jueves, 28 de enero de 2016

Outlander

2*

El principal problema de esta película no es la curiosa mezcla de géneros (Sci-Fi, aventuras, monstruos, vikingos, etc.). Ni las mediocres interpretaciones. Ni el casting (un John Hurt que no convence como guerrero noruego; o un Caviezel que tiene la misma mueca mohína que en La delgada línea roja). El principal handicap de este film es el desarrollo de la narración: está repleta de tópicos, de escenas de relleno, de situaciones archi-conocidas, de diálogos acecinados como la alimentación vikinga, de secuencias típicas, de gestos mil y una vez contemplados. Hace falta ser un poco tierno o un poco aprendiz en cuestiones fílmicas para disfrutar con fruición de esta película. Por otro lado, buena parte del supuesto atractivo de la cinta descansa en los FX. Pero éstos tampoco sobresalen en una puesta en escena estandarizada y típica de este tipo de producciones y que, además, tiende al aturdimiento, mediante el uso de los característicos mil y un planos, de la cámara en mano y del hipermontaje (ese montaje ultra rápido que consigue que el espectador no pueda ver realmente qué está sucediendo). Casi en cada plano hay un efecto digital. De hecho, en muchos planos hay una saturación de efectos por ordenador. Y no siempre convincentes. Cuando pasa un caballo por un poblado lacerado, el caballo es digital. Cuando aparece un árbol en medio de una casa vikinga, el árbol es digital. Cuando dos tipos compiten saltando de escudo en escudo, todo es digital. Lo único que hay real en la película, lo único que es de carne y hueso, son los paisajes. Y, bueno, en algunos momentos, los actores. 

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