En 1977, en la ceremonia de los
Oscar, la actriz Jane Fonda presentó al público a la legendaria escritora y
guionista blacklisted Lillian Hellman.
Delante de las gradas del Dorothy Chandler Pavilion, la autora de The Children’s Hour, Little Foxes o La jauría humana presentó el ganador del premio de la Academia al
mejor documental. La ganadora fue una jovencísima Barbara Kopple. Los discursos
de las tres mujeres son excepcionales, especialmente el de Hellman. Pero el
discurso visual por el que Kopple ganó el Oscar sigue en la memoria sentimental
de todos los espectadores que hayan visto este honesto documental sobre una
larguísima huelga minera, ocurrida en el condado de Harlan, en Kentucky (en la
línea de La sal de la tierra o Matewan). Joder, parece una película de
ficción pero es un puto documental. De hecho, es una película grabada durante y
enfrente de los acontecimientos que retrata y que, por tanto, lanza a la retina
de quien la ve la verdad que está ahí delante. Y ello sin renunciar al papel
que le corresponde al director: seleccionar los hechos, los participantes, los
testigos, los diálogos, las imágenes. Seleccionar todas aquellas cuestiones que
van a componer una estructura (en este caso, narrativa y) ficcional, que impone
un significado a los hechos. Para ello, Kopple toma partido por un punto de
vista, naturalmente, y se compromete con su visión de los hechos (de hecho, el
equipo de rodaje vivió y comió con los mineros en huelga). Aunque no silencia
las razones y las acciones del otro punto de vista. Pero claro, habrá quien
opine que el significado del film, en
este caso, está condicionado por la postura de los mineros. Como si el sentido
de un acontecimiento no dependiera de a quién se le da la razón. También podría
grabarse un documental desde el punto de vista de los capitalistas dueños de la
mina. O desde el punto de vista de los matones a sueldo, que son los que
intentan reventar strikes y los que
asesinan a los huelguistas. Pero entonces, la verdad se hubiera prostituido por
ponerse al lado del dinero. Como se pregunta John W. Hevener, “which side are
you on?”, a propósito de The Harlan
County Coal Miners.
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