martes, 23 de junio de 2015

Manolo guardia urbano

2.5*

Se narran las andanzas y aventuras de Manolo, agente municipal de tráfico en el Madrid de los cincuenta, destinado en la glorieta de Cibeles, nada menos. La trama comienza el mismo día en que el guardia urbano da a luz a su primer hijo, veinte años después de su matrimonio con la Dolores. Bueno, en realidad da a luz la susodicha esposa. Haciendo de ella y de él sendos padres. Lo que transforma a Manolo en un hombre completo y cabal. A continuación, y siguiendo a pies juntillas el guión de Pedró Masó y del propio director, la película va dando cuenta, en clave de comedia, de las principales peripecias del ámbito familiar y profesional del protagonista, mostrando, de forma parsimoniosa, distintos sketchs corales de un Madrid bonachón y bienintencionado, alejado de esas otras representaciones cercanas al cine social (como las de Nieves Conde) o a la serie negra USAmericana (como las de José María Forqué). O, incluso, del Madrid de Luis Marquina, con olor a barquillo, a cocido y a betún. En este sentido, el film se acerca a esas otras distintas manifestaciones artísticas de la época, especialmente al franquismo del Tebeo/TBO, que daban cuenta de esa picaresca propia del país y de esos personajes entrañables y queridos, que tantas y tan buenas sonrisas pusieron en el rostro de los españoles de bien del momento. Como muy bien ha dejado dicho el gran Carlos Aguilar, estamos ante una de las dos obras maestras de Rafael J. Salvia, junto a ¡Aquí hay petróleo!


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