Siguiendo a Guy Debord, la
premisa de esta película bien podría ser la siguiente: si vivimos en lo que se
denomina “la sociedad del espectáculo”, ¿por qué todo es tan aburrido? ¿Por qué
el espectáculo nos produce tanto sopor? ¿Y por qué nos aburrimos tanto en nuestros
escasos momentos de ocio? Pues bien, para que esto no nos ocurra, y siguiendo
esta premisa, Rubén Fleischer (el director de la homóloga 30 minutos o menos), factura la penúltima parodia de ese soñado Apocalipsis
zombi que es el sino de los habitantes-freaks de la sociedades Occidentales contemporáneas.
En la línea de Zombies Party, Desmembrados, Memorias de un zombi adolescente o Juan de los muertos, la película está plagada hasta la saciedad de
homenajes/guiños cinéfilos y momentos de coña. Pero tiene algo que la diferencia
del resto de zombiemovies: un cameo
francamente gamberro de Bill Murray. Lo que el espectador va a contemplar es
una auténtica montaña rusa de acción, vandalismo y disfuncionalidades sociales
con unas gotas de humor post traumático y el protagonismo de un Jesse Eisenberg
pre La red social. Un film recomendable para una de esas dead nights que todo el mundo sufre
entre semana, en esa carrera hacia la muerte cuyos boxes son los fines de semana. Por cierto, como era de esperar, ya se
ha anunciado una segunda parte.
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