jueves, 29 de octubre de 2015

Solo se vive una vez (Aka You Only Live Once)

4*

En una entrevista con Jean-Luc Godard (titulada El dinosaurio y el bebé), Fritz Lang afirmaba que entre ellos dos hay una diferencia sustancial: en una escena de El desprecio (enorme colaboración entre ambos directores y un homenaje de Godard a su maestro), Lang hubiera rodado la escena del accidente, mostrándolo, mientras que Godard rueda las consecuencias de dicho accidente, con Palance y Bardot entre el coche que conducían y los dos camiones contra los que han chocado. Pues eso, si Godard rueda las consecuencias de la acción, Lang rueda la acción en sí. Y dejaría en fuera de plano sus consecuencias. Y en esta película que Pastilleamos hay muchas acciones, pasan muchas cosas. Estamos ante una de esas típicas historias pesimistas del viejo director alemán, una de esas historias en las que el destino encarna una pérfida función. El director de Metrópolis desarrolla las peripecias de los protagonistas (un ex presidiario, acusado de un crimen que no ha cometido, y su reciente joven esposa) con esa precisión y economía de medios característica de su filmografía. Aunque no renuncia a ciertos planos, a ciertas escenas, rodadas con un monóculo expresionista y aire de cigarro Bresson. Henry Fonda y Silvia Sidney bordan sus interpretaciones y, además, como fue propio de una industria en la que orbitaron miles de talentos, el director se rodea de tipos como Alfred Newman, quien compone una estupenda partitura, que subraya el carácter melodramático del film pero también su inexorable desarrollo. Segunda película rodada en los Estados Unidos por un director que huyó de la Alemania de Hitler y de Goebbels y, sin duda, una de sus más implacables visiones de su país de acogida, en particular, y de la naturaleza humana, en general. Un final aterrador, por cierto. Como desde otro punto de vista, lo fue el de La noche de los muertos vivientes.

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