En 1981, el
director búlgaro Zako Heskija estrenó Yo Ho Ho. En 2006, Tarsem Singh, el director de La celda, ofrecía su reinvención de la película de Heskija, una
coproducción entre la India, Gran Bretaña y los USA. Respecto de la película original, Singh sustituye al niño por una
niña, además del nombre del malvado del cuento y otros pormenores. Alexandria,
una niña convaleciente en un hospital californiano de la década de los veinte,
accede a suministrar a un stuntman
accidentado, Roy Walker (Lee Pace), las pastillas de morfina que necesita para
poder conciliar el sueño. A cambio, éste le contará una prodigiosa historia de
un grupo de hombres que están buscando al Gobernador Odious para vengarse. En dicha historia, los habitantes del
hospital interpretan los papeles principales, fusionando realidad y fábula, en
un juego radical e infantil, cruel y tierno, en un prodigio de fantasía,
aventura y emoción, con múltiples aciertos visuales, dalinianos, surrealistas.
Como en las Mil y una noches, el
imaginario es heterodoxo, iconoclasta, aparentemente convencional pero de un
profundo aliento subversivo. Finalmente, el film
entero es un homenaje a las maravillas del 7º arte así como a la entrega de un grupo
de seres humanos en su empeño por entretener y ampliar nuestra imaginación (de
ahí, entre otras cosas, los extractos de películas mudas del final). La
película cuenta con un trabajo fotográfico que recuerda al de Baraka, captando la riqueza cromática de
las maravillosas localizaciones y del mundo de los sueños. Por su parte, las
actuaciones, los diálogos (algunos en rumano), la propia historia, tienen la
espontánea imperfección de la realidad.
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