domingo, 9 de octubre de 2011

Elephant

2.5*

Resulta una experiencia hipnótica ver a toda esta cantidad de adolescentes deslizándose por pasillos laberinticos en un instituto usamericano convencional. Resulta curioso observar las superficiales relaciones que establecen entre si y las conversaciones banales y fugazes que mantienen. Pero lo mas curioso (por antidramático aunque no por inesperado) es la especial asepsia con la que se hace aparecer (y se muestra) lo terrible, la violencia y la muerte: con esa luz digital, esa planificación y ese montaje que pretende sostener el punto de vista y solo subraya el caracter supuestamente neutral del film, carácter que, finalmente, puede llegar a confundir a más de uno. Como en el film de mismo título de Alan Clarke (1989), al que Van Sant homenajea. No sorprende descubrir, por tanto, que una buena parte del film es producto de la improvisación, de la superficialidad y de la influencia de un teledrama previo. Gus Van Sant sabe hacerlo mejor: y esto también es un comentario superficial.


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