lunes, 14 de marzo de 2016

El estrangulador de Boston (Aka The Boston Strangler)

3.5*

La simultaneidad es una de las principales características de la realidad. Lo que ocurre en el mundo ocurre simultáneamente, todo a la vez. Entrelazado, sin jerarquías, instantánea y enlazadamente. Sin embargo, la literatura, la historia o el cine tienen serios problemas para dar cuenta de este fenómeno. Por eso es sorprendente este film de Richard Fleischer sobre los espeluznantes crímenes de Albert DeSalvo y sobre las investigaciones policiales para atraparlo. Como si del primer Sev7n se tratara, Fleischer escarba en los bajos fondos bostonianos para ofrecer un retrato de las filias, obsesiones y maldades que se esconden tras la forma de vida, digamos normal, de la sociedad capitalista postindustrial, una sociedad cruel, en la que casi todos nos vamos torturando mutuamente. Y lo hace con un espíritu casi documentalista, que va siguiendo, secuencia a secuencia, todos los intentos llevados a cabo por la policía para capturar al estrangulador. Intentos que se muestran virualmente mediante el recurso de la división de la pantalla en pequeñas ventanas simultáneas. Así, el espectador puede percibir varios de los acontecimientos que están ocurriendo a la vez así como varios puntos de vista. De acuerdo con Baudrillard, aquí la historia, que todavía no ha muerto, muestra buena parte de la información en tiempo real, simultáneamente, aunque “siguiendo” el punto de vista del creador. Además, también se muestra el modus operandi del propio estrangulador, lo cual acerca la obra al psychothriller contemporáneo. Esta es la principal característica formal del film, su visión caleidoscópica. Bueno, ésta y la colosal interpretación de Tony Curtis. Una obra pionera, tremendamente bien narrada, con una fascinante composición de planos y una sorprendente modernidad psicológica y criminal. Una obra maestra del relato policial.

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