jueves, 6 de junio de 2013

El jeque blanco

3.5*
Dedicada a Teresa Serrano
Hay cineastas que germinan desde una minúscula semilla y que, con el tiempo, se alzan férreos e inabarcables como una sequoya. La germinación tiene sus cosas buenas pero también sus cosas malas. Entre las buenas, la idea de que en sus primeras películas pueden encontrarse los motivos y las querencias de casi toda su obra posterior. Entre las malas, la predisposición, por tanto, a repetirse, a obsesionarse, a saturarse. Federico Fellini ha venido germinando durante décadas pero, curiosamente, no desde su primera obra sino desde la segunda, El jeque blanco, de 1952, que contiene ideas, aciertos y temas que se mantendrán hasta Y la nave vá (la playa como imagen del naufragio vital), Entrevista (el cine dentro del cine), La dolce vita (el caos de las multitudes) o Las noches de Cabiria (el personaje de Giulietta Masina). La historia presenta una sátira de los convencionalismos morales de la Italia de postguerra, aprovechando una situación que se presenta realmente pintiparada: una pareja de recien casados que se encuentran disfrutanto de su luna de miel en Roma y que se proponen turistear la ciudad en compañía de la influyente familia del esposo. Frente a un marido ramplón y cumplidor hasta el vómito, una primeriza y casi adolescente esposa decide visitar los estudios donde se rueda su fotonovela favorita. La idea es conocer en persona al hombre de sus sueños, el jeque blanco, al que pone rostro un caradura y genial Alberto Sordi (un personaje que, aun siendo su reverso, recuerda al de Tom Baxter de La rosa púrpura de El Cairo). Pero las cosas se complican y el marido comienza a sospechar que su mujer le ha abandonado, con lo que tendrá que esconder el hecho a su familia. Evidentemente, se trata de una obra primeriza y eso se nota en la planificación, en una iluminación inestable (aunque la copia consultada también puede tener que ver) y, sobre todo, en el zigzageante (e injustificado) montaje. La música de Nino Rota, como siempre, revolotea a la perfección por todo el metraje.





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