miércoles, 29 de mayo de 2013

On the Road

2.5*

El gran poeta español Antonio Machado escribió unos versos maravillosos en sus Proverbios y cantares: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Pues bien, el último film del director de Estación Central de Brasil responde a la letra y al espíritu de estos versos. Al contrario que en su adaptación de los diarios del Che Guevara, On the Road es una película que, en el plano más superficial, constituye un retrato sobre el placer (y la necesidad) de viajar y, por tanto, sobre la dificultad de echar raíces (al contrario que Big Sur). Sin embargo, al final, intenta convertirse en una historia sobre el desarraigo espiritual, entendido como metáfora del desencanto de buena parte de la población USAmericana de postguerra, la llamada generación beat, que creció y vivió al margen de las constricciones del american way of life, entre aspiraciones artísticas, the pursuit of happiness y un cierto decadentismo flaneur. Si Jack Kerouac (como antes su maestro Henry Miller) se recrea en la construcción de personajes, en los diálogos, en el aliento poético-filosófico y en la búsqueda vital (con un estilo bepop-iano), Walter Salles se centra (y he aquí, el principal de sus errores) en la exaltación del lado más salvaje, lúdico e irresponsable del movimiento (a costa de caer en varios tópicos y reiteraciones), un salvajismo que, por otro lado, nunca fue una aspiración consciente de Ginsberg/Burroughs/Cassady sino una consecuencia del extrañamiento vital, una especie de huída hacia delante, como algunos personajes de Scott Fitgerald o como el propio Holden Caulfield. La cuestión es si se vive para escribir o hay que vivir para poder escribir. Desde el punto de vista cinematográfico, hay que lamentar el carácter repetitivo de la estructura (remarcado por la BSO de Santaolalla), unas interpretaciones inseguras y una conclusión abrupta e insatisfactoria.



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