No basta con que Coppola grabe un sacrificio ritual, de impactante
salvajismo, en su mítica Apocalyse Now;
o que Michael Haneke mate un cerdo en El video de Beny o una gallina en Caché
(Escondido); o que el enfant terrible
del cine francés, Gaspar Noé, se adentre en un matadero de caballos en Carne, como ya había hecho años antes
Georges Franjú en La sangre de las
bestias. No, además de estos ejemplos, algunos directores españoles también
pisotean la dignidad que tienen todos los seres vivos para dar rienda suelta a
su más que dudable creatividad artística y para rodar, además, bazofias pseudo
intelectuales y pseudo sociológicas. Es el caso del sobrevalorado Manuel
Gutierrez Aragón y, en concreto, de Habla mudita, una película que pretende ofrecer una radiografía sobre las
dificultades del lenguaje y de la comunicación y lo que hace es mostrar las
confusiones sobre el tema del propio director. El planteamiento tampoco es
novedoso ya que presenta a un hombre, José Luís López Vázquez, que se esfuerza
por entender y por comunicarse con una pastora cántabra, un bon sauvage femenino que, naturalmente,
ha de ser mudo. Aquí, aparecen y se multiplican las metáforas y los posibles
significados, aunque la película hace poco por clarificarlos. En definitiva: una
infamia fílmica y moral que no analiza medianamente nada, que ni siquiera
entretiene, que desaprovecha la profesionalidad de sus actores y que, además, en
un mundo más civilizado, sería considerada un delito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario