domingo, 13 de noviembre de 2016

Huevos de oro

3*

Ascenso y caída de un hortera typical spanish, prototipo del ignorante ambicioso que se movió en el ambiente de la cultura del pelotazo en la España de los ochenta y de los noventa y, por extensión, un arribista (tipo el pijoaparte de Juan Marsé) pero sin chicha ni limoná. Salvo por lo de “emprotrador” (en este sentido, atención a las escenas de cama, en pareja y en trío). Un Bigas Luna muy venido arriba, comienza a lamer las mieles del éxito con este film, que da rienda suelta a todas las obsesiones del director y despliega una descripción despiadada de una época y de una forma de ver la vida: la de la España del progre y la del pijo, dos estereotipos (tullidos social y moralmente) que, sin embargo, se han encarnado en miles de individuos, durante muchos años. Para mayor gloria del urbanismo descontrolado à la española. Javier Bardem apuntaló su fama de actor de garra, entregando una interpretación contundente y fascinante, poniendo la cara, el cuerpo y la chulería a Benito, un tipo de clase baja, obrero y malestudiaó, que pretende hacerse rico jugando al juego de la especulación urbanística en la costa española. Para ello, tendrá que asociarse con mafiosos, con banqueros sin escrúpulos, tendrá que dar braguetazas y tendrá que transgredir la legalidad, además de someter a varias mujeres (Maribel Verdú, María de Medeiros y Raquel Bianca). A grandes planos, en los que Luna intenta mostrar un retazo del ambiente en el que se mueve Benito, el director contrasta con primeros planos en los que se mueve la lujuria y el exhibicionismo desmedido de los protagonistas. Finalmente, aunque el personaje de Bardem pueda atraer al público más cañí (y, de hecho es así), Luna no esconde su fatuidad, su vulgaridad y su patetismo. Y así finaliza la película.  

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