Dos amigos asesinan a un tercero
y esconden su cadáver en el arcón sobre el cual van a disponer el catering para una fiesta. Conforme
avanza la velada, los nervios y las sospechas irán haciendo acto de presencia. Basada
en la novela del escritor marxista Patrick Hamilton (el autor de Luz que agoniza), se trata del primer film en color del orondo director y su
base filosófica puede remontarse a la obra de Thomas de Quincey, El asesinato considerado como una de las
bellas artes, aunque también mantiene conexiones con Impulso criminal, de Richard Fleischer, así como con cualquier crítica sobre supuestas teorías de superioridad intelectual. La puesta en escena
consiste en una milimetrada planificación, que se materializa en 10 largos planos
secuencia, unidos por dramáticos fundidos y rodados con varios elegantes movimientos
de cámara, más o menos como la versión de 1939 de la BBC. Por otro lado, el film está rodada íntegramente en un
único decorado, construido en los estudios de la Warner en Burbank, que simula
el salón de un apartamento (y alguna otra dependencia), con un gran ventanal de
fondo a través del cual se puede ver una vista del skyline neoyorkino, que va oscureciéndose según va cayendo la
noche, lo cual produce una extraña sensación en el espectador, que siente que el tiempo va pasando. Soberbias interpretaciones, particularmente del criminólogo Rupert
Cadell (James Stewart) así como del dúo intelectuo-criminal. Probablemente, la película más teatral del maestro inglés,
junto con Crimen perfecto y Náufragos.
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