jueves, 24 de diciembre de 2015

La chica de rosa (Aka Pretty in Pink)

2.5*

El rosa no es solamente un color: es, también, una actitud. Y si agarramos a una estudiante USAmericana y la becamos para que estudie en una High School de clase adinerada, tanto el color como la actitud chocan con los valores de las élites. Hasta que surge el amor y el espíritu de Romeo y  Julieta intenta difuminar el muro entre las clases sociales. Con la excusa de una comedia tonta y chorra, con su happy end preceptivo, la maquinaria de hacer dinero de Tinseltown aprovecha un guión del creador de la comedia marxista adolescente para soltar un leve pero poderoso alegato contra la desigualdad que provoca el dinero. En realidad, estamos ante una película diseñada para las enormes masas de clases medias que poblaron los EE.UU. entre los cincuenta y los noventa y que la Administración Reagan se intentó cargar. Y en buena medida lo consiguió. A mediados de los ochenta, sin embargo, los adolescentes iban al cine en manadas y esperaban encontrar productos como este: nada más que Sugar, Spice and Everything Nice, como apuntan Gateward y Pomerance. Vista hoy, no deja de ser una más de entre las teen love stories que machacaron al espectador femenino durante la ultraconservadora década de los ochenta. Pero, eso sí, con esas gotitas contraculturales y un poco nerd del gran John Hughes (homenaje al Huston de Misfits incluido). De hecho, no es extraño ni una casualidad, sino todo lo contrario, que el padre de la protagonista (esa perenne Molly Ringwald y sus berrinches) sea nada menos que Harry Dean Stanton, el mayor secundario que ha dado Hollywood desde los tiempos de Warren Oates.

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