domingo, 28 de febrero de 2016

Los cuatrocientos golpes (Aka Les quatre cents coups)

3.5*

André Bazin pensaba que François Truffaut encarnaba a la perfección su propia teoría del auteur, según la cual un director debía expresarse a través de sus películas y éstas, a su vez, debían materializar la visión personal de su creador, de su autor, debían ser como sus “huellas digitales”. La relación entre ambos hombres siempre fue como de padre e hijo y el joven Truffaut comenzó a dedicarse al cine por intervención del propio Bazin. En agradecimiento infinito, y justo el mismo año en que el gran pater familias de la crítica nouvellevaguista pasaba a mejor vida, el director francés dedicaba a su memoria uno de los buques insignias de su flota cinematográfica, la maravillosa y naturalista Les Quatre cents corps, en su hermoso y nada chovinista título original. Estamos ante la primera de las historias que con su alter ego, Antoine Doinel, dirigiera Truffaut y ante una crítica de esa sociedad burguesa y “foucaultiana”, dogmática, disciplinada y cruel, en la que los chavales más especiales reciben, con el poder de la aritmética más que de la metáfora, “cuatrocientos golpes” vitales, apuntalados por una familia distante que no sabe o no quiere quererle. La biografía, una vez más, se cuela en el arte: el propio director había abandonado la escuela, a los 14 años, para dedicarse a mil y un oficios y toda su vida persiguió el mar, como Doinel en esta cinta. Un film digno, formalmente admirable, con una contención lúcida que disimula su aparente sencillez y de un poderoso halo poético, a mitad de camino entre el documental, la autobiografía y el mito (como la obra de Balzac, a quien se rinde cumplido homenaje). 

4 comentarios:

  1. y con uno de los finales más hermosos y a la vez más tristes de la historia del cine

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  2. Querido Anónimo: efectivamente, Zineface comprueba que manejas buenas fuentes. Muchas gracias por "tu" comentario.

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    Respuestas
    1. somos lo que leemos ;D

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    2. Querido Anónimo: y lo que vemos. Y lo que pensamos. Y lo que hacemos. Y con quién hablamos. En fin, somos múltiples! Muchas gracias por tu comentario, por cierto.

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