lunes, 30 de noviembre de 2015

Viy (Aka Viyi)

3*

Uno de los clásicos fanta-terroríficos del cine soviético, rodado por Kropachyov y Yershov en 1967, es decir, justo un año después del estreno de Andréi Rubliov. La historia proviene de un cuento de Nikolái Gógol que, a su vez, proviene de una leyenda (justo como esa historia que llevó Bava a la pantalla en La máscara del demonio). Los efectos especiales son muy buenos y la ambientación y el maquillaje sorprenden por su profesionalidad y actualidad. Al igual que el abanico de trucajes cinematográficos que despliega la cinta. Además, la escena final, muy en la línea de El Bosco, sorprende al espectador más curtido. No es de extrañar, pues, que sobre la base de esta película se haya elaborado recientemente una especie de remake y una cuasi segunda parte (Transilvania, el imperio prohibido y El poder del miedo, respectivamente). Estéticamente, la película guarda ciertas reminiscencias con la pintura de la escuela holandesa, de un Bruegel y un Albert van Ouwater, lo cual no es nada extraño si recordamos la influencia de Pedro el Grande en la occidentalización de Rusia. Aunque el cine japonés más clásico, por ejemplo, tiene más relación con una parte de la pintura y del 7º arte Occidental que con las propias tradiciones niponas. Por otro lado, hay un no sé qué de El baile de los vampiros muy curioso. Igual Polanski, por afinidad geográfica y espiritual, conocía la película (se estrenó 7-8) meses antes que la suya) y la tuvo presente al rodar su film

2 comentarios:

  1. Muy interesante! Apuntada en la lista de pendientes. Gracias!

    ResponderEliminar
  2. Querido anónimo: muchas gracias por tu comentario!! Y claro que sí: es una película muy interesante y visualmente impresionante! Desapúntala cuanto antes de tu lista de pendientes!

    ResponderEliminar