martes, 12 de agosto de 2014

El merodeador (Aka The Prowler)

3*

Como escribe Javier Coma en su imprescindible Diccionario de la caza de brujas, Joseph Losey, acusado por el Macarthismo, tuvo que exiliarse a Gran Bretaña a finales de 1952, donde continuaría su carrera con un buen puñado de obras prestigiosas, tanto en cine como en teatro. Sin embargo, con anterioridad, Losey había ya realizado un buen puñado de buenas películas. En este caso, se trata del segundo de los films de serie negra que Losey rodó al inicio de su carrera, junto con El forajido, M y Larga noche. Es curioso pero este humilde film noir no denuncia la corrupción política ni la policial, ni describe una sociedad podrida hasta los huesos ni una forma de vida represiva y vulgar. Este film noir, simplemente, describe una atracción sexual más poderosa que el disparo de una magnum. Bueno, y también el mundo de las apariencias sociales y de la falsa honradez. El agente Webb Garwood (Van Heflin) acude con su compañero a una casa residencial donde vive una mujer (Evelyn Keyes, por entonces casada con John Houston, quien produce la película junto con Sam Spiegel para el sello Horizon), que ha denuncia la presencia de un merodeador. Webb, un policía cínico y descontento con su trabajo, poco a poco se va enamorando de la mujer hasta que descubre que está casada. Aún así, la corteja y la consigue. Hasta el momento que el marido lo descubre y surje la posibilidad de hacerlo desaparecer, aprovechando la denuncia anterior. Por cierto, la voz que se escucha en la radio, que se supone que es la del marido, es realmente la voz del guionista, el gran Dalton Trumbo. Y una última advertencia: no confundir con el clásico slasher de los ochenta de mismo título.

 

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