martes, 10 de febrero de 2015

Cinema Paradiso

3.5*

Crónica sentimental de la historia italiana reciente, que adquiere la forma externa de una Bildungsroman pero la interna de un melodrama en tres partes: una primera que se centra en las relaciones de un niño, Toto, con el proyeccionista de un pequeño cine rural (Philippe Noiret) de la Italia de los años cuarenta; una segunda, que narra el primer amor de ese niño, ya adolescente, con la hija de un burgés y todos los problemas que ello acarrea; y una tercera, teletransportada a la segunda mitad de la ultraconservadora década de los ochenta, con los personajes principales ya en la edad adulta o entrando en el paraíso. Toda la película es un como un cóctel, algunas veces sofisticado, muchas veces basto y otras previsible, compuesto de tres ingredientes: un tercio de cine, otro de amor y uno final que es una lección cinematográfica, ya que incluye una amplísima paleta de recursos visuales: multiples tipos de planos y de movimientos de cámara y de grúa, travellings, zooms, varias escenas hermosamente planificadas (como la de la llamada de teléfono desde el bar), juegos con el timing, etc. En definitiva, una producción justamente mítica que, sin embargo, muestra cierta condescendencia con el espectador, al que zarandea gratuita y tramposamente varias veces, unas para hacerle reir, otras para hecerle llorar. Siempre para hacerle sentir nostalgia. A lo que la música de Morricone acompaña a la perfección, incluso tomando prestados motivos musicales de su previa BSO para Los intocables de Eliot Ness. Pero, sobre todo, es un film extremadamente italiano. Y, por ello mismo, universal, como las películas de Visconti, Fellini, Antonioni y todos esos directores, también USAmericanos, a los que se homenajea en Cinema Paradiso.

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