jueves, 13 de septiembre de 2012

1984

3.5*

En un mundo post nuclear controlado por Big Brother, Winston Smith (Edmond O’Brien) es un privilegiado que trabaja en el Ministerio de la Verdad, en el departamento de registros históricos, reescribiendo y alterando la historia para servir a los intereses ideológicos y prácticos del Partido. Pero siente que algo no está bien. Michael Anderson ofrece una de las mejores adaptaciones fílmicas de la novela 1984, de George Orwell (junto con la de Rudolph Cartier), con una intensidad dramática a la altura de la denuncia antitotalitaria del original, aunque con varios cambios y simplificaciones. Y con un final árido y desesperanzador como pocos (en sus dos versiones, tanto en la usamericana como en la británica), en la línea de otro clásico de la sci-fi, La invasión de los ladrones de cuerpos, estrenada el mismo año (1956), y dirigida por el progresista Don Siegel. Lo que parece claro es que la obsesión por el orden y por una igualdad mal entendida sacrifica las aspiraciones individuales de libertad, como señaló Karl Popper a propósito de su concepción de las sociedades abiertas. Por momentos, determinados aciertos escenográficos parecen el antecedente directo de Matrix así como el insurrecto guión parece estar en la base de V de Vendetta. Excelente interpretación de un cuasi debutante Donald Pleasance, al igual que la caracterización de Michael Redgrave, el padre de toda una dinastía de grandes actores ingleses. Por su parte, Edmond O’Brien compone un convincente protagonista, al igual que su partenaire, la estupenda Jan Starling. La película puede verse con el recuerdo de El cero y el infinito de Arthur Koestler de fondo.



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