martes, 29 de diciembre de 2015

The Lobster (Aka La langosta)

2.5*
Dedicada a Alicia López
The Lobster es el hermano rico de Canino. Sí, queridos lectores, el tal Yorgos Lanthimos está de moda, es uno de los directores favoritos del candelero gafapasta o wanna-be nerd. Tiene pocas películas, su obra es distante (en el doble sentido de la palabra) y, hasta hace pocos años, era difícil de conocer pero, aún así, está remojando poco a poco la tierra ya empapada donde crece el cine Europeo. Y no es casualidad. Sus películas vienen de Grecia, ese extraño país, una especie de lámpara Zettel de la modernidad, donde todo está desmembrado y se cae a trozos. Sus películas son raras, con una extraña mezcla de convencionalismo cinematográfico y discordia temática. (Como en el cine de Haneke). Sus historias compaginan con descaro una cierta y distante humildad en la puesta en escena y un raudal de agresividad subterránea y escenas de sexo extemporáneo (También, en este caso, como el cine de Haneke). Igual es que quiere escandalizar… (Como Haneke). Ha tenido un gran éxito reciente, tanto en La Croisette como en el estrecho circuito del Cine de VOS, con el cual ha conseguido convencer a un elenco tutti frutti Hollywoodiense para su desconcertante siguiente obra, una sátira falsamente futurística y más bien swiftoniana (en cierta forma, similar a Alps) sobre la palpitante dificultad actual de conseguir y de mantener una relación de pareja. Ya lo decía Boris Yellnikoff en Si la cosa funciona: la mayoría de las relaciones de pareja son pasajeras. Pero bueno, aún así, se puede seguir contando historias de amor. Sobre todo si se quiere conquistar al espectador palomitero (cough, cough), con una historia de amor ciego. Lanthimos se sale del tiesto con una historia excéntrica y curvada (¿es mejor estar solo o en pareja?), que se hace un tanto larga y que no es especialmente inteligente, ni ingeniosa ni original. De hecho, tanto temática como, sobre todo, formalmente, el estilo visual parece inspirado en el Fahrenheit 451 de Truffaut, en El dormilón o en The Hotel, la serie de televisión británica. Aunque con clarísimas influencias de Kubrick. Curiosamente, el hotel donde se desarrolla esta historia de supervivencia langostera, parece una fusión del Overlook y el Dansem Dene. Con ese home schooling inspirado en El bosque que es Canino, Lanthimos nos recordó la absoluta arbitrariedad que se esconde detrás de nuestras convenciones vitales. La vida es una farsa desafinada. Ahora nos pone frente a un film pasajero de amantes. O de amantes pasajeros. Como el de Almodóvar. En ambos sentidos. 

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