miércoles, 26 de febrero de 2014

Aquella casa al lado del cementerio

2*

En una vieja mansión de Nueva Inglaterra, un doctor y su familia se instalan para que el marido investigue el suicidio de un científico. Pronto comenzarán a sufrir los sustos y acosamientos de una extraña presencia. A partir de una historia que recuerda levemente al gran escritor de Providence así como a Henry James, la película tiene un aspecto visual que no esconde su inspiración argentiniana, especialmente de Suspiria. Aunque en este caso, la mansión no está encantada ni poseída sino más bien ocupada. Ocupada por el doctor Freudstein, nada menos. La dirección muestra muchos de los rasgos típicos del estilo Fulci: mucha cámara subjetiva, mucho desenfoque, mucha saturación de luz, muchos movimientos de cámara fulminantes y cosas así. Además, Fulci exprime hasta la náusea una contracción del tiempo y del espacio más propia del cartoon que del cine de terror convencional. La verdad es que la película es un poco costrosa en casi todos sus aspectos técnico artísticos (la iluminación, el montaje, las interpretaciones) y el argumento tiene más agujeros que un queso de Gruyère (lo mismo que en El más allá pero todo mucho más flojo). Por eso, es una lástima que Fulci no haya cuidado un poco más algunos aspectos: le hubiera salido un film basante más aceptable. En cuanto al factor gore, la película parece un puesto de casquería: mucha sangre, muchos cuerpos desmembrados, muchos gusanos y mucha putrefacción. Todo lo cual hará las delicias de un público barbilampiño o nostálgico pero el neófito sentirá repugnancia, aburrimiento o la risa floja. O las tres cosas. La música, por cierto, es una podredumbre aparte (salvo algún que otro corte).

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