lunes, 23 de enero de 2012

Arrebato

3.5*

Año 1979. Madrid. José Sirgado (Eusebio Poncela) es un director de cine, adicto a la heroína, que descubre que su ex novia (Cecilia Roth) –con la que había roto- ha acampado en su propia casa. Además, está intentando rodar una película de terror, La maldición del hombre lobo, que tiene todo tipo de problemas. Por otro lado, en una escapada con su amiga Marta conoce a Pedro, un adicto al cine que lo vive como si no existiese ninguna otra cosa sobre la faz de la tierra. Tiempo después, José recibe una película y una cinta de audio donde Pedro le explica los alucinantes y extraños acontecimientos que ha vivido y en los que está implicada su cámara de Súper 8. Y así comienza la película… Arrebato (segundo y último largometraje de Iván Zulueta, en 35 mm) destaca como una rara avis en la filmografía española, tan dada a una especie de autocensura pro comercial (dejando a un lado varias notables excepciones, por supuesto). Para empezar, constituye una absorbente reflexión sobre el cine, sobre su capacidad de asombrarnos, de deslumbrarnos, y, por tanto, de evadirnos de la realidad. Como propone la película, el cine nos arrebata. Destaca, además, por la sugerencia que hace del cine una especie de vampiro: nos roba parte del tiempo que podríamos dedicar a la vida; nos deja sin vida. Pero cualquier reflexión sobre el mensaje de la película no es sino una conjetura y, como tal, está sujeta a múltiples revisiones, como la esencia misma de Arrebato, una maravilla entretejida con underground neoyorkino, E.A Poe y el cine-ojo de Dziga Vértov.


No hay comentarios:

Publicar un comentario