miércoles, 31 de agosto de 2016

Ella y el miedo

2.5*

La mayoría de los historiadores del cine afirman que Gritos en la noche fue el pistoletazo de salida del género de terror en España. Sin embargo, el cine de suspense, el thriller y el fantaterror en general (como La torre de los siete jorobados) eran géneros que ya habían sido tratados por la industria cinematográfica española. Por ejemplo, León Klimovsky, en 1963, un año después del estreno del clásico de Jesús Franco, había llevado a la pantalla una historia similar a la de El sabor del miedo (1961) y a la de La muchacha que sabía demasiado (1962). Una jovencita cabaretera, a punto de casarse, abandona el oficio y, de camino a casa, por la noche, presencia un asesinato. Con tan mala fortuna que el asesino también la ve a ella y la persigue. Pero un Jesús Puente rechonchote, un tanto inusual en su aspecto físico, hace acto de presencia oportunamente y la salva. Lo que sigue es un dignísimo film de suspense, obra de un director muy importante en el seno de la filmografía española, con una solvente fotografía en blanco y negro, un guión estupendamente dosificado (que coquetea con el giallo), unas correctas interpretaciones (ese Jorge Rigaud, esa May Heatherly)… y unos zapatos amarillos. La música y la ambientación (ese Madrid reconstruido por obra y gracia del montaje) apoyan convenientemente el misterio en torno a un supuesto sádico maníaco homicida. Como en algunas películas de Fernando Fernán Gómez, atención a la aparición de secundarios como Rafaela Aparicio o Antonio Ozores. Por cierto, se aconseja disfrutar junto a esa otra rareza que es Los muertos no perdonan.

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