Richard Fleischer, el director neoyorkino, consiguió mantener
el espíritu de aventura y de curiosidad vital de la novela original en esta amena y gozosa producción Disney de 1954, rodada en CinemaScope,
y donde la ficción científica y las reflexiones filosóficas se integran de
manera natural en el desarrollo dramático de la acción sin, por ello,
subordinarse a ella. Destaca la composición que del Capitán Nemo hace un
inspirado James Mason, junto con el enérgico e indómito Kirk Douglas en el rol
del arponero canadiense Ned Land. También sorprende muy agradablemente la
actuación de Peter Lorre. Pero lo que realmente ha sobrevivido magníficamente
bien al paso del tiempo es la exquisita producción artística (obra de los
malogrados Harper Goff, John Meehan, Emile Kuri y Roland Hill), así como el
diseño del submarino con el que Nemo surca y explora los océanos y los mares de
la tierra, el Nautilus, según la pluma de Julio Verne. El complemento perfecto de esta historia sería La isla misteriosa, de Cy Endfield, o La ciudad sumergida, de Jacques Tourneur. Por su parte, David Fincher
está preparando una versión con el título provisional de 20,000 Leagues Under the Sea: Captain Nemo.
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