viernes, 31 de julio de 2015

Drive

2.5*

Thriller de neón, a la Beat Takeshi, con una mezcla de poesía urbana, una puesta en escena ralentizada y tronadores fogonazos de violencia, que supone una de las más extrañas tomaduras de pelo del cine reciente. En el fondo, Nicolas Winding Refn hila un thriller Westerniano, con unos personajes banales, contradictorios y, además, ese "samurai" protagonista (que no tiene ni nombre), sin pasado. En la forma, el mismo director compone un auténtico pastiche cinematográfico, un calco de ese cine ochentero rodado por el gran Michael Mann (especialmente su Ladrón, con el que comparte hasta el mismo estilo de score), junto con el espíritu de Miami Vice, Cobra, Vivir y morir en Los Angeles y esa conducta videoclipera de un Tony Scott (esas escenas que se organizan visual y temáticamente en torno a una canción, oportunamente elegida). Aunque, en todo caso, la fuente de inspiración, tanto estética como narrativamente, es el Driver de Walter Hill. Lo mejor del film es, sin duda, la interpretación de Ron Perlman así como ese guiño irónico que supone la presencia de Albert Brooks. Por lo demás, aparte de alguna escena muy bien planificada y rodada, la cinta es como un descapotable al que no le puedes quitar la capota: una idea más que una realidad. Fíjense, por favor, en la persecución pre créditos: hay planos que pretenden producir sensación de velocidad y de adrenalina y consiguen justo lo contrario (el coche que huye va a menor velocidad que el resto de los coches que salen en el plano). [Spoiler: O fíjense en la forma en que el hombre de la chaqueta de escorpión es capaz de dejarse apuñalar. Para, luego, dejar el dinero y desaparecer (sic)].

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