domingo, 31 de enero de 2016

Carne viva (Aka Prime Cut)

3*
Desde Chicago, un matón con la voz invernal de Lee Marvin debe viajar a Kansas City para meter en vereda a un ganadero que pretende establecerse por su cuenta, ampliando sus negocios de carne con el tráfico de mujeres y drogas. No por casualidad, el realismo cinematográfico USAmericano elige Chicago, uno de los templos de la industria cárnica, tal y como mostró Upton Sinclair en su salvaje La jungla. Por cierto, dos años antes, Alvin Rakoff también había deslizado una imagen, en la que se compara a la mujer con el comercio de carne, en Hoffman, amor a la inglesa. El film cuenta, con ese aire desaliñado propio de buena parte del cine de género de la irredenta década de los setenta, la labor del matón Nick y de sus ayudantes, que deben castigar al indeseable Gene Hackman y a su hermano (el matarife del negocio), pero, a la vez, también aprovecharán para redimir a una joven Sissy Spacek de su humillante destino. Correctísimas interpretaciones, ritmo certero, un par de escenas soberbias (la del homenaje a Con la muerte en los talones y la del tiroteo en los girasoles), Lalo Schifrin percutiendo la trama, una fotografía grantwoodiana. En fin, una película que haría las delicias de El Bosco y de su carro de heno: hasta tal punto llega el ex televisivo Michael Ritchie en su retrato sociológico, que no deja de mostrar, con varias resonancias cáusticas y venenosas, la naturaleza interesada y despiadada de las personas que viven alrededor del negocio de “la carne”: ese stalag especista, ese “triturador de carne” infinito y maloliente que hemos creado para los animales de granja (y, en otros países, para el resto de animales). Pero Ritchie también muestra otras dos realidades colaterales: la falta de empatía hacia el sufrimiento de otros seres vivos y la hipocresía que hace falta para esconder esta cruel situación.


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