Aka Dead Man's Letters)

3.5*

Decía Win Wenders que las visiones del final de los tiempos se han generalizado tanto que ya no se puede edificar nada nuevo sobre ellas. Así, son muchas las historias cinematográficas ambientadas en un futuro post holocausto nuclear. Desde Five, de Arch Oboler (1951) y El muelle, de Chris Marker (1962) hasta 12 monos, de Terry Gilliam (1995) o La carretera, de John Hillcoat, (2009), pasando por El planeta de los simios, Damnation Alley, Mad Max, Last Night, Testamento final, El día después o el pseudo documental Threads. Por todo ello, nuestra obsesión por un Apocalipsis laico ha sido una constante a lo largo del siglo XX. Y el cine ha sido uno de los medios privilegiados para representarlo. El oscuro y semi desconocido film Deluge, de 1933, da prueba del pionero interés por estas cuestiones. Por su parte, la cinematografía rusa tampoco ha estado al margen de este interés. Por ejemplo, este Cartas de un hombre muerto, rodado en 1986 por el discípulo de Tarkovski, el director ucraniano Konstantin Lopushansky, que trabajó con el genio ruso en Stalker. Se trata de un film desasosegante y tétrico, donde la humanidad superviviente, refugiada en Bunkers subterráneos, reflexiona sobre el sentido de su final, a lo Frank Kermode, entre niños que han perdido el habla, científicos devastados por la culpa y una geografía desolada y radioactiva. Un clásico de la ciencia ficción soviética.

Night of Fear

2.5*

Extraña película de terror australiana, con esa estética sucia y depravada propia de La matanza de Texas, sin diálogos y con una soundtrack compuesta de temas musicales y efectos de sonido de todo tipo. Sorprendente producción, escrita y dirigida por Terry Bourke en 1972, que roza el mediometraje y que, en principio, estaba diseñada como un capítulo piloto de una serie de horror que nunca vio la luz. Es un film tan oscuro y ultra raro que aunque es mencionado y analizado en el documental sobre la OZploitation australiana, Not Quite Hollywood, su (re)conocimiento es muy limitado. El director, por cierto, luego trabajaría en la archiconocida cult serie El valle secreto.

lunes, 29 de junio de 2015

El vuelo del Fénix (Aka Flight of the Phoenix)

2*

Remake y actualización, todo en uno, del clásico de aventuras de los años sesenta, El vuelo de Fénix, protagonizado por James Stewart, bajo la sabia y sobria dirección de Robert Aldrich. John Moore, el perpetrador de bodrios impersonales e innecesarios como la 5ª parte de La Jungla de cristal o Max Payne, destroza una historia apasionante de supervivencia, trabajo en equipo y superación técnica gracias a (o a pesar de, es lo mismo) un guión muy flojo, deslavazado y lleno de imperfecciones e inverosimilitudes (como la escena de la medición de la pista de despegue, por poner solo un ejemplo), a un grupo de actores sin carisma ni entrega (cuerpos de cachitas mediante) y, sobre todo, gracias a una puesta en escena mediocre, repleta de soluciones desafortunadas y de errores de novato y con un montaje, además, inconsistente. Las fotos del final, por cierto, son de lo más aventurus interruptus. Un año después del estreno de esta película, por cierto, Moore volvería a meter la pata con su apática revisión de La profecía: Omen 666

jueves, 25 de junio de 2015

Érase una vez en América (Aka Once Upon a Time in America)

5*

Una vez escribió el más atrabiliario de los críticos modernos, Sainte-Beuve, que un clásico es muchas cosas: una obra bella, una obra sensata, una obra sana, una obra que nos debe enriquecer el espíritu y que debe ser fácilmente comprensible para la época que lo produce. Pero, al mismo tiempo, el archienemigo de Marcel Proust subrayaba la idea de que un clásico debe devolvernos “nuestros propios pensamientos con toda riqueza y madurez” además de darnos “esa amistad que no engaña”. Pues bien, frente a varias obras cinematográficas del siglo XX podemos encontrarnos con todos estos valores, independientemente de ese juego secreto de acuerdos entre críticos y lectores que caracteriza la elaboración de las diferentes listas y cánones de clásicos. Sergio Leone, poseedor de una filmografía envidiable (por su calidad intrínseca pero también por el enorme esfuerzo de autosuperación que representa), es autor de, al menos, dos clásicos contemporáneos: El bueno, el feo y el malo y Hasta que llegó su hora, curiosamente dos Westerns. Aunque parece evidente que su testamento cinematográfico, Once Upon a Time in America, es la más compleja y rica de todas sus películas, incluso habiendo sido amputada y re-montada por la productora, la conservadora Warner Bros, a su real antojo (por cierto: hay una edición, de casi 250', que parece que se acerca a lo que originariamente quería el director). Estamos ante una maravilla narrativa (laberíntica, cronotípica y lineal a la vez) que, a la par, ofrece un conjunto de interpretaciones estratosféricas, una BSO mítica de Morricone y que, en conjunto, se presenta como un retrato generacional, como una reflexión sobre los efectos del tiempo en la amistad y como un retrato del lado oscuro de la historia reciente USAmericana. Martin Scorsese intentaría hacer algo parecido con Gangs of New York pero su resultado no llega ni a la suela de los zapatos a esta obra maestra de 1984. A propósito: el film está repleto de planos y de escenas memorables.


miércoles, 24 de junio de 2015

Como un torrente (Aka Some Came Running)

4*

Como en An American Tragedy, de Dreiser, Minelli rueda la historia de un arribista, David Hirsch (Sinatra), un escritor medio fracasado que acaba de regresar de la Segunda Guerra Mundial a su pueblo natal, en busca de sus orígenes pero también de un futuro viable. Excelente melodrama de finales de los cincuenta, dirigido con esa rara mezcla de compacta narración, poderosa puesta en escena y perspicaz profundidad psicológica, propia de buena parte de la obra de Vicente Minnelli. Radiografía de una parte de la sociedad USAmericana, concretamente de los intersticios y los contactos entre las clases medias y las clases trabajadoras, representadas por Arthur Kennedy y su hermano Frank Sinatra, así como por Martha Hyer y Shirley MacLaine, respectivamente, rodeados por un outsider (Dean Martin), que es el único personaje que consigue mantener su coherencia durante todo el metraje,. Comparable a los mejores logros de Douglas Sirk en el género, tanto en el análisis de los valores y de la moralidad de cada tipo social, como en la disección de las necesidades y de las pasiones humanas. En est sentido, Minelli cumple a la perfección con ese apotegma de Italo Calvino que asegura que el artista ha de tener un compromiso “cívico y político” con la sociedad que le sustenta, como ser humano y como creador. Por otra parte, la película explora con mayor contundencia que Sirk el uso del color, los movimientos de cámara (especialmente en los travellings), los encuadres expresivos y la composición de las escenas según los estados de ánimo que sugieren las tonalidades. Pinceladas intelectuales aquí y allá para un film que acaba, abruptamente, [spoiler] con el más injusto de los cierres. 

martes, 23 de junio de 2015

Manolo guardia urbano

2.5*

Se narran las andanzas y aventuras de Manolo, agente municipal de tráfico en el Madrid de los cincuenta, destinado en la glorieta de Cibeles, nada menos. La trama comienza el mismo día en que el guardia urbano da a luz a su primer hijo, veinte años después de su matrimonio con la Dolores. Bueno, en realidad da a luz la susodicha esposa. Haciendo de ella y de él sendos padres. Lo que transforma a Manolo en un hombre completo y cabal. A continuación, y siguiendo a pies juntillas el guión de Pedró Masó y del propio director, la película va dando cuenta, en clave de comedia, de las principales peripecias del ámbito familiar y profesional del protagonista, mostrando, de forma parsimoniosa, distintos sketchs corales de un Madrid bonachón y bienintencionado, alejado de esas otras representaciones cercanas al cine social (como las de Nieves Conde) o a la serie negra USAmericana (como las de José María Forqué). O, incluso, del Madrid de Luis Marquina, con olor a barquillo, a cocido y a betún. En este sentido, el film se acerca a esas otras distintas manifestaciones artísticas de la época, especialmente al franquismo del Tebeo/TBO, que daban cuenta de esa picaresca propia del país y de esos personajes entrañables y queridos, que tantas y tan buenas sonrisas pusieron en el rostro de los españoles de bien del momento. Como muy bien ha dejado dicho el gran Carlos Aguilar, estamos ante una de las dos obras maestras de Rafael J. Salvia, junto a ¡Aquí hay petróleo!


lunes, 15 de junio de 2015

Mis 5 imprescindibles de Icíar Bollaín:


-       Flores de otro mundo (1999).
-       Te doy mis ojos (2003).
-       Mataharis (2007)
-       También la lluvia (2010).
-       En tierra extraña (2014).

Phantasma III: el pasaje del terror

2.5*

Continúan las aventuras semi oníricas de Reggie Bannister, el cuarentón, y Mike, el veinteañero, en pos de El Hombre Alto (Angus Scrimm), justo en el momento donde se quedaron en la anterior entrega. Coscarelli sigue con su extraña y atractiva mezcla de cine fantaterrorífico y ciencia ficción, ambientado en el mundo de los cementerios y los tanatorios. En esta entrega, Reggie contará con la ayuda de un niño huérfano y de una joven chica experta en artes marciales con la que, como es preceptivo, intentará tener la escena de cama pertinente. El humor se inserta sin mucho disimulo en una historia que calca la fórmula que ha hecho famosa a la serie entera: la sorpresa permanente. En todo caso, la excusa argumental de inicio se intenta amplificar con la introducción de lo que parece un complot cuasi necromántico contra la humanidad, en el que el propio Mike tiene un papel medular. Así como su hermano mayor, Jody, supuestamente fallecido en la primera entrega.

Billy dos sombreros (Aka Billy Two Hats)

3*

Arche y Billy “two hats” (un madurísimo Gregory Peck y un joven mestizo medio apache) huyen de la justicia con dirección a California. Por el camino, ambos personajes tendrán que enfrentarse a un sheriff que les persigue obstinadamente (un enorme Jack Warden) así como poner a prueba su amistad. Ted Kotcheff dirige un modesto Western crepuscular que tiene puntos de contacto con dos películas de la misma época, El valle del fugitivo y La soga de la horca. Se trata de un film correctamente rodado e interpretado, con una sólida historia, unos bien construidos personajes y un mensaje esperanzador. Trasciende su sosa y desértica presentación (consecuencia de haber sido rodada en Israel) mediante una acumulación de pequeños aciertos, tanto en puesta en escena (sobria y precisa a más no poder) como en la resolución de varias situaciones (la escena del ataque al carromato podría ser síntomatica, en este sentido). En definitiva, una película humilde pero muy satisfactoria y escrita por el gran Alan Sharp (el artífice de La noche se mueve y La vengaza de Ulzana, nada menos). Ideal para una de esas tardes en familia, todos sentados en el sillón de casa, todos reunidos en torno a la épica de la supervivencia.

miércoles, 10 de junio de 2015

Yo vigilo el camino (Aka I Walk the Line)

3.5*

La filmografía de John Frankenheimer está salpicada de auténticas obras maestras olvidadas por el tiempo y por el espectador medio. Todo el mundo recuerda El tren, El mensajero del miedo o El hombre de Alcatraz pero, además de Los Temerarios del aire o Plan diabólico, aún se pueden disfrutar sobradamente películas como Siete días de mayo, El repartidor de hielo o Estación ardiente. Por no hablar de El hombre de Kiev o esta I Walk the Line, que toma prestado un verso de una de las canciones míticas de The Man in Black, Johnny Cash. El sheriff de un pequeño pueblo sureño pasa por un momento de su vida donde el hartazgo y el tedio campan a sus anchas. De repente, una bellísima mujer joven aparece en su vida y todo da un vuelco en su zarandeada rutina. Además de las estupendas interpretaciones de Tuesday Weld y Ralph Meeker, Frankenheimer consigue empapar a todo el film con esa neblina propia que producen los licores añejos. Una película que parece ambientada en el paisaje físico y espiritual de Santuario, del gran William Faulkner, entre destilerías ilegales, casas derruidas y ocultas entre los árboles, individuos abandonados a su suerte y mucho, mucho polvo de aparadores abandonados y cuadros rotos. Por otro lado, como en las novelas ambientadas en el condado de Yoknapatawpha, Yo vigilo el camino trasciende su propia condición regional para irrumpir como una parábola de la crisis de la madurez y las ataduras del matrimonio. Una película esperanzadora y desoladora a la vez.