Entretenida
intriga juvenil sobre un barbilampiño adolescente (Matthew Broderick), con
talento para la informática, que accede accidental y telefónicamente (los
antecedentes de Internet) a WOPR, el
ordenador central de la defensa de EE.UU., lo que desencadena un conflicto
nuclear que solo puede ser desactivado utilizando las mismas habilidades
tecnológicas que lo han causada aunque, en todo caso, con la ayuda del profesor
Falken (un papel que fue escrito originariamente para John Lennon). Con
endebles matices políticos y en el contexto del desmantelamiento de la Guerra Fría (El día después y Testament son del mismo año), la película se ve con agrado puesto
que el mensaje (más allá del típico maniqueísmo USAmericano de la
ultraconservadora década de los ochenta), es moralmente loable por su
antibelicismo, aunque el guión y la materialización cinematográfica adolezcan
de casi todos los defectos de la época (estereotipos sociológicos, simplismo
ideológico, sexualidad reprimida pero latente, convencionalismos fílmicos
varios), además de alargarse hasta casi las dos horas. La escena del comienzo
está calcada de un film de Jack
Smight, Damnation Alley y la idea del
ordenador de defensa que toma el control parece extraída de Colossus: The Forbin Project. El
director, John Badham (autor del idioteque
setentero Fiebre de sábado noche),
volvería a intentar repetir el éxito con Cortocircuito.
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