miércoles, 15 de junio de 2016

La noche de Walpurgis

2.5*

Luis Buñuel y Jesús Franco son dos directores españoles que han disfrutado del reconocimiento de la Cinémathèque Françoise, que ha programado ciclos y homenajes a sus respetivas filmografías. Pero Paul Naschy es el único artista español que ha recibido un premio, en reconocimiento a toda su obra, de manos del gran gurú Roger Corman. Y no fue por casualidad: Jacinto Molina (que este es su verdadero nombre) es uno de los más talentosos y entregados ex culturistas cinematográficos. De hecho, su dedicación al cine fantástico y de terror es proverbial. Y una de sus más míticas creaciones es Waldemar Daninsky, un hombre lobo enamorado (a la manera del de Lon Chaney jr.) que se enfrenta, periódicamente, a vampiros, espectros y otros seres de la noche. La noche de Walpurgis, cuarta entrega de la serie, mezcla con cierta solera elementos de varias mitologías y tradiciones literarias en un cáliz resultón e interesante aunque arrastra una concepción algo naive del cine de género. Aún así, tanto por el encanto que tiene como por la significación dentro del desarrollo histórico del cine de terror en España, merece destacarse como una obra icónica y respetable. Lo más interesante del film, junto con la insólita recreación licántropa del propio Naschy (aquí, además, siendo dirigido por el gran Klimovsky), es alguna escena en cámara lenta de vampiras en pleno cotarro hemoglobínico. Un clásico de lo que Carlos Benítez ha denominado los “semblantes del fantaterror” español.

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