Arthur Eddington afirmó que un número altísimo de monos
escribiendo a máquina podría dar como resultado la reescritura de las más
maravillosas obras de la literatura. La posibilidad es pequeñísima, por
supuesto, pero si vamos ampliando el número de monos hasta el infinito, la
probabilidad también se va ampliando, hasta hacerla factible. Esta imagen ha
calado tanto en la mitología popular que no es de extrañar que los excelentes guionistas
de la 20th Century Fox la utilizaran
como base de una disparatada comedia. Un científico asegura estar a punto de
conseguir la fórmula de la eterna juventud. Sin embargo, quien la consigue es Rudolph, uno de los chimpancés de su
laboratorio, quien , por error, la vierte en el dispensador de agua de la oficina,
retrotrayendo a todo el que la bebe a su más absurda adolescencia. Howard Hawks
no rueda una de sus mejores comedias -lo cual es de lamentar, puesto que la historia
podría haber sido más ácida y revulsiva de lo que es-, pero, aún así, la
película destaca por 3 o 4 magníficas secuencias, incluyendo la de los títulos
de crédito, con la voz en off del
propio director, además de contar con la estupenda interpretación de Cary Grant
y, en menor medida, de Ginger Rogers. Sobre una premisa parecida, Jules White
rodó All Gummed Up y por el mismo
título original, Monkey Bussiness,
responde una película de los Hermanos Marx de 1931.
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