jueves, 3 de abril de 2014

El gran hotel Budapest

3.5*

Tras la grata sorpresa de Fantástico Sr. Fox y la relativa decepción de Moonrise Kingdom, Wes Anderson se ha tomado su tiempo para organizar mejor su nueva película, un homenaje explícito a un mundo desaparecido, el de la Mitteleuropa. Un mundo añorado por Stefan Zweig y micro y macro estudiado por Claudio Magris. Aunque la referencia más directa podría ser El hotel Savoy, de Joseph Roth. Pues bien, este penúltimo diorama viviente de Wes Anderson despliega una narración postmoderna alrededor de uno de esos divinos ayudantes de los que hablara Robert Walser, su colonizado compañero y un argumento ingenioso y encantador donde no faltan muertes, sospechosos, cárceles, huídas, persecuciones, pasteles austríacos y, como colofón, nazis disfrazados de Zigs Zags. El film está repleto de esas pequeñas y milimetradas estampas, abigarradas (a su vez) de pequeños detalles de época, guiños históricos e inofensivas ironías que constituyen la marca de la casa. La película mantiene una curiosa especie de constante risa intelectual, que se vive para dentro más que para fuera, que consigue una cierta desdramatización pero que, a la postre, ayuda a conseguir que el espectador sienta simpatía y empatía por lo que les pasa a los personajes, algo que no siempre consigue el cine de Anderson, obsesionado como está por la minuciosidad y por la galería de actores (al contrario que un Michel Gondry, por ejemplo, maestro de la estética y de la innovación narrativa que, sin embargo, siempre arrastra al espectador a la felicidad o al sufrimiento de sus historias). Es verdad que hay cierta redundancia en los encuadres, que el zoom se vuelve rutinario y que el movimiento de cámara se ha quedado encasquillado en el travelling pero, para equilibrar, hay que destacar el excelente trabajo con el montaje así como esa luz irreal y optimista que proyecta en todos los trabajos del director el fiel Robert Yeoman. Por su parte, Alexandre Desplat entrega una partitura donde las armonías, las escalas y las melodías, donde los instrumentos, los timbres y los ritmos hacen justicia al pintoresco argumento y, sobre todo, a ese intento constante del director por atrapar una época, por colonizarla con su miniaturismo estético y con su nostálgica moral.


4 comentarios:

  1. Un placer leerte, Zineface! Exquisitas referencias! Gracias y la película promete! Hace años tuve la ocasión de ver a Ralph Fiennes cuando vino a interpretar a Marco Antonio en el teatro. Su actuación fue memorable. Soy fan. Un abrazo.

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    1. Muchísimas gracias, Anónimo, por tu comentario y por tus palabras. Zineface no tuvo ese placer pero saber perfectamente de la valía de Fiennes así que es consciente del espectáculo que se ha perdido y que tú disfrutaste. Un abrazo también para ti.

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  2. después de leer tu crítica, he visto la película. a mi entender, desde el punto de vista cinematográfico, está todo perfecto: historia, actores, ambientación, fotografía, etc. se ve que está hecha por alguien con mucho talento y estilo propio y se ha cuidado hasta el último detalle. he disfrutado mucho durante la película como he disfrutado mientras veía Fantástico Sr. Fox. las dos son como joyas pequeñas que dejan un agradable recuerdo como a un pastel de chocolate con arándanos. sin embargo, no es una película de estas que te marcan por mucho tiempo, que te descubren algo nuevo, o que te cambian la manera de ver el cine o la vida. no es una película para recordar. tiene mucha artesanía pero le falta algo para ser grande. quizás profundidad. no lo sé. un abrazo y gracias!

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  3. Estimado Anónimo: Zineface comparte totalmente tu opinión. De hecho, desde Los Tenenbaums y Fantastic Mr Fox, Wes Anderson casi no ha emocionado a Zineface. Bueno, también varias escenas de Academia Rushmore y, sobre todo, la primera parte de Viaje a Darjeeling han hecho su trabajo en el plano emocional. Sin embargo, ni Moonrise Kingdom, ni Life Acuatic ni este Hotel Budapes han conseguido escarbar en el corazón de este humilde espectador. Por lo demás, Anderson es un director visual y literariamente exquisito. Profundidad es la palabra, sin duda alguna. De su generación, es uno de lo más interesantes (junto con Michel Gondry, Richard Linklater o Spike Jonze, por poner solo tres ejemplos). Muchas gracias por tu comentario y otro abrazo para ti. Y gracias de nuevo, por cierto!

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