lunes, 26 de enero de 2015

El arreglo

2.5*

El inspector Crisanto (Eusebio Poncela) regresa a Madrid tras un periodo de convalencia en Berlín. A su llegada, un íntimo amigo y superior suyo muere asesinado justo el mismo día en el que le asigna el llamado “caso del Malayo”. Con un Eusebio Poncela pre-Carvalho, el ex-diplomático José Antonio Zorrilla compone un neo-noir castizo, un capítulo más que digno de esa serie negra madrileña, en la línea de Juan Madrid, con los servicios secretos españoles, la antigua dirección general de seguridad y las altas esferas de por medio, en un ambiente de consolidación democrática tras la dictadura franquista y el golpe de estado del 82, es decir, en un ambiente policial que no fue purgado y donde las nuevas costumbres democráticas todavía no han hechado raíces (¡ese retrato de Juan Carlos I todavía por colgar!). Además, Zorrilla pasea la trama por una geografía urbana variada y bien elegida e introduce la cámara en distintos ambientes quinquis, de miseria y underground de la época, lo que le confiere una pátina de verosimilitud y credibilidad, a la que hay que añadir ciertos homenajes cinéfilos (desde Taxi Driver a Gallos de pelea). El principal fallo de la cinta es, no obstante, la labor de algunos actores. Incluso el propio Poncela desbarra en algunas ocasiones (como en la escena de la pesadilla, por ejemplo). Además, algunas secuencias, algunos diálogos y algunos nombres de personajes (Secundino Pelayo, sic) sonrojan de tanto en tanto. En todo caso, un film estimable, por la valentía de su planteamiento (eran los tiempos de los GAL) y por su correctísima ejecución. Recordemos que José Luís Garci había estrenado su estupendo El Crack justo un par de años antes, en 1981. Y recordemos también que, en 1988, se estrenaría un film sobre un caso de corrupcion real ocurrido en Vigo, Redondela.

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